26 de octubre de 2014

Soledad (1): viaje al norte




“La soledad no se encuentra, se hace. La soledad se hace sola. Yo la hice. Porque decidí que era allí donde debía estar sola, donde estaría sola para escribir libros”. Estas palabras, escritas por Marguerite Duras en un dramático momento de soledad auto impuesta, me provocaron el deseo irreprimible de viajar este año hacia un sitio auténticamente solitario. Para tomar notas en silencio, para caminar por bosques sin caminos, para observar calladamente, para poner en pausa la vida, para no pensar. ¿Y dónde sino en soledad es posible escribir un libro?, ¿en qué otro lugar se puede pintar un buen cuadro, destilar los mejores pensamientos, los mejores momentos de una persona? Definitivamente este tenía que ser el año de mi viaje a Soledad. 


“Sin embargo, en Trouville había la playa, el mar, la inmensidad de los cielos, de las arenas. Y era eso, ahí, la soledad. En Trouville miré el mar hasta la nada¨. Algo tan sencillo y tan bello lo escribió Duras unas páginas después, en la más absoluta y trágica soledad de su casa de campo recién estrenada. Una casa que decidió comprar nada más franquear la verja de entrada en su primera visita. La compró sobre la marcha, y la pagó del mismo modo, en efectivo.


Este año yo debía encontrar la soledad, mi casa de campo, aunque fuera en alquiler, pero en efectivo, efectiva soledad, la verdadera, exterior, interior, de gentes, de sitios, de ruidos, de todo. Me iría a las montañas, buscaría las más lejanas, las más altas, las más aisladas. ¿Por qué no?, ¿acaso no lo hizo Ricard?, ¿no dejó su puesto de investigador de bilogía molecular en uno de los institutos más prestigiosos del mundo, su magnífica casa en París, su envidiable posición social, renunciando a los privilegios por ser el hijo del famoso filósofo Jean Fracois Revel?, ¿no lo dejó todo de un portazo y se largó a la otra punta del mundo, a las imposibles montañas del Nepal, a la aldea más remota y miserable, al monasterio de Shechen, el más vacio y solitario, buscando la impenetrable y pacífica Soledad?, ¿y acaso no lo admiro?


Y tecleando en Google encontré algo que me llamó la atención, quizá fue el nombre del dueño de la casa, o la lejanía del lugar, quizá que la única foto que mostraban fuera la de Rufo, un mastín. Y me decidí a escribir un correo. Les conté que mi idea este año era hacer algo diferente, encontrar lo más parecido a la tranquilidad, silencio en estado puro, vistas al hayedo y sobre todo, más que nada, Soledad.


“Las Montañas Ignotas marcan la frontera norte de Soledad, y más allá están los mundos de lo Olvidado y de la Impaciencia”, así comenzaba el correo electrónico de respuesta que nos llegó después de varias semanas de espera durante las cuales, sinceramente, perdimos la esperanza de que nos llegaran a contestar desde la casa de aldea. No sabíamos que esperar de ese lugar, incluso sospechamos la posibilidad de que fuera un bluf, un timo más de internet, uno de esos sitios del cyber espacio en los que haces un pago para después comprobar con cara de tonto como desaparecen como el humo de un cigarrillo. Pero lo que no imaginábamos era una respuesta tan, por llamarla de algún modo, sorprendente. En mi primer email de contacto solo preguntaba si tenían electricidad, agua caliente y si había colmado en la aldea para comprar alimentos básicos, pero la respuesta del dueño de la casa nos intrigó tanto que mandé una transferencia de inmediato, sin dudar, para reservar un par de semanas de riguroso aislamiento. 


Seguía: “Sepa también, Sr. Sánchez, que cuando deje el sur debe evitar a toda costa desviarse hacia el oeste, en el que es fácil perder el rumbo ya que es una interminable extensión de marismas, dunas yermas y pinares que de repente se asoman y precipitan al Océano del Silencio, verde y profundo. Las autoridades de tráfico rodado siempre advierten de que no se hacen responsables de los que se internen por el oeste de Soledad. Y por si no lo sabía, le informo de los temidos Puntos sin Retorno; unos postes de madera erigidos súbitamente al borde de las carreteras avisan de esos Puntos cuando ya no hay tiempo apenas para dar marcha atrás. Usted, siendo un incrédulo Solitario del sur –esto lo escribió con evidente sorna–, se reirá como tienen costumbre de reírse de todo por allí abajo, pero créame que una vez que se lee un cartel de esos ya no hay vuelta atrás, y olvídese de su preciado teléfono móvil porque no hay cobertura. Una vez leído el poste se recibe un último sms en la pantalla que dice, en ese dulce idioma ignorado por los engreídos Solitarios durante siglos: Bem-vindo ao fim do mundo, sem retorno. Y zas, se acabó todo”. 


