23 de diciembre de 2015

A BELEN PASTORES

Quería simplemente felicitar la Navidad a mis pacientes lectores y amigos. En ello estaba cuando me llega el rumor de que en algunos colegios públicos de nuestro país han recomendado (espero que no prohibido)  que no se coloque el Belén tradicional para no herir sensibilidades ajenas al Cristianismo, en referencia a las alumnas que en ellos estudian. Apelan, lógicamente a las de religión musulmana, ya que cualquier otra tendencia, desde protestantes, coptas, ortodoxas, anglicanas o evangelistas, están incluidas en el Cristianismo que es su  base fundamental. Para todas estas, la Navidad es la celebración epifánica del nacimiento de Jesucristo, líder indiscutible y piedra angular de la civilización occidental.
 Que yo sepa estamos inmersos en esa civilización, en concreto en Europa, y nuestra cultura procede de ella en todas sus manifestaciones. El Nacimiento o Belén, tiene su origen en San Francisco de Asís, que allá por 1223 celebrando la fiesta de Adviento se le ocurrió hacerlo en el interior de una cueva y acompañarlo con un buey, una mula y algunos pastores del entorno. El nacimiento de Cristo se conmemoraba con antelación pero la costumbre de realizar una “copia gráfica” de lo que pudo ser el pesebre y cuanto a su alrededor existió, fue idea del santo franciscano. Caló pronto y profundo en el medievo donde empezaron a realizarse los llamados Autos Sacramentales en vivo, origen de los actuales belenes vivientes. El primero documentado fue el de la Adoración de los Reyes Magos, en 1245.
Carlos III, que fue rey de Nápoles, introdujo en España la tradición del nacimiento al traer desde allí un hermoso ejemplar en el que ya aparecían artesanos, lavanderas, campesinos, ríos y castillos, hasta unas tabernas típicamente napolitanas con sus correspondientes personajes.
Hasta aquí la pequeña historia de una tradición casi nunca interrumpida, ni en los tristes episodios de guerra o conflictos. En el baúl de mis recuerdos y sentimientos aparece la visión entrañable de una infancia en la que llegadas estas fechas Dª Carola preparaba y dirigía con su distinción habitual el ritual del Belén. El verde musgo vuelve a mi pituitaria con toda la humedad de la Barbacana en su interior, con las cañaveras esbeltas como fondo, arrancadas con esfuerzo de las orillas de un río que sentíamos entonces, más que accidente geográfico, un vecino más. Y regresa el corcho aupado en vertical para que la magia del deseo lo convirtiese en montañas donde un algodón-nieve blanqueaba igualmente el castillo del terrible Herodes, uno de los primeros monstruos infantiles,  el malo de la representación feliz. Los peces ya bailaban en los ríos y había que darles forma al agua con el papel de plata de los primeros chocolates; colocar en ellos lavanderas trabajando en piedras tableadas, junto a las ovejas y cabras, atentas al cayado de pastores, decididas también a adorar al recién nacido mágico del que un ángel espectacular con alas doradas vino a traer noticias. Arena y tierra para los amagos de huertas con sus lechuguitas y coles…y, siempre agrandados el trío de las maravillas al que todavía no había destronado el viejo del uniforme rojo. Melchor, Gaspar y Baltasar, palabras que tenían un regusto a felicidad. Magos de Oriente.  Casi nada, para los niños de la calle, del Rayo, de las almensinas y los madroños. Camellos amigos, enormes coronas en las cabezas de los tres, en Baltasar, el preferido por su tez que imaginábamos causa de conflictos.
Inolvidables Nacimientos que hacían más dulce aún aquellas Pascuas de buñuelos y anís, Misas del gallo y noches de cinco de enero sembradas de mistos cachondos…fiestas que un niño introduce en su mente como algo eterno, inamovible, algo certero que dará luego a su presumible Fe el toque de seguridad y confianza que necesitará como adulto.
La Navidad, fiesta internacional y mítica a pesar de su carga consumista lleva implícita la realidad de un hecho histórico excepcional: la aparición de un ser diferente en esencia que asimila nuestra corporeidad para mostrarnos el único camino que hará más bella nuestra estancia en la tierra. El Hombre del amor nace y se marcha, según diríamos hoy, con lo puesto. El pesebre y la cruz.
No estaría de más recordarlo estos días, cada vez que un villancico nos conduzca a un belén. Su significado está más allá de su bonita apariencia de placidez. Nuestra cultura es la del Amor, y aún respetando otras en su diversidad, por favor que nadie ose arrebatárnosla ni con las mejores intenciones.
Felices Pascuas. Estupendas Navidades para todos.

