26 de abril de 2012

TIRAR EL DINERO



 Cómo aburre y hasta deprime hablar siempre del mismo tema agazapado dentro de  cualquier otro que sea de actualidad. Por muy envuelto que venga en apariencias distintas, al final  aparece cual duende maligno que ha resuelto invadir nuestras vidas. Y a bien que lo está consiguiendo, ¡por Belcebú! con astucia y formas que nunca hubiésemos podido imaginar. Porque la dura y cruel realidad es que todo se reduce hoy a dinero, llámese de esta forma o de las muchas que han inventado: euríbor, prima de riesgo, déficit o deuda de estado. Por mucho que queramos modernizar al también llamado vil metal, las denominaciones no logran ocultar la dependencia que de él tenemos, hoy como siempre, a pesar de la frase tan socorrida a veces de…”lo que importa es la salud”; imagino que pudo ser creada por un Rockefeller o un Bill Gates para descargar su conciencia al mirar a su alrededor.
Y siendo así, por mucho que nos desagrade, cuesta creer a la hora de hacer balance qué ha podido pasar en un país como el que vivimos para encontrarnos donde y como nos encontramos tras la etapa anterior de felicidad y casi saturación. Pero no es tan difícil, no crean, con solo que demos un repaso a ciertas cosas que nos pasaron desapercibida entonces; y que no debieron pasarnos, o dicho de otra manera, debimos o debieron evitar, puesto que ahora lo único factible es la condena a sus autores, (o la reprobación, porque aquí, condenar, lo que se dice condenar, no es lo habitual). Siempre llegamos tarde, y al final solo queda el lamento o el comentario en corrillos. Triste país, no paree que tengamos arreglo.
Me he molestado en buscar los hechos más destacados de nuestra historia de errores descomunales, algunos casi desconocidos por ciudadanos que confiamos demasiado en nuestros gobernantes y dejamos que manejen a su antojo el tristemente llamado erario público.
Ejemplos de a donde van nuestros dineros: Hemos invertido 1.700 millones en 18 desaladoras y solo cinco se han puesto en funcionamiento. El aeropuerto de Ciudad Real no ha servido para nada más que para la foto en el diario de la provincia. El de Castellón, ni siquiera ha abierto sus puertas, y el de Huesca registró un tráfico de 18 pasajeros en un mes.  El Ministerio de Cultura he subvencionado películas que no han llegado siquiera a estrenarse. Me han dicho quienes lo saben que el despacho del alcalde/esa del Ayuntamiento de Madrid es mucho más grande que el del presidente de los Estados Unidos. Tenemos 77 universidades y sus rectores no tienen que dar cuenta a nadie de cómo gastan sus presupuestos. Hay en alguna de ellas especialidades con tres o cuatro alumnos. Y para no cansarles, ya saben que España, y en especial la Costa del Sol, es el lugar al que vienen más extranjeros a los hospitales para cirugías que consiguen casi gratuita a través de unos extraños métodos no inspeccionados.
A todo eso no puede llamársele generosidad sino dispendio y pésima administración. Más que pésima, si pensamos quienes fueron los organizadores de unos proyectos fantasmas cuyos autores deberían estar en ese lugar cerrado al que hasta ahora, al menos, parece que solo llegan los pobres. Como el viejo carterista al que le pesan demasiado las piernas. 
    
