19 de enero de 2019

EL ORIGINAL Y LA COPIA

No existe problema mayor en una empresa u organización que el hecho de que aparezca un contrincante con medios tan similares que acaben resultando una copia de la misma. El riesgo puede ser tan grande que es necesario agudizar la imaginación hasta niveles en los que las diferencias sean notorias y verdaderamente claras.
En Génova se han encontrado con la necesidad de enfrentarse a lo que han llamado “rearme ideológico,” a través del cual, la cúpula aspira a  marcar territorio contra Vox y de paso, sellar las fugas. Pero en las filas conservadoras cohabitan las dudas sobre la estrategia a seguir.
El debate persiste sobre como actuar ante la realidad de un nuevo competidor: dar la batalla por la derecha o asentarse en el centro. La mayoría de los cargos afirman que la primera es la apuesta de Casado. Así entienden que el discurso de éste se haya extremado en materia de inmigración o frente al independentismo catalán, además de las concesiones en el debate de género que llevaron al líder del partido popular a hablar de “violencia doméstica” ante las reivindicaciones de Vox-
Desde luego, no hay unanimidad dentro del partido. El riesgo que algunos advierten en poner el foco en la derecha es que se les vayan los moderados a Ciudadanos, el tercer  partido en discordia. Otros añaden que hay peligro de que el P.P. acabe desdibujado, porque entre el original –dicen muchos- y la copia, la gente tiende a elegir al primero.

En un momento de desorientación política pueden solaparse o coincidir los programas y el electorado no ver nítido donde está la verdadera esencia de sus creencias. En el Partido Popular coexisten auténticos centristas que han sido fieles al mismo, más allá de los cantos de sirena de Ciudadanos, pero también habitan ciudadanos cuya ideología va más allá de las líneas, hasta el presente ligeramente moderadas, del partido, que han soñado alguna vez con un ir más allá en posiciones, más severas en su “derechismo” y que ven demasiado templadas las actuales. Estos últimos han visto en las proclamas de Vox un ardor nuevo semejante al que en su interior llevaban tiempo soñando.
En la convención que comienza el viernes en Madrid, bajo el lema “España en libertad” debe  discutirse todo eso. En este cónclave han modificado su logo, ahora la gaviota forma un corazón con los colores de la enseña nacional sobre el término “populares”.
El Partido Popular tiene ahora una doble responsabilidad electoral. Seguir siendo conservador y de derechas sin que asome sobre su logos y sus principios algunos de los ideales feroces y rígidos de Vox, su alter ego contrincante.
Difícil tarea para un partido ya clásico que de golpe ve alterada su monótona cantinela sobre la defensa de los valores, la unidad de España, la Constitución y la firmeza, frente a un colega que pregona idéntica canción pero en un tono muchísimo más alto.
Hay nervios en el partido de Aznar, Rajoy y Casado. Su partido se define como el original  pero le tiene miedo a la copia, porque exaltados hay en todas partes y la novedad atrae a los dudosos.

Por el bien de todos sería deseable que cada uno compita con limpieza dentro de su terreno. Bastante liados estamos los votantes como para dudar antes de echar la papeleta.
                                                                      
Ana María Mata
(Historiadora y Novelista)

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