Ana  María  Mata    
Historiadora y novelista 












12 de diciembre de 2015

JOSÉ LÓPEZ DOMÍNGUEZ

                                                    (Historia  de  un  libro)
 Hace unos días se presentó en Marbella la biografía de uno de sus hijos más ilustres: “José López Domínguez. De Marbella a la Presidencia del Gobierno”.  Un libro de gran contenido histórico que analiza y relata no solo la vida de López Domínguez sino a través de ella las vicisitudes y grandes complejidades del siglo XIX, un tiempo enormemente convulso en política para el territorio español.
Nuestro hombre, de arraigada familia marbellera llegó a alcanzar los más altos puestos que desear pudiera un militar como él, unido a un gran protagonismo en la vida política, en la que destacó sobremanera hasta ser nombrado Presidente del Gobierno de la Nación.
Por desgracia, durante mucho tiempo su nombre ha sido únicamente conocido por titular la antiguamente llamada Carretera de Circunvalación, hoy Avenida General López Domínguez. Pocos de los que circulan por ella conocen la identidad del citado General y cuales fueron sus méritos y su historia. Pero dos encomiables historiadores decidieron un día paliar esa ignorancia y dedicaron su tiempo a investigar tozudamente hasta conseguir la obra a la que me refiero y en la que exhaustivamente se explica la relevancia y los hechos de este nativo singular.
Uno de ellos es malagueño aunque con raíces en Marbella, y fue el destinado a presentar el libro: Antonio Romero Domínguez, ingeniero industrial pero historiador por vocación, tiene un amplio elenco de libros en esta línea, entre los que destaco “Los Domínguez en Marbella en el siglo XIX” , “El Cabildo de Marbella en el siglo XVII” y “El Cortijo de Miraflores, los moradores en su historia”.
Creo que fue la ausencia obligada en la presentación del otro historiador lo que me ha llevado a acercarme hoy al ordenador, no para escribir sobre el protagonista arriba mencionado del libro, sino sobre quien debería haber estado allí y no estaba.  Se que algunos imaginan ya que me refiero a Francisco Cantos Moyano, a Paco, el médico, el historiador, el novelista y el amigo.
Lo hago porque esta humilde escritora se honra todavía con una amistad grande, leal y fructífera que solo la muerte arrebató. Y me parece de justicia que desde esta pequeña tribuna se homenajee al hombre que tenía la historia completa de Marbella en su cabeza y su corazón y de haber tenido más suerte y larga vida, nos habría dejado testimonio de ello en muy variadas formas.
También porque en el inicio de su búsqueda investigadora le acompañé como tantas veces en otros trabajos literarios. Y me apetece contar, por debajo del gran trabajo realizado, pequeñas anécdotas humanas que indican su carácter de hombre afable. Contar, por ejemplo, como una rata del tamaño de un conejo se cruzó entre legajos del XIX y objetos en desuso una de las veces que trasteábamos para encontrar documentación. Y la carrera veloz que ambos emprendimos abandonando cartas y papeles mientras el miedo nos tomaba por asalto, para volver después con vergüenza de adultos a intentar recoger lo perdido. La carcajada de Paco. El temblor de nuestros pasos al volver. La lucha entre marcharnos o vencer el canguelo al roedor…Y en idéntica línea, el día en que al tocar el timbre de Carmen Chinchilla (de la que esperábamos documentación sobre dos familiares suyos) una hilera de perros saltó sobre nosotros al mismo tiempo que se abría la puerta de la casa. Pasos hacia atrás de Paco, velozmente. Grito de servidora que molestó a Carmen y nos dejó sin saber que hacer. Acabó felizmente con los perros guardados y un té reconfortante. Risas y comentarios jocosos al salir, entre otros el que afirmaba que estábamos condenados a disputar nuestro empeño biográfico con el reino animal…
Paco Cantos era un escritor innato que amaba las letras como algunos el deporte, en el que tanto él como yo éramos inútiles. Poseía un estilo entre Carpentiano y Valleinclanesco que acabó en un tipo de frases cortas que hoy hacen meritorios a Bolaño y Alice Munro entre otros grandes . Disciplinado y constante, no paró hasta que entre Antonio y él dieron con todas las complejidades que el General marbellero sufrió durante el largo periodo de monarquías, república y vuelta a los reyes. Difícil época histórica en la que el cambio de ministros y parlamentarios era casi constante.
Tenía en mente tantos proyectos sobre personajes ilustres olvidados que de haber vivido más, lo imaginé siempre como Cronista Oficial de Marbella. Lo hubiese ejercido con honor.
Es cierto que nadie se va del todo mientras su recuerdo permanezca en alguien. En este caso, también su obra.   Gracias, Paco.