Ana María Mata
Historiadora y novelista                                                                                                                                                                                                   

19 de abril de 2012

ESTAMOS COMO EN EL 98


Fue una generación que dejó su impronta en la historia española por muchos factores, pero el hecho de traerla hoy aquí se debe al más importante de cuantos los unían: el pesimismo y la crítica a una España que parece un calco, por desgracia, de la nuestra de hoy. Salvando las distancias, claro está, y con los matices que quieran, el grupo que formaban en principio Pío Baroja, Azorín, Valle-Inclán  y Maeztu pensaban, con razón, que el país se desmoronaba lentamente como resultado de políticos ineficaces y economías nefastas.   En aquel momento pudo ser la pérdida de las últimas colonias el detonante más activo. Cánovas y Sagasta, como alternativa el uno del otro en el gobierno, no daban ya más de sí, su agotamiento mutuo condujo a una crisis política que se incrementó gracias al poder que habían ido adquiriendo los nobles y la Iglesia. La fuerte incultura generalizada completaba el espectro nacional.  Al grupo antes citado se unirían después Ganivet y especialmente Miguel de Unamuno, cuya filosofía literaria es todo un modelo del dolor sentido por la patria vejada.
La historia se repite, o es cíclica, como algunos piensan. Los hados se alejan de nosotros y en su lugar sortilegios malignos parecen atravesar el país dejándonos cada día una noticia peor que la anterior. Nos abandona un presidente sonriente pero mentiroso que nos dejó casi en bancarrota y llega el nuevo con tijeras demasiado afiladas y una mudez casi de enanito de Blancanieves. Estábamos en harapos y poco, muy poco, falta para que nos veamos en cueros vivos, con una mano delante para tapar las vergüenzas. En Europa nos miran con desdén y hasta nos ponen como ejemplo a evitar. Si estuviésemos en la etapa franquista, diríamos que nos tienen envidia por ser como somos. Pero hoy no vale el tópico de alegres, trasnochadores y extrovertidos. Nada de eso cuenta para la endiablada “prima”; y la verdad es que para poseer sentido colectivo, previsión de futuro y capacidad de trabajo sin trampas, nos falta todavía mucho.
Argentina rechaza a una de nuestras empresas más fuertes (de la que, por cierto, nadie sabe si las ganancias revertían a España o tomaban otros caminos) y el mismo día que nuestra fiabilidad exterior hacía aguas, el Jefe de Estado se rompe la cadera y no precisamente por subir los escalones de su despacho a altas horas de la madrugada. “Annus horribilis” dijo la reina inglesa y lo mismo dirán en la Zarzuela cada uno por su lado. Más horrible todavía para el profesor que pase a tener cuarenta alumnos en lugar de veinte, y el interino que ni siquiera pueda optar a uno. O el médico cuyas urgencias se colapsen y no pueda operar por falta de medios para quirófanos y material. Junto al ingeniero que deba trabajar de pinche de cocina o el arquitecto dibujando mariposas.
Si a los de la Generación del 98 les parecía su país un lugar casi salvaje, inculto y fanático, a los de ahora mismo nos parece injusto, con partidos y políticos egoístas que no son capaces de aparcar trifulcas y alcanzar un pacto que busque soluciones.
Es posible que en este desierto aparezca un nuevo Unamuno que inmortalice con sus críticas la indolencia racial que padecemos. Mientras tanto seguiremos con esa actitud tan ibérica y desgraciada de “sálvese quien pueda…”

Ana  María  Mata
Historiadora y novelista 

16 de abril de 2012

UNA MARBELLERA EN EL TITANIC


El trasatlántico R.M.S. Titanic es sin duda uno de los barcos más famosos de la historia a causa de la tragedia que supuso su hundimiento hace ahora exactamente una centuria. Cuando la naviera White Star Line lo encargó a los astilleros Harland and Wolff de Belfast la idea era tener el barco de pasajeros más grande, lujoso y rápido del mundo. Pertenecía a un trío de unidades gemelas (la clase Olympic) que, desde luego estuvieron marcadas por el infortunio. Puede que la insolencia y prepotencia de tildar al Titanic como insumergible y que ni el mismo Dios podía hundirlo fuese como un imán para el desastre por el que tendrían que pasar la madrugada del 15 de abril.

Más suerte tuvo una de sus pasajeras. A bordo viajaba una hija de Marbella, Encarnación Reinaldo de 28 años, que viajaba desde Southampton a Nueva York para encontrarse con su hermana y probar suerte en los EE.UU. Esta marbellera había trabajado siempre en el servicio doméstico en casas de familias británicas asentadas en Ronda, del Campo de Gibraltar, la colonia de Gibraltar y finalmente en Londres, donde se llegó a empadronar.

 Cuando compró su billete de embarque, de segunda clase, en los datos apuntados por la naviera constaba como que era londinense y su apellido se transformó a Reynols, quizás por desconocer el castellano el oficinista de la White Star Line encargado de estos menesteres. Aquí empieza la historia de la pasajera española más misteriosa del R.M.S. Titanic.

