El Ayuntamiento de Marbella
acaba de realizar una buena propuesta: los empadronados en la ciudad puedan
viajar sin tener que pagar en las líneas de autobuses.
El ofrecimiento ha originado una
serie de comentarios, la mayoría,
lógicamente positivos, pero también algunos con un cierto aire de negatividad
racional. El caso lo requiere, y debido a ello he pensado en dedicarle el
artículo de hoy.
El automóvil comenzó a aparecer
en el siglo pasado como un símbolo de moderna prosperidad, y en consecuencia,
de estatus social. Apareció también como modelo de una sociedad en la que el
buen funcionamiento económico daba lugar a la posibilidad de poseerlo. Estos
factores, aumentados con el paso del tiempo, y el crecimiento demográfico,
condujo, entre otras cosas a las actuales aglomeraciones urbanas, en las que el
coche es el protagonista inequívoco.
Se dotó a las grandes ciudades
de autovías y autopistas para que pudiesen circular los miles y miles de
vehículos privados que empezaron a existir, para desgracia de la salud de sus
encantados dueños y de todos los habitantes planetarios, víctimas de una
contaminación feroz.
Los atascos permanentes y los
graves problemas de salud se han multiplicado en nuestros días dando lugar a
grandes debates, necesitados todavía de reflexiones profundas.
La movilidad es uno de los
grandes desafíos que las ciudades, y no solo las grandes, sino también las de
tamaño medio y pequeño, tienen que afrontar. En Marbella en concreto, es uno de
los problemas crónicamente postergados. Desde hace un tiempo, el debate se
circunscribe a la conexión ferroviaria, y mientras va pasando el tiempo sin que
por este lado tengamos solución alguna, una falta total de planificación va
frustrando algunos grandes proyectos, por causa, precisamente de la compleja
movilidad, caso de la ampliación del puerto por el jeque (debido a que incluía
más aparcamientos), y al hospital comarcal, por un desacuerdo con los
existentes.
El transporte público es la
única solución alternativa a los problemas de movilidad, y así las cosas, el
anuncio de su gratuidad por el Ayuntamiento podría ser una gran noticia si no
fuere por las actuales circunstancias en las que se encuentra el de Marbella.
Para que se convierta este tipo
de transporte en una opción que invite a dejar el coche en casa, es necesaria
una reforma casi total de los autobuses en servicio, autobuses, que aparte de su
estado, no cubren el problema de movilidad interna de los vecinos ni de sus
visitantes. El traslado de Las Chapas, por ejemplo, a Puerto Banús, o de
Marbella a San Pedro, o de las Peñuelas a Guadalmina, sigue siendo un problema
sin resolver, debido al pase discontinuo y el trastoque de horarios de los
autobuses, que en ocasiones, no cubren el trayecto.
No digamos el horario de los
mismos con destino al aeropuerto de Málaga, y viceversa, factor sobre el que
inciden todos los viajeros que necesitan
esa ruta.
Con todo lo expuesto, resumimos
el punto negativo de los que opinan que lo de los autobuses gratuitos para los
empadronados en Marbella, ha sido más bien un querer tapar las deficiencias de
los actuales.
El inventor del primer vehículo
privado no se si advirtió las consecuencias múltiples de su creación. Entre
ellas, las de que cualquier ciudad, incluso pueblo, que se precie, tenga como
prioridad en sus funciones hasta quebrarse la cabeza, el grave y complejo
factor de la movilidad .
Ana
María Mata
(Historiadora y Novelista)