Ana María Mata   
Historiadora y novelista

1 de diciembre de 2015

LA HOGUERA DE LAS VANIDADES



La política se ha transmutado en espectáculo y las palabras sustituidas por la imagen. Se habrán fijado en que cara a las próximas elecciones ya no importan tanto los debates sino el entretenimiento que produce ver a los candidatos luchando por seducir ante las cámaras de televisión, en un intento de convencernos de su cercanía, de los simpáticos y hasta graciosos que son, según sean los respectivos entrevistadores y programas a los que acuden.
Bajan del podium donde alguna vez quisieron estar y se acercan a los espacios más simples y caseros de la tele, sin darse cuenta de que en el fondo ahí, en la rutina, en las tonterías más cotidianas muestran quizás su verdadera naturaleza, y en el Parlamento deben fingir para estar a la altura que necesitamos y que en muchas ocasiones, no alcanzan.
 Que simpático, Mariano Rajoy de comentarista deportivo…y no digamos Pedro Sánchez haciendo  un zumo con Bertin, Pablo Iglesias cantando una nana o Albert Rivera en un concurso de autos locos. Es como si quisieran decir, cada uno en lo suyo: vótame, soy agradable, seductor y hasta sé planchar una camisa. ¿Un privilegio de hombre? No, un político buscando el voto hasta debajo de las piedras.
Las campañas se han convertido en una teatralización pensada para seducir, en una operación de diseño, en un intento de identificación con los votantes…con un contenido confuso y con imágenes que nos transportan al futuro ideal mientras olvidan el presente y los medios para transformarlo.
Frivolidad. Esa es la palabra, creo que adecuada para este tiempo electoral que se me antoja demasiado largo si tenemos que oír y ver las mismas o parecidas simplezas. Acabaremos pensando que quienes nos van a dirigir saben de todo menos de lo que tendrían que saber y no muestran, porque si dicen lo que esperamos desconfiamos de su cumplimiento, y si no lo dicen estamos totalmente seguros de que no van siquiera a intentarlo.
Imagino que detrás de todo esto estará como siempre el gigante americano mostrando un camino que ellos ya utilizaron y nosotros solemos seguir a rajatabla, como si se tratara de otro Halloween o del último Black Friday. Tenemos un complejo de inferioridad con América del Norte que nos sale por las orejas. Me han dicho que hay quien piensa celebrar el año próximo el Día de Acción de Gracias, y me lo creo. Vayan encargando el pavo, no sea que falten.
Los españoles somos festivaleros por naturaleza, y la política como “hoguera de vanidades”, envuelta en guitarras, sartenes y proezas similares nos parece estupenda. Falta solo que en uno de los programas que todavía nos quedan por ver, el locutor/a de turno, pregunte disimuladamente la talla del pantalón, por aquello que cantaba Serrat de “a ver quien la tiene más grande”.  Sería todo un dato. Hasta en el Congreso se le escapó creo que a Federico Trillo, hagan memoria.
Tal vez quieran hacernos olvidar con su presencia en los programas televisivos, sus muy variadas formas de parecer campechanos, y sus sonrisas inigualables, que tenemos carencias reales y problemas graves, aunque estos no se solucionan a golpe de entretenimiento.  Por mucho que bailen, canten, frían huevos o suban en globo, ahí está la cuestión de Cataluña, el yihadismo terrorista y la falta de trabajo. También sigue ahí el asunto de Bárcenas, de Gürtel, de los fondos andaluces de formación, de Rato y demás pájaros de igual calaña.
Reconozco que Bertin Osborne es simpático y gusta al personal. Que María Teresa Campos en una gran profesional y Motos genera gran audiencia un día y otro. Calleja con sus hazañas puede hacernos creer lo que no es, pero queda resultón ver a un político intentar subir al Himalaya o el Kilimanjaro. A todos nos gusta divertirnos.
Será por los años, pero creía que gobernar un país, era una cosa mucho más seria. Casi siempre me equivoco.
Ana  María  Mata  
Historiadora y novelista    