Primero se dijo que era inglesa. Más tarde se afirmó que era  de origen cubano. Otros dijeron que era valenciana porque en Nueva York se inscribió en la oficina de Inmigración con el apellido Requena, si bien esto se debe al apellido de esposada  de su hermana (una costumbre anglosajona por el que la mujer pierde su apellido para adoptar el de su marido) casada con Miguel Requena, un antiguo militar español, posiblemente marbellero también, que pasó de servir en Puerto Rico a convertirse en un próspero comerciante en la ciudad de los rascacielos. Finalmente y gracias a la aparición de una caja con antiguas fotografías familiares en un apartamento de Manhattan sacó a la luz la verdadera identidad de esta misteriosa pasajera, de la que llegaron a decir que era incluso un hombre que se disfrazó de mujer para salvar su vida.

Cuando el Titanic navegaba a toda máquina por el Atlántico norte y en plena noche, para demostrar su poderío y ganar la famosa Banda Azul que solo se entregaba al trasatlántico más veloz en comunicar Europa con América, un pedazo de la naturaleza se cruzó en su camino para demostrar que ella, y no los hombres,  es la dueña y señora del planeta. Un iceberg de enormes proporciones cortó una buena porción de la obra viva del barco, inundándolo hasta que los abismos le requirieron su presencia en el fondo del mar. Nuestra ya famosa marbellera logró  subir en uno de los botes salvavidas con todos sus ahorros, unos treinta dólares, que para la época era una pequeña fortuna, si bien perdió su equipaje y los recuerdos familiares que llevaba en su camarote de segunda clase, ¡pero salvó la vida, que no es poco!.

A la mañana siguiente el trasatlántico R.M.S Carpathia, de la naviera rival Cunard, llegó a la zona del naufragio y rescató a los supervivientes en los botes salvavidas. Curiosamente ese era el mismo barco con el que su hermana llegó a los EE.UU. el año anterior. A bordo de este barco nuestra protagonista vio por primera vez la estatua de La Libertad el 18 de abril de 1912. Sin duda fue una afortunada que vivió una experiencia única y aterradora que, un siglo después, sigue siendo una de las historias más míticas de la humanidad por el gran impacto mediático que supuso en su época. Ningún barco es insumergible y la mar siempre es la que manda sobre las obras de los hombres. Puede que nuestra querida Virgen del Carmen, tan venerada en Marbella, le echara un cable a nuestra antigua paisana para que sobreviviera y nos acordemos hoy de ella en su ciudad natal.

Juan Cristóbal Ortiz Parra

13 de abril de 2012

EL PLACER DE LA LECTURA

Porque no solo de economía y crisis vive el hombre, pido permiso para escribir estas líneas en homenaje al único objeto inanimado que me hace sentir sensaciones placenteras de forma gratuita y sin limitaciones. Se llama Libro, y en unos días festejaremos el aniversario en su honor, debido a la circunstancia curiosa de que dos de sus más excelsos exponentes falleciesen el mismo día, 23 de abril. No imaginaron jamás Cervantes ni Shakespeare que algo tan especial como la muerte iba a unirlos en idéntica corona de laurel tan extraordinariamente merecida.

No voy a escribir de la cuestión, hoy tan repetida, de si el libro como tal, en su forma primigenia, con portada, hojas, tinta y papel tiene o no sus días contados. Personalmente si tal hecho ocurre, lo lamentaré profundamente como se hace cuando algo enormemente querido desaparece; pero seguiré adentrándome en la esencia de la lectura, cualquiera que sea la forma que ésta presente. Al fin y al cabo lo que importa es el contenido, aunque su continente sea menos bello, pero, como dicen, tal vez más cómodo.

