11 de octubre de 2018

PISTOLAS

En un viaje a Madrid cuando todavía no teníamos AVE me tocó de compañera de asiento una señora bien plantada, de mediana edad, y por lo que juzgué, parlanchina, ya que no más iniciarse el leve traqueteo, y a pesar del libro que tenía en mis manos, se dirigió a mi, y con una sonrisa conspiradora comenzó lo que pretendía un diálogo por ambas partes. Cedí a su impulso con involuntaria cortesía, y de esa manera nos vimos metidas en una conversación inesperada. Como no podía ser de otra manera, el nombre de Marbella surgió muy pronto, decidida como estaba mi expansiva compañera a saber mi procedencia.  Finalizados los preliminares, de sopetón, me dirigió una ladina mirada y soltó sin pensarlo mucho : “¿Sabe una cosa que voy a decirle, si me lo permite?” Con el permiso conseguido siguió diciendo : “A mi, Marbella, las veces que he ido, y sigo yendo, me parece más que un sitio real…un plató de cine. Un gran plató de cine en el que participan personajes famosos y otros normales, o sea, secundarios.”
Ante mi sorpresa genuina, volvió a sonreír y exclamó : “Entiéndalo, lo digo de buena fe. Todo es allí cuando lo ves, como si fuera una película.” Como la charla siguió un buen rato, resumiré diciendo que no creo haber disuadido a mi acompañante de lo contrario a sus percepciones, y con ligero disimulo hice intención decidida de coger mi libro.
La peregrina idea de la señora del tren ha vuelto de golpe a mis recuerdos, como un ¡gong! explosivo estos días anteriores según iba leyendo las noticias en los diarios de la provincia.
Lo primero que me lo hizo recordar fue, creo, el asesinato de un hombre en una urbanización cercana a Puerto Banús, cuyo cadáver apareció ensangrentado en el interior de su coche.  Días más tardes un tiroteo en una zona de las Chapas dio como resultado otro hombre muerto. Al poco, leí un asalto a un Banco en las primeras horas de la mañana, y días después, de nuevo otro hombre tiroteado en Estepona y llevado el cadáver hasta Algeciras.
Como un plató de cine, me dije sin pensarlo. Como si en lugar de la Costa esto fuese  Chicago o Los Ángeles, o cualquier lugar de la América profunda. Me vino toda la conversación de mi interlocutora del tren y pensé en que al final iba a tener razón, por más que no fuesen sus intenciones por este camino. Porque el ajetreo de tiros, pistolas, sangre y hombres encapuchados se presta más al rodaje de un film de acción, un thriller, que a una secuencia real de una mañana o tarde en la ciudad.
Habrá, creo, quien sepa el origen de como hemos llegado a esto. En las altas esferas del dinero, allá por urbanizaciones perdidas rodeadas de frondosa vegetación, alarmas casi cósmicas y altos muros, conviven en aparente normalidad con el entorno quien sabe que personajes salidos de los más altos y bajos fondos mundiales.
Si al término de la segunda guerra mundial se dijo que en España se refugiaban gran número de nazis, y todos vivían tan felices, ¿qué no habrá hoy por nuestras laderas y rincones paradisíacos, arropados por lujosas edificaciones y miembros destacados de seguridad?
No sabemos lo que esconde nuestro afamado glamour y las bendiciones con qué acogemos todo lo que huela a lujo, yates, dólares, petrodólares , diamantes y demás objetos similares. Nos enorgullece nuestra situación elitista dentro del conglomerado de la Costa. Nos pone el saber que lo más destacado de la sociedad mundial escoge nuestro pueblo como lugar de descanso y residencia. En Marbella todo tiene que poseer “caché”, no vale lo rústico, ni siquiera estamos contentos con los que llegan del territorio nacional.
Queremos ser un plató de película. Lo malo es que dentro de él hay actores desconocidos pero que todo lo llenan de sangre.

                                                                                                   
Ana María Mata
(Historiadora y Novelista)