27 de noviembre de 2015

Entrevista Arturo Reque. Onda Cero Marbella. Gente de Trabajo.

26 de noviembre 2015

Entrevista a Arturo Reque, arquitecto director del estudio Reque+Gallego Arquitectos en Gente de Trabajo, programa de Onda Cero Marbella que dirigen Concha Montes y Dan Ortuño.

En esta interesantísima entrevista podréis conocer un poco más a este estudio de arquitectura local, con fuertes raices en Marbella y su entorno. Su estilo arquitectónico, su trato cercano y empático con el cliente... y por supuesto la actualidad, ¿Cómo está el gremio de los arquitectos ante esta incertidumbre urbanística que nos vuelve a tocar vivir en Marbella? ¿Cómo se vivieron los años del boom inmobiliario?

No dejes de escucharla y compartirla acon tus amigos.

Y por supuesto, si tienes algo que preguntar u opinar puedes hacerlo directamente escribiendo al correo: arturo@reque-gallego.com o al móvil 630 87 77 55.

Serás muy bien recibido y estupéndamente atendido.

Muchas gracias. Saludos,

Arturo Reque  y  Rosario Gallego

http://www.ondacero.es/emisoras/andalucia/marbella/audios-podcast/marbella-onda/gente-de-trabajo-jueves-26-de-noviembre-de-2015_2015112756580fb34beb2834cda3c58d.html

23 de noviembre de 2015

POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS



La motivación religiosa o la lucha por las creencias están en el  interior de todas las guerras desde que el hombre comenzó a diseñar su historia. También la geografía coincide en una gran parte de ellas, desde los enfrentamientos entre Sumerios y Arcadios a orillas del Éufrates  hasta la  que motiva mi artículo de hoy, la que desarrolla el autoproclamado Estado Islámico contra los que llama enemigos de Alá, cuyo centro neurálgico operativo se sitúa en tierras de Siria e Irak.
No solemos recapacitar sobre ello, pero todos los siglos históricos tienen su particular guerra de religión. La Guerra de los Treinta años, Cruzadas, católicos y protestantes cuando Lutero, Reforma y Contrarreforma, Reconquista española…así hasta el momento presente, los dos monoteísmos han impulsado más muertes que todas las epidemias y conflictos bélicos juntos. Aunque la auténtica motivación fuese en última instancia el dominio y poder, detrás o delante se hallaba un determinado Dios con el que justificaban y justifican las barbaridades cometidas.
En el nombre de Alá han sido sacrificados en Paris un enorme número de seres humanos que nada tenían que ver con la problemática y terrible forma de entender las creencias que poseen sus asesinos. Asesinados por intentar ser libres en un país europeo que tal vez consideren los verdugos como símbolo de unos valores que ellos no han sabido construir. Por muy esplendoroso que sea su pasado y bella su arquitectura y su arte, en terrenos de la mente no supieron adecuar la teocracia que dominó en el medievo  todo el planeta, con las nuevas ideas surgidas de la Ilustración Francesa. La Razón, con mayúsculas no tuvo acogida entre los seguidores de Mahoma que prefirieron seguir un camino en solitario que no podía desembocar sino en el fanatismo.