Verán que he escrito “placer” junto a la palabra “lectura”. Lo hago porque no entiendo lo uno sin lo otro. Tomar un libro (el actual) en las manos, debe ser -y así lo proclamo- un gozo desde el mismo momento en que los dedos acaricien su portada. El olor que desprenden sus hojas es algo ya tópico pero no por ello menos real para sus amantes. Acabo de descubrir, sin querer, el vocablo auténtico para la relación persona-libro: Amantes. Con la fogosidad, el deseo, la expectativa y hasta el temblor que dichos personajes emprenden lo que ha de ser una aventura más o menos fugaz. No importa. Como tampoco importa si el libro, como tantas veces el amante, nos defrauda en nuestra desmesurada ilusión. Nada es definitivo en la vida, y otro vendrá a reemplazarlo. Mientras, la búsqueda se convierte ya en sí misma en una sensación distinta a las muy anodinas de nuestra cotidianidad. Y al final, cuando la esperanza sea un hecho, viviremos otra vida, paralela a la que nos hace respirar cada segundo. La vida de quienes están dentro de las líneas escritas, cuyos rasgos debemos crear nosotros mismos, por muchas descripciones que el autor nos depare. Como igualmente habrá que imaginar lugares y situaciones que el libro solamente insinúa. De ahí su gran valor cognitivo, su enorme capacidad didáctica. Todo se realiza en nuestro cerebro a través del hilo conductor que quien escribe nos regala para que, al introducirnos en él, vivamos juntos una aventura o proposición determinada.

Perdonen mi entusiasmo pero no conozco placer más intenso junto al de la música que no acabe con los años ni se deteriore. Me atrevo a aconsejarlo a quienes no lo conozcan a fondo. Y hasta unas recomendaciones concretas: “Diario de invierno” de Paul Auster y “El enredo de la bolsa y la vida”, último de Eduardo Mendoza. También, interesante y divertido: “Aire de Dylan” de Enrique Vila-Matas. Ninguno de ellos les defraudará.

Ana María Mata
Historiadora y novelista

11 de abril de 2012

XII MEDIA MARATÓN VILLA DE MADRID


Para los que os preguntáis qué piensan esos locos que corren a todas horas por el Paseo Marítimo, por el arcén de la carretera, o por cualquier sitio...

Días después de la Media estas son algunas de mis impresiones.

El ambiente ha sido espectacular, una gran marea naranja (color de la camiseta de la carrera) pero muy bien organizada. Mi sensación es que la gente ha respetado bastante su posición en la salida, y hemos empezado a correr a buen ritmo desde casi la salida. Los de los 5000 han salido a las 9.20 desde unos 200m por delante, así que no ha habido confusiones. Nosotros a las 9.30 en punto y con grandes aplausos por todos los participantes. 500m por el retiro y en seguida todo para arriba. Pendientes variables, algún pequeño llano, y tremenda la sensación de tener todas las grandes avenidas solo para nosotros. Se me olvida comentar que la temperatura era la perfecta, entre 15-20º y cielo despejado, pero los propia edificación nos proporcionaba una agradable sombra. Pese a querer hacer un buen tiempo, me decidí a llevar el móvil y grabar parte de la carrera. Merecía la pena perder unos cuantos segundos pero quedarme con ese recuerdo digital. Hasta la Plaza de Castilla, km9, he seguido a tres corredores de Burgos, pero a partir de ahí, me he lanzado a la bajada. Bajada suave con cambios variables de pendiente, pero con subidas repentinas. Un auténtico rompepiernas que había que gestionar con mucha concentración. Y así hasta llegar nuevamente al Retiro donde el abundante público nos llevaba en volandas...pero quedaban los 3 últimos y durísimos km cuesta arriba, especialmente entre el 18 y 19 con 300m de fuerte pendiente. Ya dentro del Retiro, lo que parecen unos cuantos metros, son en realidad más de 1km y tocaba apretar los dientes. Se ven varios arcos publicitarios pero no el de Meta. Mucho público y la grada de la recta de llegada a rebosar, animando sin cesar y provocando la emoción de los participantes, entre ellos, este PRIMEGUIS que ha lucido con orgullo su camiseta verde por la capital del reino, dejando el crono en unos dignos 1h37min13seg. ¡¡Objetivo conseguido con creces!!

Os dejo también mis comentarios a preguntas de mis compañeros del Club Atletismo Primeguis:

La altitud no la he notado, o mejor dicho, no había pensado en ella y que me fuera a influir. Tal vez a nivel de los profesionales si, pero al mío...