Pero el increíble correo continuaba: “Del este ni se preocupe, Soledad es el único país del mundo que no tiene, aunque lo tuvo, no se crea, era conocido por el Levante de las Tormentas Recurrentes, pero esta frontera se desdibujó año tras año, hasta acabar despareciendo por los efectos de la gota fría, de la invisible red de corruptelas y de la Cháchara sin fin”. Ni una palabra más sobre el este.


Según Fomo, que así se llamaba el peculiar dueño de la casa rural, yo vivo en “el sur profundo, el llamado Territorio de los Soles de Invierno, donde los Solitarios Sinsustancia –otra vez la ácida sorna del norte– viven apretados pero banalmente felices, al borde mismo de un espejo en el que, en los días de calmachicha, se refleja el Otro Lado o Lugar de la Sequía Sempiterna, según lo llaman también los impertérritos sureños”. 


Y así fue como salimos de viaje un soporífero 27 de julio, y fueron varias jornadas delirantes atravesando las ocres Mesetas del Tiempo Detenido.  Una sola carretera en línea recta y de asfalto gelatinoso cruzaba la desolación de estepas resecas y ventosas, una llanura de algo más de mil kilómetros, en cuyo centro flotaba una densa nube de polvo gris y contaminación que –según nos contaron después en una gasolinera de las afueras– encierra en su interior una gran metrópolis de Solitarios ávidos de poder: taxistas y camareros furibundos, diputados correveydiles, banqueros salivantes y la odiada casta de Mandamases del Reino de Soledad. Ah, y la peligrosa Hastiada Mayoría (así la llamó el gasolinero, marcando la H y la M, lo que me hizo pensar que pertenecía a este grupo). 


Llegamos a las Montañas Ignotas un tres de agosto, cuando ya apuraba el día y los picos aparecían irreales sobre el horizonte, como parte de un paisaje en sueños, suspendidos del cielo y flotando sobre colinas y campos que sí eran de verdad. La carretera ascendía sinuosa y estrecha, encajonada entre el río y las paredes de rocas, bordeada de helechos y largas varas de avellanos que trazaban arcos a nuestro paso. Nubes leves sobrevolando cielos limpios, de un azul desteñido, que parecían desprenderse de recuerdos remotos que se transformaban en más nubes, más leves, apenas ya sin recuerdos, sin memoria. 


La primera noche cenamos callados bajo las estrellas, fue una cena improvisada en un pequeña zona de hierba húmeda junto al río, frente a nuestra casa, las copas de las hayas movidas por la brisa que bajaba dando suspiros por entre montañas oscuras. 


Y así comenzaron dos semanas al norte de Soledad. 




José María Sánchez Alfonso

Octubre de 2014


11 de octubre de 2014

MODAS, TENDENCIAS Y DOCTRINA


(Artículo publicado en el Tribuna Express el 9 de octubre de 2014)