Pero hoy estamos en tiempos de globalización y es más difícil ignorar a los pueblos vecinos. Es preferible odiarlos por cuanto representan. En un magnífico artículo, Raúl del Pozo escribe: “No tengo claro si los yihadistas mueren en nombre de Alá como camino del paraíso o están poseídos por el odio a los valores de Occidente y por la venganza como respuesta a ser reducidos a ciudadanos sin esperanza”. Afirma que la yihad recluta a sus combatientes entre mendigos, camellos y jóvenes que no pueden vivir su vida y cuya marginación no justifica por si sola su crueldad si no es unida a coartadas metafísicas.
Pobre Dios, cualquiera que sea el nombre, bajo cuyo amparo se han cometidos las mayores brutalidades, en un afán de sentirse mejor después de descabezar al turco, matar al protestante, quemar a los blasfemos o asesinar a los infieles.  Tenían asegurado el silencio de ese Dios, el mutismo sobrenatural en el que suelen acogerse los iluminados que no quieren dejar de serlo.
Necesitamos excusas para ser todo lo perverso a lo que podemos llegar. Ante la maldad humana preferimos creer en enfermedades mentales y no reconocer que todo mal no puede ser achacado a la locura. Tampoco a las creencias por mucho empeño que los hijos de Mahoma pongan en ello. Estoy segura de que muchos de los que aprietan el gatillo o colocan la bomba saben a ciencia cierta que detrás de esos atentados está la mano de un maestro en inculcarle fanatismo para su propio provecho, y no la sonriente mirada de un Alá cruel e impertérrito.
La manipulación a través de las creencias ha sido otra constante perversa de la Historia.
Las madrasas islámicas, como antes los conventos, se transforman en escuelas del terror cuya semilla germina en Inquisición o terrorismo. Al poderoso de turno le conviene estos centros de adiestramiento e incultura racional para conseguir sus fines mediante hombres y mujeres sin criterio personal y crítico.
Quizás lo peor de todo sean las dificultades cercanas a la imposibilidad de encontrar soluciones. Los financiadores oficiales del terrorismo islámico, Arabia Saudita y Emiratos árabes, Katar, y algunos países del grupo G-20 no van a dejar de hacerlo porque va en contra de sus intereses.  En el centro está el tema del petróleo y nada puede hacerse, porque al final, todos deseamos vivir de la manera más cómoda posible, y para ello necesitamos fuentes de energía.
La única esperanza podría venir de que Dios- Alá se enfadase por el uso de su nombre, no en vano, sino para matar inocentes.
Ana María Mata 
Historiadora y novelista