Los sube y baja si son una cuestión a tener en cuenta. Hay que planificar muy bien el recorrido para no dejarse llevar por los impulsos del momento. Yo mentalmente me he visto muy controlado y noto la madurez que voy adquiriendo en estas carreras. Por ejemplo, en la primera mitad, todo subida, me he impuesto un ritmo continuo, y me ha venido muy bien seguir a los 3 de Burgos que iban a ese mismo e incluso algunos segundos mejor. En la bajada me he dejado llevar, soltando piernas y cambiando la zancada, pero cuando me he dado cuenta de que aparecían tramos hacia arriba, he dosificado un poco más. En alguna cuesta algo más pronunciada incluso la he subido pisando con la puntera y esta técnica me está funcionando muy bien últimamente ya que utilizo otra musculatura e incluso voy algo más rápido (solo hay que tener cuidado con las pulsaciones, aunque yo corro sin pulsómetro). Incluso utilizo la motivación psicológica de sentirme turista privilegiado de la ciudad en la que corro ya que la recorro desde otra perspectiva y con todo la calle para mí. Todo vale para disfrutar de esos momentos. 


Arturo Reque Mata
Arquitecto


10 de abril de 2012

SEMBLANZA DE UN IMAGINERO, CONTADA POR EL MISMO. D. RICARDO RIVERA MARTINEZ


Enterándome casi de casualidad y creo que con esa misma publicidad, tuvo lugar en Marbella un acontecimiento digno de recordar que me gustaría compartir con vosotros, aprovechando la invitación de nuestro amigo, Arturo Reque.

D. Ricardo Rivera Martínez, estuvo con nosotros en una noche de viernes del mes de marzo, acompañado por una suave temperatura ambiental y un calor humano, que han hecho y hacen famosa a esta bendita tierra nuestra de Marbella.

Después de una breve presentación del Hermano Mayor de la Cofradía organizadora del acto, popularmente conocida como “Cofradía del Nazareno”, D. José Juan Abrines, toma la palabra D. Ricardo Rivera. Y sin saber muy bien que esperaba escuchar, o sobre que iba dicha conferencia, coloquio o charla, D. Ricardo nos dio cuenta de su vida, desde casi su más tierna infancia (o de lo que ella recordaba) y con una charla llena de pasión y desde lo más profundo de su corazón, nos relató su primer contacto con el barro, siendo aun un niño. Hecho que le llevo a concentrar su energía en esta materia, que en tiempos tan aciagos, no era ni difícil, ni cara de encontrar.

Los resortes, que crean la chispa que te dan impulso o te ayuda a encausarte por distintos caminos, son a veces tan curiosos como simples. Y en este caso, un pareja de desconocidos viéndolo jugar con dicho barro, comentó la usual frase de “este niño es un artista”, y eso mismo a D. Ricardo, le guió y orientó hacia esa misma meta, la de querer ser “artista”. Eso supuso un comienzo y una meta que empezaría a plantearse.

Después de una andadura en un taller de imprenta, por fin, y debido a su pertinaz obsesión se acerca al taller de escultura, por entonces del afamado escultor, D. Castillo Lastrucci, con importantes obras de imágenes titulares, tanto en Málaga como en Sevilla. Pero debido a que no puede permanecer en dicho taller, le recomienda para que fuera al taller de D. Francisco Ruiz Rodríguez, donde empezó a demostrar todo el arte que llevaba dentro, quitando a su madre de trabajar, como era su intención.

Después de ser reconocido en su labor y llegando a encargado del taller, por esas misteriosas vueltas que da la vida, entra en un grupo como cantante, donde al cabo de un tiempo, le recomiendan que se vaya de Sevilla a Madrid, donde tendría el éxito asegurado. Marchándose a Madrid en 1957.

Pero como al final, la pasión le puede y su verdadera vocación manda en él, en 1973 vuelve a Sevilla, para hacerse “escultor” como el se gusta de nombrar, y empieza una obra que va desde algunos titulares de Cofradías, hasta la talla de cartelas, y pequeñas imágenes, tanto para algunas Cofradías, como para particulares, restauraciones y labores propias de su oficio. Algunos sin sabores, como muchas alegrías, propias de cualquier labor, y que lleva con esa paz y esa pasión que se le reconoce como “artista”

Reconoce y se hace seguidor del universal San Roqueño, D. Luís Ortega Brú, imaginero de desbordada pasión, temperamental y barroco en su obra. Una obra llena de fuerza y movimiento, donde quizás se atisbe algo de esa devoción, en el Cristo Yacente de la Cofradía del Nazareno, tallado por el conferenciante D. Ricardo Rivera. 

