20 de febrero de 2012

LA “DESBANDÁ”


                                
Uno de los episodios más crueles, y a la vez menos conocido de la Guerra Civil, cumple ahora en febrero el triste aniversario de 75 años. Me parece un deber moral para con las víctimas de aquella masacre traerlo a la memoria. El 6 de febrero de 1936 las tropas del general Queipo de Llano entraban en la ciudad de Málaga, cuando ya la mayoría de los pueblos occidentales de la provincia estaban en manos de Franco. La única salida que quedaba para milicianos y republicanos, incluidas sus familias, era un camino que después fue llamado “carretera de la muerte”. Para Almería salieron unas 100.000 personas por la ruta de la costa.    
Fue la llamada “desbandá”. Asediados por los disparos de barcos italianos y aviación alemana, y la metralla, por tierra, mar y aire, miles de civiles fueron asesinados y sus cadáveres, o se los llevó el río Guadalfeo, o acabaron en fosas comunes. Los pocos testigos que quedan vivos relatan con el horror en la mirada aquellos cuatro o cinco días de infierno en que corrían despavoridos huyendo de una muerte segura. El miedo colectivo a las barbaries de las tropas marroquíes (las tropas moras) de las que se decían que violaban y cortaban pechos a las mujeres, fue una de las causas que les impulsó a huir. Muchos perdieron hijos y ancianos en la carretera, unos por muertes y otros  fueron dados por desaparecidos, como fue el caso de Paquito Zambrana, hijo de una familia de San Roque que se escapó de la mano de uno de sus hermanos mientras corrían. Al acabar la guerra sería  adoptado a través de Auxilio Social, un anexo de la Falange, por Elvira Vidal, casada con el abogado malagueño Zambrana, y posterior dueña del caserío El Fuerte de Marbella. Su familia no consiguió dar con él y lo creyeron muerto. Vivió en Marbella hasta 1958 en que marchó a Alemania.
La “desbandá” hacia Almería ha sido estudiada por profesores de Hª Contemporánea, como la Doctora Lucía Prieto, de la Universidad de Málaga y su compañera Encarnación Barranquero, entre otros. Todos coinciden en que lo sucedido en la carretera de la muerte, la matanza de civiles a punto de concluir la toma de Málaga por las tropas nacionales fue un acto de crueldad innecesario que correspondería, quizás al intento de mostrar a los republicanos el poder de los vencedores y las futuras y posibles venganzas.
Hecho luctuoso cuyo recuerdo es válido en un país al que parece gustarle demasiado la existencia y conflictividad entre bandos opuestos. Un país que presume de no flemático y olvida el horror que a veces produce el apasionamiento innecesario.
Ana  María  Mata
Historiadora  y novelista

2 comentarios:

Joseph Goebbels dijo...

Y lo más triste de la matanza de la Carretera de Almería no es sólo que el bando rebelde (los nacionales de Franco) negaran el hecho, sino que la propia República censuró el hecho, a pesar de ser una masacre infinítamente peor que el bombardeo de Gernika, porque no interesaba que la opinión pública mundial supiera que el gobierno republicano no hizo absolutamente nada por defender a sus ciudadanos y refugiados cuando huian de los combates. Bochornoso, patético y lamentable por parte de los dos bandos.

Órfilo M. Aranda dijo...

Alguien muy querido por mí me contaba que él la carrera la hizo en dos días y medio, yo, muy niño, le decía que éso no era posible, y él me contestaba -sí, Orfilito, hasta Almería.