20 de marzo de 2017

MARBELLA ACTIVA

Existe una opinión, más o menos generalizada que consiste en afirmar cómo la mayoría de jóvenes de hoy día suelen ser díscolos, pasotas, y sin más criterio que el proporcionado por las abusivas redes sociales, única opción en la que creen y donde no dejan de actuar.
Puede que tal afirmación proceda en su mayor parte de padres y familias decepcionados por el presente y preocupados por el futuro de quienes son sus herederos y a quienes quisieran imaginar siempre en situación más elevada que la que ellos, en su día alcanzaron.
No creo en dicha afirmación, más que en determinados casos concretos, tristes, desafortunados y de los que, en verdad,  todos conocemos alguno. Pero con estas líneas de hoy quisiera refutar esa idea, añadiendo además pruebas concluyentes. Pruebas que tienen a nuestra ciudad como protagonista y a muchos de los jóvenes que la habitan como ejecutores de un positivismo total.
Hace unos años un grupo de ellos decidieron unirse para crear una asociación sin ánimo de lucro, cuyo nombre encabeza este artículo, y con el proyecto común de revitalizar los organismos, municipales y ciudadanos, en pro de una mayor efectividad en el desarrollo cotidiano de las necesidades de la ciudad junto con una reivindicación de su historia en todos los ámbitos de la misma. En ese sentido han ido trabajando día a día, sin desaliento y con una animosidad efervescente que por calificarla de algún modo, a quien escribe, solo se le ocurre el vocablo de envidiable.
Sus actividades van de lo teórico a lo práctico y abarcan aspectos tan diversos como la Naturaleza, realizando desde recorridos por la montaña, por la diversidad vegetal, por el conocimiento de las aves, hasta el intento de recobrar costumbres lejanas pero muy nuestras, fiestas, folklore, canciones, cocina, y hasta formas de hábitat o de vestuario en lo que ya es una verdadera investigación etnológica, nunca realizada hasta ahora y con ánimo de aumentar en todo lo que sea posible.
Ni que decir tiene que lo primero en hacer fue la búsqueda de hombres y mujeres cuya edad signifique no una carga sino un cúmulo de vivencias y experiencias pasadas, y cuyo interés humano es de una calidad impresionante.
Uno de los últimos logros ha sido la presentación de un libro muy especial, con ilustraciones preciosas, que se ha distribuido a colegios e institutos, y cuyo nombre es “Descubre Marbella y San Pedro”. Indispensable para una integración completa del niño en su medio, en la ciudad que debe conocer desde su balbuceo para aprender a quererla y hacerla mejor. La intención es que  no haya un alumno que desconozca lo esencial de un pueblo privilegiado por su clima pero cuyo contenido es tan bello o más que su continente. Recomiendo vivamente a quien todavía no lo haya visto y leído su posesión inmediata.

Permítanme por una vez poner nombres propios a quienes se les ocurrió y fueron capaces de llevar a término esta idea genial: Javier Lima y David Bailón. Entusiastas al máximo,  generosos y pacientes hasta unos límites que no son muy comunes.
Marbella Activa, convoca también hasta finales de abril su anual concurso de relatos, ayudados por la Fundación del Hotel El Fuerte, siempre con el lema de conocer más la ciudad ya sea su pasado, su presente y hasta, si alguno se atreve, su futuro.
“Mujeres de las Veredas”, un grupo dentro de la asociación, dirigido por Dolores Navarro, organiza sus marchas mensualmente con el objetivo de conocer bien Sierra Blanca, y al mismo tiempo de crear caminos y veredas por donde recorrerlas mejor.
El incombustible Antonio Figueredo, el Feliz R. de la Fuente de los pájaros de la costa desde Marbella hasta Algeciras, el hombre sabio de la naturaleza, acompaña con sus conocimientos cada salida que la asociación realiza como un homenaje a nuestra naturaleza singular.
Y por si algo faltara, Marbella Activa se ha propuesto conseguir que nuestro espeto de sardinas y nuestras moragas sean reconocidas  fuera de nuestras fronteras como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Elevar a nuestras humildes pero riquísimas sardinas al más alto empíreo gastronómico. Lo conseguirán, estoy segura.
Les decía que a los jóvenes hay que conocerlos bien antes de emitir una afirmación negativa. Sencillamente, creo que hay que darles algo en los que el cerebro y el sentimiento se unan. Verán como dejan de ser pasotas.
Marbella Activa no es solo una asociación. Es una hoguera cuyo fuego te quema en cuanto te acercas. Gracias a ellos por incluirnos a los no tan jóvenes. Gracias por su entusiasmo. También en lo cotidiano se puede ser héroe.