Cristo Yacente, de encarnadura de piel blanquecina y cerúlea, con una crispación controlada, producida por el “rigor-mortis” que representa la propia escultura; de una anatomía excelente y de una fuerza, llena de pasión y dolor. Una imagen menuda y tensa, una talla que lleva a su contemplación abstraída; una obra que donde mejor se puede contemplar es, en su bella casa hermandad, en pleno centro de la ciudad. Una talla artísticamente hablando de una calidad exquisita, un salto que rompió cánones en nuestra ciudad en su día, y un punto donde al parecer, será difícil de volver a llegar, debido en parte, a la copia de imágenes seriadas o de escasa calidad artística, con algunas excepciones.

D. Ricardo, no solo nos dejo su saber y su clase, su maestría y su arte, nos dejó a un Titular, que quitando sentimentalismos o devociones, y hablando en el estricto sentido del arte como tal, nos da a esta tierra la oportunidad de disfrutar de su Cristo Yacente, que es patrimonio cultural de su Cofradía y de esta misma Ciudad.

Un patrimonio, que la Cofradía ha sabido cuidar y mimar, mimando también a su creador y dándole un reconocido homenaje en vida, que es cuando hay que hacer los mismos.

Gracias, D. Ricardo por venir a esta, su Ciudad y por hacernos disfrutar de su persona entre nosotros.

Francisco Torrisco Aguilar

4 de abril de 2012

LA PAGA DEL ABUELO


Quien  nos iba a decir que el célebre Estado de Bienestar del que políticos y estadistas se jactaban como si de un nuevo paraíso creado por ellos se tratara, iba a terminar como lo ha hecho, dejándonos en la cuneta o dicho de otro modo, obligando a una gran mayoría a sobrevivir a costa de la paga del abuelo. Tal y como suena. Gran cantidad de españolitos en paro, con la vivienda sustraída por el banco y los estómagos de sus hijos exigiendo comer, no han encontrado otra solución que volver al hogar familiar cabizbajos, deprimidos e  impotentes, con pequeños hatillos y una súplica no expresada en su mirada de hijo retornado. Así están por desgracia, las cosas, y esta es la España super desarrollada que creíamos haber conseguido. Como para estar contentos con un presente que lleva camino de parecerse al de los años cuarenta, léase cartillas de racionamiento y escasez. Escribía Paco Moyano hace unos días en SUR que es posible que a fuerza de apretarnos el cinturón, los españoles lleguemos a tener cintura de avispa. Sería lo único positivo desde el punto de vista, no metafórico, sino real, para algunas mujeres.
No estoy en contra de los llamados “recortes”, ni de la muy extrema Reforma Laboral. Me extraña, incluso que políticos destacados la rechacen solo por el hecho de manifestarse de izquierdas, cuando las normas europeas están hechas para cualquier mandatario que dirija la nación, y en el caso de no ser Rajoy, su hipotético rival debería llevarlas a cabo de igual manera: si tienen otra, agradeceríamos que la expusiesen con claridad, con palabras entendibles y no retóricas. Ahora tenemos y tienen la oportunidad de hacerlo los futuros gobernantes de Andalucía, cuyos planteamientos esperamos todos con la respiración contenida.
Y es que, seamos claros, la dificultad esencial radica hoy en la creación de empleo. La extraordinaria dificultad de dar trabajo a unos hombres parados que constituyen, para nuestra deshonra, el número más alto en Europa. El dinero se esfumó como nube de verano, y su actual destino nos es desconocido al común de los mortales. Nos pudo la ambición o la vanidad de ser ricos a toda costa. Y lo que fuimos tiene un nombre: despilfarradores con un gramo de imbecilidad. Ahora toca la penitencia del pecador, y el propósito de enmienda.
Podemos protestar al vacío aunque le pongamos nombres. Como es Semana Santa, recuerden lo del silicio y la corona de espinas. La verdad es que ha llegado la hora de nuestro calvario.

Ana  María  Mata
Historiadora  y  novelista