La vida es una sucesión de tendencias. Nos pasamos la mitad de ella luchando y perorando sobre la libertad para darnos cuenta un día cualquiera que libertad es una bella palabra, sonora y cargada de esperanza, pero no deja de ser una entelequia. Las tendencias salen de las mentes de diseñadores, políticos, modistos, compositores…y si salen de los obispos, la llamamos moral. También puede llamarse doctrina, si es múltiple y adquiere carácter pedagógico o aleccionador. Si acaba en los escaparates, toma el nombre de moda.
Nos creemos dueños de nuestros actos y deseos, incluso llegamos a culparnos a veces por algunos de ellos, pero sería interesante que hiciéramos análisis retrospectivo con el fin de ver como y quienes nos han llevado a la culpabilidad. Para llegar a la conclusión de que los cambios experimentados en determinadas tendencias y doctrinas han sido lo suficientemente aleatorios como para afirmar que ninguna era esencial o definitiva, y detrás de todas aparecerán los que ostentan suficiente poder político y religioso como  para constituir lo que llamamos Sistema.
 La peor de todas las dominaciones es la que se realiza sin ser vista, desde arriba, en silencio a veces, y con apariencia de bondad. La que nos dirige como un Gran Hermano preocupado por nuestro bien. Esa que llevamos sobre los hombros desde que tenemos conciencia de estar vivo.
Hagamos un pequeño recorrido, dedicado a los que ya no volverán a cumplir los cincuenta. Aquellos que fuimos adolescentes en la época que nuestro país comenzaba a despertar del trauma de una guerra y abrir ventanas en lugar de cerrarlas. Formábamos parte de un Sistema puntual que acabó eternizándose. La Doctrina de ese momento, crucial para muchos, la formaba un conjunto de principios que tomó el nombre de Nacional Catolicismo.  La moral que esos principios destilaba prohibía mucho más, pero algo quiero recordar:   Ser madre sin estar casada. Vivir en pareja sin sacramento matrimonial. Tener relaciones sexuales fuera o antes del matrimonio. A la mujer, vestir de manera inmodesta. Viajar sola con el novio. Usar el novedoso biquini. Besarse en público.
Anoto solo la parte referida al sexo porque en realidad era lo más importante desde el punto de vista de los célebres pecados que tanto remordimiento nos hizo acumular . No recuerdo ninguna prédica de esos tiempos en los que amar o ayudar al prójimo tuviese relevancia. El sexo de convirtió en núcleo doctrinal por excelencia, y la tendencia se llamó Pureza. La moda, si me permiten ponerme irónica, pudo ser la tan exaltada virginidad.  Lo malo es que lo que ahora puede hacernos sonreír marcó a una generación de por vida. A todas las que confundíamos moral con tendencias sin saberlo. A muchas que necesitarían otra juventud que reparase la que le tocó vivir.
Lo extraño es haber pasado el examen de la transición del ayer al hoy, no con aprobado, sino con matrícula. Para llegar a ser madre hoy de hijas, madres a su vez, pero sin marido, o divorciadas y con dos en su haber. De aceptar embarazos sin padre, hijos homosexuales, parejas sucesivas conviviendo en paz sin un libro de familia. No solo aceptar, sino ayudar si hace falta, observarles con agrado ( por no decir envidia) y propiciar sus libertades. 

Todo porque las tendencias nunca son eternas, y sí cambiantes,  favorecedoras o punitivas de acuerdo con quien encabece su dirección. Porque no hay moral de curas y obispos, sino conciencia interior muy reflexiva de hacer el bien o no. No hay doctrinas políticas, ni siquiera ideológicas, hay resultados de los que la ejecutan, sean honrados o corruptos, velen por nuestras necesidades o por sus intereses.
En la Edad Media se usaba el corsé como moda, la guerra como tendencia y la Inquisición como doctrina. La Iglesia, y los reyes estaban detrás dando luz al Sistema.
Nunca seremos del todo libres. La conciencia de ello nos debería empujar a estar al acecho de cuantos, hoy por hoy, nos dirigen  desde arriba.
Ana  María  Mata
Historiadora y novelista

   

