29 de marzo de 2015

LA CRUEL CRUCIFIXIÓN



La colectividad cristiana celebra en estos días su semana mayor, la llamada Semana Santa. Durante ella se conmemoran los duros días que Jesús de Nazaret pasó desde el momento en que fue acusado por el prefecto romano Pilatos de insurgencia al poder, la condena posterior a muerte y el camino que hubo de recorrer hasta llegar al Monte Calvario, donde tras larga agonía fue salvajemente crucificado.
Los cerca de tres mil años que han transcurrido desde entonces nos han habituado a celebrar el tremendo magnicidio en tonos muy distintos a los que en los momentos reales el Nazareno y su gente  debieron vivir. El tiempo hace de lo lejano a veces, símbolo o metáfora, y en muchas, como en esta ocasión,  celebración y festejos.
Especialmente en nuestro país, el sentimiento lleva a una exacerbación del ritual transformando el cariño, y  la pena en exageración de imágenes a las que revestimos con todo tipo de esplendor, luces, tronos, palios, flores y demás aderezos, en una intención clarísima de dejar constancia de que nuestro fervor y amor al Hombre de la Cruz es más fuerte que ningún otro del planeta.
 La Semana Santa es una muestra de fervor popular y de la mal llamada fe del carbonero, puesto que la fe, de sentirla, no admite distinción alguna entre sus poseedores. Consagrada ademas como fenómeno cultural y antropológico, con solo apreciar la belleza de tallas y la emotividad que generalmente produce se entiende que a la semana mayor se le considere como un renombrado bien de la cultura nacional.
Sin embargo no son las procesiones ni los ritos litúrgicos lo que motivan estas líneas de hoy. De no ser por el atrevimiento que supone, diría que tienen un ligero trasfondo teológico, pero líbreme Dios de ser mas papista que el Papa, y acéptenlo como reflexión personal e íntima escrita a voces, sin ninguna intención de provocar.
Hemos aprendido desde niños (especialmente grabado en los que ya peinan canas suficientes), que desde lo de Adán, Eva, la manzana y la serpiente, nacemos con un pecado, de nombre “original”, heredado a la fuerza de aquellos a quienes llamábamos “primeros padres”. Este hecho motivó la indignación divina hacia el género humano de todas las épocas por la desobediencia de su primera mujer y la capitulación de su pareja.
La única solución al desastre era una especie de compensación al Creador, cosa difícil tratándose de alguien tan superior. 
Leemos la Biblia, y vemos como Jehová decide al fin mandar a un Mesías para salvar al pueblo del pecado y redimir a la especie humana. Ese Mesías será su propio hijo, encarnado en hombre a través de una mujer llamada María. De esa forma, nacerá Jesús que deberá redimirnos de la gran falta a través de su muerte.
Hasta aquí lo aprendido y aceptado por las instituciones cristianas. Nace el Jesús Redentor, y como ya conocen, después de una corta vida de misericordia, enseñanzas y amor,  llega el inmenso misterio de la Pasión, origen de la Semana Santa.
Pido perdón de antemano a los estrictamente ortodoxos, pero “¿Les parece que no pudo haber otra salida al dichoso pecado de Adán y Eva que no fuese la cruel crucifixión de Jesús de Nazaret …?”
¿Como comprender y aceptar con tanta facilidad que el único hombre cuya huella en la tierra es por encima de todo de amor y convivencia en paz, el Hombre sabio que curaba, perdonaba al pecador, odiaba la violencia y el rencor, hubiera de morir por algo tan sutil como un pecado viejo, cometido por recién llegados incautos?
¿No podría el Creador Padre haber sido magnánimo y perdonar a los hombre con su tan cacareada misericordia, o al menos, en esa misma línea imponer una reparación que no hubiese sido tan cruel?
No deseo que me cataloguen de “sacrílega”, y de seguir mis reflexiones por este camino podría haber quien lo pensase .
Creo haber dejado claro, a pesar de ello, que no entiendo ni acepto la crueldad de la Crucifixión del Nazareno, y me fastidia íntimamente  que desde niña me hayan querido hacer cómplice de ella.
O nos lo han explicado mal o debo entender a quienes dicen que la nuestra es la religión mas dura porque bendice el dolor y le gusta demasiado la sangre. Es la religión de la culpa llevada a su  máximo extremo.
Tal vez Machado pudo captarlo bien y por eso siempre me entusiasmó una se sus estrofas :”No quiero cantar ni quiero a aquel Jesús del madero, sino al que anduvo en la mar”. 
El Nazareno que nos enseño el Amor no debería haber muerto en la cruz, ni toda la humanidad al completo  mereceríamos un sacrificio tan horrible.
Insisto en que no pretendo escandalizar, y que son simples reflexiones de una cabeza con las neuronas disparatadas.
Y por supuesto que ningún sevillano o malagueño piensen que me hubiera gustado privarles de sus admiradas procesiones…

