23 de enero de 2013

EL NAUGRAGIO DEL PRÍNCIPE DE ASTURIAS



Todo el mundo en nuestra patria ha escuchado hablar alguna vez del famosísimo hundimiento del Titanic, pero muy poca gente conoce en este país otro caso similar que también supuso la pérdida de miles de almas en la mar, se trata del "Titanic español".

El trasatlántico Príncipe de Asturias era un navío magnífico, orgullo de la Marina Mercante española. La naviera Pinillos encargo esta nave, junto a su gemelo Infanta Isabel" a los astilleros Harlan and Wolf (los mismos astilleros que construyeron al celebérrimo Titanic de la Whitte Star Line británica) que a su vez le pasó el trabajo a la filias Russel and Co. por estar a tope de carga de trabajo, que lo botó en 1912.

Tras navegar varios años sin problemas haciendo la ruta entre España y Sudamérica para llevar a muchos emigrantes hasta el Nuevo Continente para probar suerte, por lo que no sería nada de extrañar que muchos hijos de Marbella hubiesen viajado en él hasta Argentina y Brasil en busca de una nueva vida mejor fuera de la deprimida España de esos años, el Príncipe de Asturias chocó con una aguja de roca que no estaba señalizada en la costa de Brasil (marcación 23° 56” S, 45° 58” W), que le provocó una importante vía de agua que le hizo naufragar a una sonda de cincuenta metros frente a la Playa de Los Castellanos, en la Isla de Los Bujios, el 5 de Marzo de 1916.

El barco escoró mucho y no se pudieron arriar los botes salvavidas, así que la tripulación y el pasaje se tuvo que lanzar a la mar a buscar fortuna para sobrevivir, si bien, y a diferencia del Titanic, la temperatura del agua era templada, lo que evito un mayor número de muertes entre los naúfragos por la hipotermia.

Una vez que los supervivientes llegaron a tierra fueron generalmente bien atendidos por la población indígena local, que prestaron unos primeros auxilios básicos a los españoles, si bien hubo contadísimos casos de excesos y violaciones a algunas mujeres que pronto fueron repudiados por los habitantes locales, ya que ensombrecieron la magnífica labor humana de la mayoría.

  Una anécdota curiosa e intrigante es que, al igual que con el Titanic, se menciona en algunas fuentes que el Príncipe de Asturias transportaba en sus bodegas una gran cantidad de oro que iba a servir para abrir un importante banco en la Argentina. Algunos supervivientes, como el electricista cartagenero Siles, relata que momentos antes del naufragio, ya de madrugada, el capitán del trasatlántico español había desaparecido, habiendo otro barco abarloado y operando las plumas de carga para traspasar unas cajas más o menos pequeñas pero muy pesadas que resultaron muy sospechosas. Momentos después el barco español se hundiría para siempre. Esta curiosidad, aún sin probar, ha sido utilizada por algunos autores para intentar explicar un posible robo llevado a cabo por el vapor británico Glasgow, que estuvo siguiendo la estela del Príncipe de Asturias desde el momento que empezó a cruzar el atlántico tras dejar atrás el archipiélago canario. Cuando menos curioso esta parte del relato sobre el naufragio del barco español.

El trasatlántico de la naviera española Pinillos era un barco grande y lujoso. De 160 metros de eslora y 20 de manga, estaba magníficamente equipado con una potente y moderna maquinaria, espacios amplios y decorados con profusión de lujo y confort, muy poco tenía que envidiarle al Titanic o a otros grandes trasatlánticos del momento.
Parece que el pecio ha sufrido también algún tipo de espoleo por parte de buceadores dedicados a sacar acero del barco hundido para venderlo a empresas especializadas en astronáutica e investigación científica aeroespacial, ya que se trataría de un acero que al estar sumergido bajo el mar no ha estado expuesto a la radiación global producida durante el final de la Segunda Guerra Mundial por las bombas de Hiroshima y Nagasaki y las pruebas nucleares posteriores y tendría un gran valor para esas industrias.

 
Como curiosidad merece la pena destacar que, al igual que al Titanic con sus naves hermanas, el Infanta Isabel, unidad gemela del Príncipe de Asturias, fue hundido por un submarino como le sucediera al Britanic durante la I Guerra Mundial cuando regresaba de Gallipolli, si bien esta vez en vez de un U-Boat alemán sembrando minas en el “Mare Nostrum” se trataba de un submarino estadounidense durante la Segunda Guerra Mundial  que le metió un torpedo por las costillas y cuando ya había cambiado el pabellón español "sangre y oro" por el "sol naciente" de la nueva naviera japonesa que lo había comprado de segunda mano a la Pinillos.

No sería justo acabar este breve relato sin mencionar a vuelapluma el otro gran naufragio de la marina mercante española, el Valbanera de la misma naviera Pinillos, que también se hundió en la mar con un gran número de vidas pédidas, siendo estos dos casos los mayores desastres en la mar de la historia naval de España e Hispanoamérica. Quiera la Virgen del Carmen que no vuelvan a repetirse nunca jamás casos como el del Príncipe de Asturias y el Valbanera, hundidos cuando salían de nuestro país, cargados de emigrantes para buscar mejor vida fuera de nuestras fronteras.

Juan Cristóbal Ortiz Parra