      

16 de noviembre de 2015

TODO POR LO CIVIL



¡Cómo nos gusta a los españoles el extremismo! ¡Y no digamos a los andaluces!…Aborrecemos ese término medio tan elogiado por pensadores y psiquiatras donde suele decirse que está la virtud, el raciocinio y el mejor método de convivencia; porque en general la autenticidad del vivir reside en lo cotidiano, pocas veces en lo extraordinario que solo ocurre cuando algo se desborda y suele, en ocasiones, arrastrarnos en ese mismo desbordamiento hasta  el punto de sucumbir.
A pesar de ello seguimos actuando a ritmo de tesis-antítesis, blanco-negro y amor-odio. Saltamos del uno al otro, a veces con demasiado ímpetu, sin un logos que condicione o dirija nuestro impulso, y así está nuestra historia plena de discordancias y decisiones erróneas a las que nos conduce nuestra extrema visceralidad.
Los mismos que vitoreaban a los reyes en sus salidas públicas y los aclamaban, pidieron a gritos unos meses más tarde su expulsión y la llegada de la República. Tiempo atrás habían hecho igual pero al revés, cuando fue necesario encontrar con rapidez un monarca que resultó ser Amadeo de Saboya. Quienes quemaron iglesias y conventos además de imágenes sagradas acabaron convertidos unos años después en fervorosos hermanos de Hermandades y Cofradías. En el momento de aplaudir a La Macarena o El Cautivo, olvidaron que habían presumido de ateísmo y anticlericalismo el año anterior en el mismo Abril y la misma ciudad. En la Transición hubo falangistas antiguos en las filas del partido Socialista y escurridizos miembros de la temida FAI que se integraron calladamente en Alianza Popular.
Ya saben el exhorto de Marx sobre la historia, la cual, según él, o se repite como tragedia o como farsa.  En ello estamos desde hace un tiempo, más bien en lo último, por suerte, pero farsa al fin y al cabo. En concordancia con lo anterior, después de largo tiempo de represiones más o menos soterradas, la ansiada libertad abrió puertas a casi todo. De nuevo los extremos. O monje o Casanova. Exageremos, pues, la modernidad, dijimos, que nadie nos gane en el desenfreno.
Ocurre que tanto exceso puede llevarnos al patetismo o la ridiculez. Vean si no.
Todo comenzó con los bautizos civiles. En determinadas poblaciones, los padres decidieron que sus recién nacidos  fuesen “bautizados” por lo civil, en lugar de ponerles traje nuevo y recibir agua bendita por parte de la Iglesia. Nada que objetar, opino. Si  un simple registro civil quieren celebrarlo y llamarle, a falta de imaginación, bautizo, entre ellos queda. A nadie debería imponérsele una fe que no conoce aún. Pero a renglón seguido, llega el cerebrito de turno, y decide: “Mi niña va a hacer la Primera Comunión, pero lo va a hacer por lo civil”. ¿Por qué va a quedarse ella sin traje blanco, corona de flores y fiesta con regalos?...Lo hará por lo civil.
La incultura es atrevida, pero aquí resulta irrespetuosa y un tanto lerda. Por muy anti religioso que ese padre sea, no creo que desconozca el auténtico sentido que posee la Primera Comunión: para los creyentes, es la primera vez que un niño/a recibe el misterio de la Eucaristía, es decir, el abrazo íntimo y real de Jesucristo y el comulgante.
Si este hecho no se produce, por falta de fe o desprecio de ella, la fiesta del niño en cuestión podrá ser llamada como les apetezca, pero Comunión, rotundamente no. Nadie está obligado a creer, pero sí a poseer un mínimo de conocimiento y respeto hacia lo que para los demás es un rito sagrado.
 Lo ridículo de esa pretendida “comunión civil” es que sus promotores no hayan sido capaces de encontrar un nombre a esa tan deseada conmemoración para su infante, al que por otra parte no sé como explicarán  su decisión de que no sea como los otros, imitando todo cuanto rodea al acto en sí, menos lo esencial. Algo de culpa tenemos quienes nos calificamos de cristianos y hemos hecho de ese día un acontecimiento pomposo y fuera de lugar que puede llevar a equívocos a los niños por exceso de consumismo.
Estamos cayendo en una serie de estupideces solo por afán de ser modernos, o “epatar”, como  diría un francés. La tontería es de tal calibre, que puestos a ser originales y modernos, digo yo que también podríamos celebrar las Navidades civiles, cantando la Internacional o el Porompompero en lugar de villancicos, y colocando en el pesebre a Lenin, Hugo Chaves  o Albert Rivera, que daría mejor.
Incluso la Semana Santa, ¿no les parece? Con Pablo Iglesias, Susana Díaz y Rajoy bajo palio mientras a lo lejos suena una saeta con letra de Joaquín Sabina.
Piénsenlo, por si acaso. Todo sea por lo civil.
 
Ana María Mata
Historiadora y novelista 
     

10 de noviembre de 2015

Onda Cero Marbella. La Tertulia de los Viernes 6/11/2015

Abordamos 'La tertulia de los viernes' en Marbella en la Onda con un tema capital: Causas, consecuencias, efectos de la anulación del PGOU de Marbella. Nos acompañaron el arquitecto Arturo Reque, el periodista José Manuel Bermudo, el gerente de Marina Banús Dan Ortuño y el vecino activo de Las Chapas Thomas Dihrberg


(A partir del min 37´15)
http://desprogresiva.antena3.com/mp_audios4//2015/11/06/E6E7C423-EC7C-42D3-8E81-7D9241B54A14/E6E7C423-EC7C-42D3-8E81-7D9241B54A14.mp3