Ana María Mata
Historiadora y novelista 

 

18 de marzo de 2015

COMO DECÍAMOS AYER…

     Ocurre que al final va a tener razón Carlos Marx cuando dijo que “la historia puede repetirse dos veces: la primera como tragedia, la segunda como farsa”, y quien dice la historia dice también algunas cosas relacionadas con ella, por ejemplo las promesas que políticos de diversa índole hacen a los ciudadanos, bien en campaña electoral, o en otra ocasión que se le parezca.
Dice la ministra Pastor que desde hace quince años, la Junta de Andalucía viene prometiendo el célebre tren litoral, sin que hasta ahora exista ni un atisbo de que van a cumplir la promesa. Tiene razón. Pero el asunto tiene más INRI, como decimos los de pueblo, vean si no  lo que relato a continuación.
 Cuando servidora era pequeña, y después, en los primeros años del turismo, mi padre, hombre absolutamente de fiar, decía de vez en cuando, si la ocasión lo propiciaba o se hablaba de los problemas con Portillo, que siendo él jovenzuelo (nació en 1904) ya se hablaba de traer hasta Marbella un tren de cercanías que facilitaría la ida y vuelta a Málaga de viajeros, turistas o no.
Todavía hay más. Según contaba, su padre igualmente le hablaba a él de que el recién creado ferrocarril (1848) iba, con el tiempo a tener unos ramales costeros. En ambos casos, los políticos del momento, en el caso de mi padre el dictador Primo de Rivera, prometían al inocente hombre de la calle, algo que por su envergadura no era para el día siguiente, y con lo que podían soñar hasta que el sueño se desvanecía, como ocurría una y otra vez.
Es decir, que “nuestro” anhelado tren litoral no es un conejo que la Junta o Fomento se hayan sacado ahora de la chistera de donde, cuando es necesario, los que mandan, cual mago prodigioso, suelen sacar sus promesas y mentiras. Lo que sí parece el tren es un buen artilugio para ocultar muchas otras necesidades, menos útiles para el ensueño, pero también antiguas y urgentes.
Que desde el siglo pasado y hasta de finales del anterior nos hablen del tren como si del vulgar chocolate del loro se tratara, el caramelo con que calmar la llorera, el regalo de Papa Noel, o los juguetes de los Reyes Magos…dice poco, poquísimo de los políticos en lo que a imaginación se refiere, pero dice menos aún de la consideración que nos tienen como seres pensantes y racionales.
No sé ustedes, pero estoy harta en grado superlativo de que unos simples candidatos y gobernantes se adjudiquen ellos mismos la potestad de engañarnos desde tiempos inmemoriales, con total impunidad, además de hacerlo de manera tan repetida y vulgar. Cada vez que quieren el voto o la gratitud del personal acuden al trenecito de marras, como si no supiéramos que de todas las promesas, la más difícil de cumplir va a ser precisamente esa, aunque solo fuese por el coste.
Oí decir hace unos días a un grupo de arquitectos e ingenieros que en vez de decir chorradas para niños de pecho, intentasen al menos, en lo que al tráfico se refiere, hacer de una vez los tan necesarios carriles de desaceleración, en las autovías existentes, con lo que muchos accidentes podrían evitarse.
No quiero olvidar que en relación con el tren, unos le llaman tren litoral, para toda la Costa del Sol, con grandes pretensiones como la conexión con el aeropuerto. Otros, más humildes, tren de cercanías, imagino que como una prolongación del de Fuengirola. Y -afirman- que el gobierno va a trabajar con cinco alternativas en el plan de viabilidad. Me pregunto que cada alternativa tendrá supuestamente para ser estudiada un plazo parecido al que tenía el tren que Primo de Rivera prometió a la generación de malagueños entre los que se encontraba mi padre. O sea, que cinco por…X, podemos esperar que para cuando elijan la definitiva , mis biznietos, tal vez se suban a sus vagones y hagan el viaje feliz del que sus antepasados también les contaron. 
De momento estén contentos si cuando lean estas líneas han acabado una acera más de las muchas comenzadas. O un trocito de calle.  Como cada año electoral.
Hagamos que nos creemos el interés por la ciudad.  Así el engaño por lo menos será mutuo. Pero igualmente absurdo, desde luego.


