11 de junio de 2012

LAS FAROLAS VIRTUALES


Como estamos atacados por el virus de lo electrónico y no somos nada si no conocemos Facebook, Twitter, los numerosos tipos de IPad, las mil novecientas clases de nuevos móviles, las fotos digitales y muchas cosas más que deben escapárseme (infinitas, supongo) hemos de reconocer que lo importante hoy es lo virtual. La palabreja en cuestión forma ya parte de nuestras vidas, y aunque si tuviese que definirla con propiedad no sabría como hacerlo para que me entendiesen, lo único que se me ocurre es decir que virtual es todo aquello que sin ser real puede acabar siéndolo, o también  aquello que imaginamos o creamos mentalmente con la intención de que se haga, llegada la ocasión, tangible.
Está claro que el vocablo pertenece a un mundo igualmente virtual para mis entendederas de mujer realista y cartesiana. Pero ustedes, estoy segura de que me entienden y hasta de que lo expresarían mejor que servidora.
Fotofrafía de Beatriz Morán
La verdad es que de lo que quería escribir hoy es de lo moderno a rabiar que se está volviendo el municipio al que pertenecemos, así como las promotoras encargadas de sus servicios y los respectivos concejales dedicados a calles, sea cual sea el nombre que su concejalía adopte. Lo digo en relación con lo arriba escrito, es decir, con lo virtual. Desconocía que pudiesen llevar a la práctica algo -como he intentado expresar antes- tan complejo y sutil que más bien parece corresponder al mundo inverosímil pero extraordinario del fallecido hace poco Ray Bradbury. Pero ya ven, sorpresas que da la vida, no hace falta introducirse en las páginas de cualquier libro suyo para entenderlo, solo hace falta dar un paseo por un lugar cercano, una calle durante bastante tiempo cerrada al paseante y ahora abierta con todos los honores de modernidad.
Algunos saben que me refiero a la calle  Padre Joaquin Belon, perpendicular a Ricardo Soriano y en la que existe, si no me equivoco un Bingo bastante conocido.
Pues bien, la re-inauguración de la misma tuvo lugar hace unas semanas, a bombo y platillo, como todo lo que los Ayuntamiento hacen, y como merece la nueva calle, a medio camino entre un amago de pequeño boulevard y la calle de siempre. Asfaltado nuevo, bancos para el descanso, flores, y ¡atención! unas farolas que esa tarde relucían como el sol y de noche paliaban la oscuridad.
Bonita, si señor, la vi y me gustó, incluso pensé que el cerrado anterior había merecido la pena por esta nueva versión de una calle muy concurrida. Se podía aplaudir.
Miren por donde tengo la costumbre de leer diariamente y temprano uno o dos periódicos, costumbre que, dado el panorama, intento desterrar pero no lo he conseguido aún. En un cierto momento aparece una foto de la calle de mi aplauso a la que noté rara. Puestas las correspondientes gafas, leo. Y aunque no daba crédito a lo que leía, me fijé para asegurarme. La misma calle, Antonio Belón, idéntico asfaltado, los bancos para el descanso, las flores, y…en el lugar de las farolas unas losetas recién colocadas, tapando el hueco que dichas farolas habían ocupado el día de la inauguración.  Tal  como suena y como imagino habrá observado cualquiera que pase por allí.
Indignación aparte, y aunque parezca cuando menos burlesco de cara al pueblo en general, las farolas desaparecieron por arte de magia o más bien por obra del encargado de hacerlas desaparecer cumplida su misión de ser  fotografiadas.
No quiero ser mal intencionada. Ustedes tampoco deben serlo. Seamos modernos hasta la médula.  Eran virtuales y eso lo justifica todo.

Ana  María  Mata
Historiadora y novelista

1 comentario:

Anónimo dijo...

Las farolas reaparecen en la calle Padre Belón

http://www.diariosur.es/v/20120618/marbella/farolas-reaparecen-calle-padre-20120618.html