3 de noviembre de 2015

EL ESPLENDOR DE LOS OMEYAS



En la larga historia de la humanidad hubo civilizaciones cuyas manifestaciones artísticas, de tan excelsas, parecen haber sido creadas para alcanzar valor eterno y reconciliar al hombre con lo que de divino, dicen, en él existe.
Capítulo aparte merece el análisis posterior que puede hacerse ante el interrogante de cómo estas mismas civilizaciones o culturas han ido perdiendo con el paso del tiempo el esplendor alcanzado hasta llegar en el momento actual a una degeneración de sus valores en aras de intereses pseudos-religiosos más o menos enmascarados. Incógnitas que la Historia presenta a veces y cuya respuesta es, por lo general, difícil.
 En la creencia de que los españoles en general no conocemos a fondo el país en el que habitamos, lastimosamente relegado a veces por destinos lejanos cuyo exotismo nos promete la publicidad, me creo en la obligación moral de rastrearlos de nuevo y debo decir que no hay ni uno en que lo haya hecho sin que me haya deparado sorpresas agradables, y en ocasiones, extraordinarias.
El poeta Góngora, nacido allí, la llamó “sultana”, y para los que tuvieron la suerte de vivirla en los siglos VIII o IX, era la “flor más preciada de nuestro reino”. Así la nombraba Ibn Hazm, autor del “Collar de la paloma”, poeta hispano-árabe especialista en temas amorosos.
Córdoba es la ciudad andaluza donde el reino musulmán dejó las huellas de su poderoso momento y de la maestría absoluta que sus arquitectos, escultores, y demás artistas eran capaces de realizar. Cuando Abderramán I comenzó la construcción de la Mezquita no sé si sería consciente de lo sublime en que su idea llegaría a materializarse y cómo un templo musulmán único que no mira a La Meca, sino a Damasco, con sus 23.000metros cuadrados se convertiría en el símbolo por excelencia del esplendor califal y uno de los más bellos del mundo.
La Mezquita, tuvo en su ejecución aportaciones romanas y visigodas, e influencias sirias, persas y bizantinas. Sus múltiples arcos de herradura y de medio punto producen un espléndido juego de luces y sombras que llega a sobrecoger el ánimo del visitante. Abderramán III la enriqueció al separarse de Damasco y nombrar Al-Andalus Califato independiente. Almanzor fue quien doblaría su extensión en superficie.
 Afirmaban algunos cronistas árabes que la Mezquita fue el resultado, además, de la influencia que el clima y el perfume del azahar cordobés tuvieron en los artesanos  y de la felicidad que sus habitantes disfrutaron en Al-Andalus. Lo cierto es que nos dejaron para la eternidad la más bella de sus creaciones, junto a la Alhambra de Granada.
Entusiasmado con su poderío, Abderramán III quiso demostrar su amor a su favorita Al-Ahra, y lo hizo de forma rotunda. A escasos kilómetros de Córdoba mandó construir una pequeña ciudad para ella, de la que sus restos son suficientes para enamorarse de las ruinas.
Medina-Azahara es un canto al placer, una perplejidad para la vista, donde sus grandes  y hermosos arcos tallados en rojo y oro se unen a su situación paisajística y al verde que la rodea.
Junto a todo ello, la Judería cordobesa podría llamarse el remate final de belleza que el ojo humano es capaz de contemplar. El enjambre de callejuelas blancas y pétreas, Dédalo laberíntico donde los haya, majestuosidad de lo pequeño, luz brillante de patios interiores, rejas y frescor, la Judería alcanza su cenit en la pequeña Sinagoga, muy conservada, íntima y bellamente tallada en paredes y galería.
Quizás lo más interesante radique en intentar una regresión mental en el tiempo y volver a imaginar la ciudad vivida en su momento real. En los instantes aquellos en que hombres y mujeres trabajaban, recorrían caminos ajenos a la prisa, tal vez chocando en alguna calleja por su estrechez, acudiendo a la llamada del Almuecín, del Rabino y mucho más tarde, de las campanas. Gente normal, a la que solo diferenciaba de nosotros el sentido del culto, pero que sufrirían enfermedades, amarían con o sin éxito, tendrían hijos y temerían como todos a la muerte. Ignorantes sin duda de la herencia cultural que iban a dejarnos, ajenos a lo que la posteridad les iba a agradecer, españoles por territorio y nacimiento, aunque Mahoma fuese su profeta y no el Crucificado.
Incomprensible resulta  entender por qué un pueblo cuyos orígenes estuvieron repletos de belleza y arte, con el esplendor Omeya como bandera retrospectiva, se haya convertido en cultura actual retrógrada dentro de la cual conviven corrientes anacrónicas sociales, y, sostenidos por el fanatismo religioso, asesinos incultos y devastadores. Cada vez que oigo lo del estado islámico actual, un escalofrío de indignación y rabia me envuelve por completo.
Queda Córdoba como huella del ayer espléndido. Cuando las piedras hablan, el silencio del hombre es la mejor respuesta.
Ana  María  Mata     
Historiadora y novelista