Ana  María  Mata
Historiadora y novelista   

16 de marzo de 2015

Onda Cero Marbella. La Tertulia de los Viernes

 13 de marzo de 2015

En esta ocasión bajo la dirección de Julio Rodríguez hemos tratado temas candentes de la semana como las obras públicas que nos rodean por todas partes y el anuncio del pliego para la nueva concesión del transporte público.

Pincha en el siguiente enlace. (A partir del minuto 30)

http://www.ondacero.es/audios-online/emisoras/marbella/marbella-onda-onda-cero-viernes-marzo-2015_2015031600012.html




14 de marzo de 2015

LA ETERNA PRIMAVERA DE LAS ELECCIONES

La primavera llegó. Todo se llena de verde, las plantas de vivero engalanan recién plantadas las jardineras públicas, las calles se enlucen, los pasos de cebra y bordes de la acera recobran su color original, el asfalto se derrama por la ciudad como un manto suntuoso, en las carreteras aparecen unas líneas blancas que nos recuerdan unos límites casi perdidos y brotan siglas políticas al candor húmedo de los votos

Las obras en los barrios aparecen como los tulipanes, donde ayer no había nada hoy aparece un socavón y una cuadrilla de operarios dispuesta a someterlo al indulto. El país deja la convalecencia, las provincias se conectan, el paro se acaba, la economía se recupera felizmente, el talento fugado retorna, los desahucios de familias se eliminan,  las playas vuelven a ser de verdad, los trenes llegan a Marbella, el déficit de infraestructuras, equipamientos educativos y sanitarios se terminan.

Todo o casi todo de repente se arregla y por arte de magia la ciudad se regenera y se transforma, al menos en el imaginario político. Los políticos se vuelven muy amables de repente. El que no te miraba antes, ahora te mira y casi te sonríe. El que no se paraba a saludarte ahora parece amigo de toda la vida. Se sientan contigo cuando no lo hacían en meses, te escuchan, te piden hasta las propuestas. Montan mesas por las calles para hacer los programas de forma participativa. Los correos electrónicos donde te recuerdan que están ahí se agolpan en tu bandeja de entrada. El tándem “participación ciudadana y política” se acerca a lo que sería deseable en cualquier momento de la vida pública de una ciudad. ¡Cuánta simpatía y buen rollo por doquier si no fuera porque se siguen tirando los trastos a la cabeza entre si! ¿Qué ocurre en la ciudad y en el panorama nacional? ¡Eso es! Vienen elecciones, no me había dado cuenta. Se me ocurre una propuesta que podría ser deseable, poner elecciones de forma continua para tener políticos empáticos con su ciudadanía y dispuestos a escucharnos en cualquier momento, una eterna primavera para la ciudad  y que todo cuanto nos rodee se vuelva estupendo.

Fuera de esta nube en la que se vive antes de unas elecciones, en año clave electoral y a una semana vista de las siguientes, las autonómicas y del hastío que supone este proceso, somos muchos los ciudadanos que desearíamos que en las elecciones se omitieran esos burdos juegos: las escenas de cara a la galería, las guerras dialécticas continuas entre ellos, sus descalificaciones, las promesas imposibles, las recurrentes, las medias verdades que son medio mentira aunque piadosas, para ellos claro. Un auténtico juego de sombras chinescas donde nos quieren hacer creer que no se trata de una función, lo cual es lo más triste. Es verdad, hay ciudadanos como espectadores, que en lugar de una representación piensan que todo lo que ocurre, en las tablas de unas elecciones, es cierto y verdadero. Materia fértil para los que les gusta sembrar promesas.

Somos más ciudadanos los que desearíamos que las elecciones fueran de otra manera, con otro tipo de discursos, otras actitudes y, sobre todo, que fuera de las elecciones existiera esa vida política, eso sí bien repartida en los otros tres  años de las legislaturas, más cercana al pueblo y ya puestos, más cargado de autenticidad y de propuestas consensuadas. Quizás sea mucho pedir. El cinismo nos invade.