6 de octubre de 2014

DESAPROVECHADOS



 (Artículo publicado en el Tribuma Express el 2 de octubre de 2014)
Ahora que los colegios acaban de empezar y las elecciones están en sus primeros albores, voy a ver si toco un tema eminentemente nuestro que me ronda por la cabeza hace largo tiempo. Septiembre, ya se sabe, tiene sabor a uniformes, mochilas escolares, despertar lloroso para los pequeños y descanso para padres y abuelos que aunque lo nieguen, estaban de las vacaciones hasta el moño. Es lo que en Francia se llama la “rentrée”, palabra que las familias pronuncian con el alborozo de alguien premiado  -¡al fín!- con la lotería de la libertad.
Nosotros, estamos donde estábamos, por desgracia. Me asquea tratar el tema de la falta de colegios cada año, como una aburrida letanía a la que la Junta hace caso omiso, entretenida como ha estado con la celebración del aniversario de su Presidenta, fotos por aquí, tele por allá, felicitaciones y chorradas para un año en el que la cifra de lo recibido para Formación inexistente, más los E.R.E. debería avergonzar no sé si a ella, pero sí desde luego a todo el Partido. Decía que para Educación, y en Marbella, nada de nada, siguen las aulas prefabricadas, sigue el amontonamiento de niños en ellas, ni asomo de un nuevo colegio, faltan profesores…panorama dramático y escandalizador donde los haya.  Algún día eso repercutirá sobre el país, y todos seremos responsables.
Explico nuestra porción de responsabilidad. Marbella posee dos lugares en su perímetro como ciudad, absolutamente desaprovechados al decir de muchos, entre los que me encuentro. El Albergue de San Francisco, o Albergue Africa en los últimos tiempos, y el Campamento Vigil de Quiñones. Dos lugares además de históricos, espaciosos, con grandes posibilidades para habilitarlos en alguna de las muchas necesidades que en relación con la juventud y la educación tiene la ciudad.
El albergue Africa, fue en sus más antiguos orígenes sede de la Orden Franciscana, y siempre hemos oído decir que el mismo Miguel de Cervantes recaló en él para pernoctar. Después de cumplir en tiempos del franquismo su función de residencia veraniega de universitarios afectos al SEU, en la actualidad ejerce un papel ínfimo como albergue de muy bajo costo, en espera de que en él la Junta construyese el tan necesario nuevo colegio para esa zona. Creo que se ha limitado a solucionar los problemas del Gil Muñiz, parcheando su desastrosa situación. No puedo entender que un gobierno autonómico minimice de esa manera la escolaridad y coloque la educación al último puesto en la cola de sus muchos asuntos sin resolver.
La indignación casi me impide teclear cuando leo que los parlamentarios del PSOE y de IU rechazan e impiden, por tanto, que el fraude en los cursos de formación se investigue en el Parlamento. Olvido por un momento nuestras carencias y digo en voz alta, aunque en solitario : “¿Para que nos sirve entonces, si el más importante –hasta ahora- caso de corrupción no puede ser llevado a una comisión de investigación en el Parlamento? …como he leído también, quizás pretendan que se encargue de ello la ONU, o la Federación de Planetas, escribe un colega en El Mundo.
No hay dinero para colegios de niños porque adultos corruptos, sin moral, y quizás hasta políticos, lo han robado y quieren silenciarlo. Soy Mafalda y quiero bajarme de  este planeta o al menos de este país y mi territorio autonómico.
Volviendo con los lugares desaprovechados, el Campamento Vigil de Quiñones es el segundo de los elegidos. Igualmente que el anterior cumplió su misión en una etapa pasada y he recordado en ocasiones aquí como las niñas del lugar esperábamos nerviosas los sábados y domingos de aquel tiempo porque esos días bajaban al pueblo los “Flechas del Campamento” que pasaban temporadas de vacaciones en él, y cuyas tiendas de campaña entre pinos, comedores y espacio deportivo les servía de jolgorio además de recuerdo intenso de que España era “una Unidad del Destino en lo Universal” con el Cara al Sol como música de fondo.
Al día de hoy, el Campamento vale un poco para todo y un mucho para nada, o lo que es igual, nadie sabe para qué sirve en concreto, ya que su abandono es casi total, y aparte de algunos domingueros con bocatas,  para pequeños bares particulares en noches de verano.
Vigil de Quiñones, héroe del Filipinas, en concreto de la batalla del sitio del Baler, natural de la tierra, vería con mejores ojos el destino de unos terrenos amplios con su nombre, si este fuese el de un cuidado lugar deportivo, ampliación, por ejemplo, del pequeño Polideportivo que se encuentra al lado del frente. Cualquier otra utilidad relacionada con la Música, el Teatro, o eventos culturales en general, serían deseables para una ciudad que adolece de ellos. Me acuerdo del aprovechamiento que del Castillo Sohail de Fuengirola se ha hecho, y como tiene lugar en él conciertos, ópera o teatro clásico.
Siempre me he preguntado porqué los lugares o edificios que en su día fueron emblemáticos acaban muchos de ellos como despojos cuando pasa el momento puntual en el que fueron célebres o destacados. No parece existir una planificación municipal o estatal que instruya como deberá ser su futuro, antes de comenzar a realizarlo, lo que dice muy poco de las administraciones y mucho del despilfarro presupuestario que se ha dado en nuestro país últimamente de escandalosa manera.
Tal vez los ciudadanos deberíamos tomarnos más en serio lo que se hace y lo que no en cada municipio. Adonde va el dinero y por qué causas. De tiempos anteriores conservamos una rémora absurda, la de dejarnos llevar por quienes mandan, y solo preocuparnos cuando la farola de una de nuestras calles se queda sin luz.
Carecemos de sentido comunitario y la escasa información que nos llega hace el resto. Conozco lugares europeos donde para cambiar el color de las ventanas de los edificios en una calle es necesario votar. O para ponerle nombre . O decidir a que se destina un terreno municipal.
Desidia de unos, ignorancia de otros y esquilmados por los que deberían guiarnos, todo se nos va en echar piropos al sol y esperar a los turistas de verano.
Ana  María  Mata
Historiadora y novelista