22 de octubre de 2012

NOCHES DE JACARANDA


(Artículo publicado en el diario SUR de 11 de octubre de 2012)
La primera vez que hizo su entrada en la librería acompañado de su inseparable perro de raza Gran Danés, los clientes se echaron a un lado con gesto entre el miedo y la curiosidad. El perro le llegaba casi al hombro, y él, a su vez, sobrepasaba la altura de todos pudiendo tomar fácilmente el libro más alto de las estanterías con solo alargar una mano. Su sonrisa  y modales denotaban una educación exquisita y solo el intenso rubor de su rostro daban el cante de que algo había detrás del rosado color, y que ese algo provenía de su adicción al líquido originario de Escocia. Arthur Corbet  era un aristócrata inglés que aterrizó en Marbella en la década de los 50 y del que se decía que su familia era, o había sido amiga de la de Winsthon Churchill. Corbet tuvo la feliz idea de comprar un chalecito que existía al borde de la carretera haciendo esquina a la hoy avenida de El Fuerte. Instaló en él la primera sala de fiestas de enjundia que tuvimos en la ciudad, después de El Boquerón de Plata, tablao flamenco propiedad de Magdalena Reñasco, conocida como “Maleni”. 
 La Jacaranda era otra cosa. A la elegancia nata de Arthur Corbet se unió el morbo que provocó en ese momento la aparición de la que se convertiría en su mujer en Gibraltar, una joven de gran belleza, altísima y con voz extraña: April Ashley, una de las primeras transexuales conocidas cuyo oficio anterior a la operación había sido marinero de barco británico. La pareja tomó por asalto la noche de Marbella con su recién inaugurado “Jacaranda”. La clientela espléndida que lograron, entre quienes estaban Audrey Hepburn, Mel Ferrer (por entonces matrimonio) Steward Grandger, Deborah Keer, Ray Milland y algún que otro más de la cinematografía mundial, junto a los bailarines Antonio y El Greco, hizo de su club el lugar preferido de nativos y cuantos empezaban a llegar a la ciudad. Legendaria fue la estancia de Sarah Churchill, hija del premier británico y cuyas anécdotas rebasan las líneas de este artículo. Baste decir que de tanto empinar el codo a Doña Sarah una noche se le acabaron las fuerzas y la encontraron abrazada a un árbol de la Alameda. Dijo al policía que la encontró, que lo estaba sujetando, pero tras muchos y repetidos excesos fue conminada a regresar a su país por la diplomacia española, por aquellos años impregnada como todo el Estado en la defensa de la moral.
Jacaranda fue muy importante en el inicio de nuestra vida cosmopolita. Al son de su orquesta que formaban cuatro marbelleros: Antonio Ruiz, Carlos Urbano, Paco Montero y Enrique Ruiz de la Herrán, además del cantante cubano T. de Robermar, los asistentes podían imaginarse emulando a Humphrey Bogart, cuando el pianista P. Montero entonaba el tema de “Casablanca”. Con su estilo colonial de muebles de mimbre en el patio y su profusión de plantas consiguió dotar de lo que se podría llamar cierto “romanticismo erótico” o al menos, liberado de las clásicas amarras que el sistema propugnaba y que debían, obligatoriamente conducir al matrimonio.
Mucho tuvo que ver en ello un fenómeno social con nombre femenino: la llegada de las suecas. Las delgadas, rubias y por lo general bellas nórdicas aparecieron en primer lugar en Torremolinos atraídas por el sol, las buenas ofertas turísticas y desde luego el intenso ardor varonil que se presuponía a  los hispanos del sur. Una vez que tal ardor les alcanzó de pleno repitieron estancia y ampliaron el perímetro. En Marbella tal vez lograron el cenit de su éxito y para enfado de muchas “novias” ya añejas en su relación, sirvieron de desahogo emocional y de su antítesis a varones todavía sumidos en la formación del espíritu nacional.
Jacaranda propiciaba con su ambiente la intimidad necesaria y el resto quizás tuvo origen en el caliente sol que parecía dar alas a la tan afamada libertad de las féminas del Báltico.
El recuerdo hoy de aquellas noches inflamadas de música, perfumes, y ¡ay!... una espléndida juventud que creíamos eterna lleva el nombre de tan preciosa flor: Jacaranda.

Ana  María  Mata
Historiadora y novelista





 

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