14 de mayo de 2011

EJERCICIOS ESPIRITUALES VIAJEROS

(Artículo publicado en el diario Marbella Express en mayo de 2011)

A punto de estallar la vorágine electoral y cuando ya los rostros más o menos agraciados de los candidatos me miraban desde sus estudiados carteles como los antiguos héroes cinematográficos lo hacían desde los suyos en mi niñez, con estereotipada sonrisa y gesto de pedigüeño, para que entrásemos a ver su película, en ese momento- decía- me asaltó la idea genial de hacer unos “ejercicios espirituales”.

Para los que hayan asistido a colegios religiosos no hace falta explicarles en que consiste tal hecho puntual, que solía realizarse más o menos en la Cuaresma, y cuyo creador fue San Ignacio de Loyola, fundador también de los Jesuitas.

El objetivo de los mismos consistía en unos cuatro cinco días de retiro dedicados a la meditación y el conocimiento interior, con sermones de cuyo contenido prefiero no acordarme (por el miedo que me producían) pero cuyo final era alegre y esperanzador por cuanto pretendían una renovación absoluta de nuestro espíritu débil y pecador.

Transcurridos muchos años desde los últimos realizados, y con una finalidad completamente distinta, cual era la de olvidar la invasión de propuestas, promesas, planes y demás ideas “futuribles”, amén de los combates y críticas entre los posibles mandatarios de la ciudad y la autonomía, lo primero que pensé fue en poner tierra de por medio, y marcharme lejos de la marabunta que hasta el día 22 de mayo tendremos que aguantar.

 Por supuesto con la intención primordial (juro por mi honor) de reflexionar sobre la marabunta y sus beneficios o inconvenientes, es decir, intentar descifrar cual de todos miente menos o lo hace de mejor y más inteligente manera, a la vez que lo hacía sobre los dotes que la naturaleza unida al maquillaje, más los conocimientos básicos de todo político lograrían hacerles actuar de la mejor manera para el pueblo en el que habito y que me preocupa sobremanera.

Con estos preliminares viajé a una zona de la Alsacia Francesa, cuyo nombre no me decía mucho, pero sí sus referencias. De Málaga a Basilea, en la Suiza alemana, y de allí a Mulhouse, ciudad alsaciana francesa, fronteriza con Suiza y Alemania.

 Es posible que cuando uno viaja sin idea preconcebida acerca del lugar de destino, la sensación producida sea más impactante o placentera que si de antemano va buscando lo extraordinario o muy en boga. No es mi intención relatarles detalladamente cada una de las impresiones que el pequeño viaje me ha producido. Pero permítanme que exprese en estas líneas, cuyo contenido asumo como comunicación entre paisanos y amigos, algunas de ellas, porque sin querer o queriendo, las relacioné de súbito con nuestra ciudad.

La Alsacia francesa es, como la Provenza, una región de carácter turístico total, aunque la primera sea también, la gran productora vinícola del sur y una de las más destacadas de Francia. Posee un alto nivel económico y he de decir, con franqueza, que la vida en ella es más cara de lo deseable, especialmente ahora con la crisis económica que afecta al visitante. A pesar de ello, la mayoría de los hoteles están llenos y las calles y plazas a rebosar, posiblemente porque igualmente su clima es el más suave de los de las comarcas francesas.

 Igualadas por tanto en clima y turismo ( a pesar de su ausencia de mar) hay dos cosas que nos diferencian y , de las que deberíamos tomar nota y aprender en lo que sea posible. La primera es el exquisito trato de hoteleros, comerciantes, vendedores ambulantes, personal de museos, policía…etc. Con amabilidad y gracejo hablan un francés muy claro y despacio, para ser comprendidos por el turista. Contestan a cualquier pregunta como si fueses de su familia, y tienen un interés especial en dejar buena impresión a toda costa. La limpieza de sus calles es, junto a sus jardines de árboles con flores impresionantes, lo primero que llama la atención. Después, claro está lo hace, como siempre, su viejo barrio, o casco antiguo, pero ahí entra más las características históricas casuales que la voluntad de los habitantes.

 La segunda es de plena actualidad y se refleja en su Plan actual de Movilidad. El acierto de calles peatonales de gran comercio, unido a los bellos tranvías amarillos, se une al florecimiento de la conducción en bicicleta, el vehículo más apreciado y utilizado no solo como deporte sino como forma ecológica, y silenciosa de ir al trabajo. Desde la madre que porta en ella a tres pequeñines, con sus correspondientes asientos, hasta la señora de cierta edad que sin abandonar sus zapatos de tacón y su traje de raso brillante, acude a conciertos y ballets en su flamante bici, cuyos aparcamientos son múltiples y fáciles. La consecuencia es unas ciudades o pueblos ( aconsejo rotundamente uno llamado Colmar, imprescindible, bellísimo) donde pasear es un placer por la merma de coches, ruidos y contaminación, a lo que se une la belleza concedida por el Creador, pero teniendo en cuenta lo mucho que sus mandatarios y sus habitantes coinciden en aumentar.

Votaría con los ojos cerrados por el político/a que consiguiese hacer de Marbella algo similar a la Alsacia que he disfrutado en mis ejercicios espirituales de nueva hornada.


Ana María Mata
Historiadora y novelista

1 comentario:

JuanCris Ortiz. dijo...

Aunque lo llegé a leer en su momento en el ya desaparecido diario local "Marbella-Express", recuerdo que me causó impresión este artículo al compara Marbella con otras ciudades turísticas europeas.

Me parece muy acertado la comparativa de la zona peatonal y el comercio tradicional mimado por los ayuntamientos de la Alsacia, impidiendo que los coches contamienen y molesten como en Marbella (esa pobre ciudad cada día recuerda más a Damasco, El Cairo, Rabat o Estambul con tantos coches hasta en la sopa molestando por todas partes).

Desgraciadamente la movilidad sostenible o el ciclismo urbano son dos materiuas muy abandonadas (y hasta maltratadas) por el consistorio municipal de Marbella, pues a veces parece que no están en absoluto interesados en mejorar la situación actual de la habitabilidad y la calidad medioambiental de nuestra querida ciudad, que cada día se encuentra más obsoleta y estancada en cuanto al mimo y cuidado de la imagen de ciudad turística de lujo y calidad.

El Ayuntamiento no parece estar interesado en tomar nota y aplicar la lección. Una pena.