Javier Lima Molina

6 de marzo de 2015

EL MALAGUEÑO QUE REVOLUCIONÓ LA EDUCACIÓN



Oí decir un día a un profesor de la Universidad que España es tácitamente un país de envidias o de olvidos. En pocos lugares como el nuestro, decía, cuesta tanto aceptar y alegrarse de triunfos ajenos, como, igualmente es tan fácil olvidarlos. Somos plañideras por propia decisión y nuestro mejor papel lo realizamos cuando debemos sentir y hasta llorar la desgracia del prójimo.
Acaba de cumplirse el centenario del fallecimiento de Francisco Giner de los Ríos, el pedagogo y docente al que Unamuno consideró como “el Sócrates español”, un intelectual que revolucionó la pedagogía en España entre finales del siglo XIX y comienzos del XX. Considerado como el personaje clave para entender el tránsito hacia la modernidad de la sociedad española, su enorme figura no es demasiado conocida en parte por lo dicho al principio, además de  por su gusto en permanecer en la penumbra.
Quizás  las dos cosas hayan contagiado a la mal llamada élite intelectual del momento para no dar excesivo reconocimiento a la efeméride que debía trascender hasta alcanzar todo el panorama cultural del país.
En el momento actual, cuando la educación aparece más cuestionada que nunca debido a los planes políticos y al afán de cambios a la ligera, convendría  profundizar en las huellas dejadas por quienes elevaron la educación al podium de excelencias internacionales que solo la estupidez de los años franquistas anuló, en su afán de sajar la libertad al modo que fuera.
Nació Giner de los Ríos en Ronda (1839-1915) y habría de ser el hito esencial en su trayectoria humanística la creación en 1876 de la Institución Libre de Enseñanza. Ante la decisión del gobierno de Cánovas de apartarlo a él y varios compañeros de sus cátedras por su defensa del laicismo en la educación, Giner de los Ríos y Alberto Jiménez Fraud, también malagueño, junto a Gumersindo Azcárate y Nicolás Salmerón, se lanzaron a la aventura de reformar desde los cimientos el edificio educativo español.
Su labor consistía en introducir en España el europeísmo de la filosofía liberal, del laicismo y la pedagogía moderna, a  través de la aplicación práctica del pensador alemán Karl Friedrich Krause,  que basaba la pedagogía en la libertad y la participación del individuo. Giner, como antes Kraus, defendían que la educación no debía preocuparse por la acumulación de saberes, sino por la formación integral. Tan importante como el intelecto era la educación de los sentidos, la ética o la formación moral. Para ellos, la clase debía ser un taller, no una jaula.
La cantidad de intelectuales y artistas que participaron en aquellas experiencias docentes forma parte de la historia del arte, de la ciencia y del pensamiento en los primeros compases del siglo XX en España. Leopoldo Alas “Clarín”, José Ortega y Gasset, Antonio Machado, Santiago Ramón y Cajal, Joaquín Sorolla o Severo Ochoa y buena parte de la Generación del 27 participaron directamente del ideario de la Institución.
La Institución Libre de Enseñanza tuvo tan alto eco que entre sus colaboradores estuvieron personajes como Bertran Russell, Leon Tostoi, el poeta Tagore y Charles Darwin. En 1923 Albert Einstein dio una conferencia en su Aula Magna.
Cesó sus funciones educativa  por causa de la Guerra Civil, y  los vencedores, además de confiscar sus bienes obligaron a la mayoría de docentes a partir para el exilio por temor a una persecución que se llevó a cabo aunque más o menos solapada.
En 1978 se inició el proceso legal  de recuperación del legado, que fue traspasado a partir de entonces a la recién creada Fundación Libre de Enseñanza.
El rondeño Francisco Giner de los Ríos fue un adelantado a su tiempo, hombre sin aspiraciones ególatras con espíritu europeo y universal. Quienes tuvieron la suerte de conocerle a él y a su metodología afirmaban que su sabiduría fue decisiva para la renovación de la Universidad y la escuela, cuyo espíritu se alzaba más allá de la pequeñez de su tiempo intentando comprender culturas, religiones y costumbres diversas en un afán de huir de fanatismos perniciosos e inútiles.
Nos haría tanta falta hoy un hombre como él, que al menos tengamos su recuerdo presente. Aquí, donde la educación parece reducirse únicamente a un problema político.
                                                                      
Ana  María  Mata
Historiadora y novelista