(Artículo publicado en el diario MARBELLA EXPRESS)
Como no tengo ningún interés en entrar en el rocambolesco y fastidioso juego que parece entretener bastante al Partido Socialista y al que gobierna en nuestro municipio, cual es el de atacarse mutuamente no más uno de ellos presenta algún acto, obra o hecho destacado, especialmente en lo que a la financiación se refiere, olvidando que sólo cumplen un deber con los ciudadanos cuyos votos recibieron y cuyos impuestos pagan, me van a permitir (para que sirva, osadamente de precedente) dedicar este artículo a algo mucho más bello e interesante. No es habitual, por desgracia, escribir mucho sobre Literatura, tal vez porque siendo una de las bellas artes es sin duda la que menos emolumentos genera, al menos al que a ella se dedica como profesión; pero también es, y los buenos lectores lo saben, una de las cosas que más placer produce al que se introduce de lleno en ese mundo tan repleto de variantes que, lo duro, después, es regresar a la monotonía cotidiana,
No les voy a contar mucho del autor, porque imagino que les resultará conocido de sobra, únicamente que su condición andaluza ha sido un referente importante en sus obras anteriores a pesar de que su vocación viajera le ha llevado lejos de su Ubeda natal y hasta del país por obligaciones laborales. Hablo, como algunos ya habrán imaginado de Antonio Muñoz Molina, Académico de la Lengua y puntal clave de la literatura con mayúsculas al día de hoy. No hace falta decir que posee muchos premios, ni que sus artículos en Babelia los sábados podrían exhibirse como lo mejor en periodismo sobre Arte. Pero si me gustaría expresar que personalmente, como lectora feroz y contumaz que soy, considero que es uno de los escritores más coherentes en ideas y obra que existe en el panorama actual español.. Tal vez sea esa una de las características que ilustren mejor al personaje, acostumbrados como estamos a tanta hipocresía en pro de conseguir lectores y fama. Muñoz Molina es de izquierdas sin que ello signifique decir “sí” cuando cree que es necesario el “no” rotundo. Del mismo modo su afán por la verdad y su espíritu de tolerancia le lleva a un tipo de análisis tan exhaustivo que convierte a sus lectores en aprendices de filósofos.
La Noche de los Tiempos es su última e intensísima obra. Novecientas y pico páginas en las cuales no sabe una si admirar más la destreza de la temática, la elección de los personajes, la perfecta estructuración literaria o la belleza sin paliativos de unas frases que parecen escritas para dejar al lector medio con la respiración contenida. La guerra civil aparece como fondo y quizás como motivo de algunos actos en particular. Pero esencialmente es novela de amor prohibido, de amor pasional y conflictivo del cual el protagonista, un arquitecto, disfruta y sufre, mientras en torno a él el país se desmorona sin que el parezca darse mucha cuenta ni saber realmente por qué las cosas han ido sucediendo así. Al paso de las hojas del libro, una comienza igualmente a pensar como no pudo detenerse a tiempo esa página cruel de nuestra historia, por qué ni quiénes impidieron las negociaciones entre el Gobierno hasta ese momento legítimo y las fuerzas que decidieron sublevarse. Equivocaciones de personajes tan señalados como Azaña o Largo Caballero, desunión absoluta de las izquierdas, odio contenido y expulsado por ambas partes. Todo ello como fondo histórico en el que personajes de carne y hueso se debaten entre sentimientos encontrados y preguntas que no llegarán a tener respuestas.
Nadie puede salir indemne de un libro como este. A los que les maraville el estilo y la prosa de Muñoz Molina porque les parecerán cortas las casi mil páginas del libro. A quienes le interese el momento histórico habrán de preguntarse a si mismos si de verdad hubieron buenos o malos o todo fue mucho más complejo: una maléfica hazaña del destino o una crueldad diabólica que el azar propició y que hizo brotar lo peor de los hombres que configuraban la España del 36. Y además una historia de amor como las de antes, de esas que te hacen llorar sin lágrimas.
Me atrevo a aconsejar al buen lector que no se la pierda. No lo pretendo, pero a lo mejor algunos hasta me lo agradecen..
Ana María Mata
Historiadora y novelista