                                                                                           
Ana  María  Mata   
(Historiadora y Novelista)

8 de marzo de 2017

DIA DE LA MUJER



¡Nos han concedido un día!...Generosidad incomparable. Magnanimidad digna de encomio por parte de una sociedad que atesora en su haber, solo en España veinte asesinatos de mujeres en lo que va de año. Muestra de gentileza hacia quienes, en el fondo, muchos, y entre ellos algunos políticos europeos, como el polaco último, siguen considerando distintas, inferiores, y hasta retrasadas en comparación con el hombre, valor siempre en alza, indiscutible rey de la Creación, al que, a pesar de su gran inteligencia, Eva pudo arrebatarle las delicias de Paraíso con una simple manzana.
Decía que nos hemos merecido un día. Espléndido. Como la Banderita, el Oso Panda en extinción, la Fibromialgia o los enamorados. Estupidez colectiva y comercial dentro de la cual se solapan asuntos tan tremendos como enfermedades, cuyo interés no debería tener fechas conmemorativas, sino realidades fácticas.
Pero somos así, vocingleros e ineficaces. Rimbombantes y llenos de lagunas chapuceras. El día de la mujer, es un ejemplo de ello. No necesitamos una festividad, sino un reconocimiento de lo que podemos o no valer, sin que en ello entre en juego las cualidades físicas ni el parentesco político o familiar. El día que una mujer ejecutiva gane un sueldo equiparable al de un hombre realizando la misma función, o que el marido --versus pareja-  de cualquier edad conozca donde están los diferentes utensilios de la cocina de su hogar sin equivocarse, ese sí será un día para festejarlo. El verdadero día de la mujer. O ese otro, mucho más lejano en el que las mujeres árabes decidieran y las dejasen exponer a la luz el rostro al completo, y las europeas no fuesen apaleadas como si de muñecas vivientes se tratara por un “compañero” cuyo amor se demuestra  a golpes.
De todas formas, como estamos en ello, aprovechemos este fastuoso día para recordar y homenajear a un puñado de féminas cuya trayectoria fue o es impecable. Mujeres que dejaron el corazón, la mente y las fuerzas en conseguir que apostaran por su trabajo, a veces, por desgracia, sin total resultado.
Como las únicas, casi, que han alcanzado renombre y llegado hasta hoy son extranjeras, les daré prioridad. Nadie olvida a Maríe Curie, premio Nobel de Física y Química, ni a Rosa Parks, la afroamericana que no se levantó de su asiento en el autobús  para dárselo a un  hombre, como era lo establecido. O más cercana en el tiempo, a la Madre Teresa de Calcuta, ejemplo máximo de entrega a los marginados.
En España, nombremos a Clara Campoamor, defensora a ultranza del sufragio femenino, alcanzado en 1933, siguiendo por su aparente rival en ello, Victoria Kent, primera mujer directora de prisiones y creadora de reformas penitenciarias esenciales ( se opuso al voto en ese tiempo por la gran influencia de la Iglesia sobre mujeres analfabetas), continuando con Teresa Claramunt, fallecida en 1930, obrera textil anarcosindicalista que reivindicó el papel que las madres transmiten a los hijos, pidiendo igualdad. Y en otro aspecto, Carmen de Burgos (Colombine) almeriense, periodista y escritora tras largos esfuerzos, relacionada sentimentalmente con Ramón Gómez de la Serna, y corresponsal de guerra en Melilla o María Lejárraga, cuyas obras llevaron durante largo tiempo el nombre de su marido para poder publicarlas. Sin olvidar a María Goyri, primera mujer licenciada en Filosofía en 1892, a quien dos guardias llevaban diariamente a la clase en la Universidad, por el revuelo que su presencia armaba en el aula.
Un pequeño abanico de mujeres que lucharon por una igualdad entonces impensable, sometidas algunas a la tiranía de personajes como Juan Ramón Jiménez, excelso poeta pero maníaco hasta la extenuación, y al que Zenobia Camprubí dedicó toda su joven vida personal, renunciando a la suya profesional de traductora y poetisa.
Mujeres sin nombres, la inmensa mayoría heroínas del hogar, desde aquellas que además de trabajar en la crianza y sus  faenas domésticas, también ayudaban a la recolección,  a las matanzas de animales y  a la venta de los productos del campo. Mujeres que fueron asesinadas por adulterio a manos de quien lo era en excesivo pero le estaba permitido. Mujeres viudas después de la guerra, sacando adelante a sus hijos sin más ayuda que sus manos y una espalda destrozada, pero en silencio. Mujeres que ayudan al sacerdote y trabajan en la Iglesia con afán sobrenatural, pero de segunda categoría para una jerarquía anquilosada. Investigadoras que fueron apartadas de sus descubrimientos para ponerlos después bajo nombres masculinos.
Mujeres en fin a las que hasta ahora llamaban el “sexo débil”, hoy en cuestión.
A todas ellas, las fallecidas, las de ayer y las de cada día, van estas letras, de reconocimiento identitario. Les debemos mucho más que un 8 de marzo.
                                                                                              
Ana  María Mata
(Historiadora y Novelista)