30 de abril de 2013

SENTENCIA Y DESMAYO EN LA ESPAÑA CAÑI

(Artículo publicado en el diario SUR el 25 de abril de 2013)

Cuando ocurren cosas como lo acontecido en Málaga en los alrededores del Palacio de Justicia hace unos días nos damos cuenta de que la vieja piel de toro sigue guardando en lo más profundo de sus raíces ese toque diferencial que Machado llamó “de charanga y pandereta”. Seremos todo lo europeos que quieran hacernos, pero lo racial nunca ganará terreno a lo visceral y ante una mujer que ha vestido la bata de cola, enviudado de un famoso torero y cantado “Marinero de luces” antes de echarse en los brazos del señor Cachuli, en la creencia de que podría culminar su carrera como alcaldesa de Marbella, ante todo eso, nos sale la pasión desbordada que tanto ama como odia a quien considera un ídolo que ha metido la pata. O mejor dicho, la mano, porque lo que allí se dirimía no era nada de lo anterior, sino las maniobras que tanto la juzgada como su ex – enamorado habían realizado para blanquear dinero procedente del Ayuntamiento de Marbella.
Aplaudida, abucheada, empujada, arrollada y finalmente desvanecida, Isabel Pantoja se convirtió en el momento exacto de su soponcio en el objetivo de televisiones y prensa rosa que miraron el hecho como suelen hacerlo, transformado en euros de más por el aumento de audiencia y lectores.
No vamos a cambiar nunca, me decía un profesor amigo al ver en televisión la imagen de la tonadillera con el cabello enredado en un botón de la chaqueta del guardia civil que pretendía cuidar de su seguridad. Llegado a este punto hay que preguntarse también la causa de que la sentencia fuese ejecutada del modo que se hizo y no a la manera, por ejemplo de la del hijo de ex –presidente de la Generalitat, señor Puyol, cuya entrada en los tribunales parecía más bien majestuosa, por la chulería del acusado, y la gran distancia que la policía mantuvo entre él, la prensa y curiosos. 
Detalles de forma aparte, lo esencial debería ser que la justicia obre en consecuencia con quienes elaboraron planes para aflorar dinero obtenido en actividades delictivas haciéndonos creer que procedían de las actuaciones profesionales, artísticas y mercantiles de la cantante. Eso es lo verdaderamente importante para un pueblo que ha visto como su economía se desmoronaba en manos de delincuentes enchaquetados a los que ahora habrá que intentar sacar la pasta robada, cosa que muchos, por desgracia no llegamos a creer posible.
No soy de las que opinan ( al menos mantengo la duda) que el fotografiado desmayo estaba incluido en el lote del día, es decir, convenido más o menos con los medios o alguno de ellos, para sacar algún provecho de tan infausta mañana. Dicen las malas lenguas que si consigue para pagar la multa, no solo le habrá valido la pena, sino que es posible que estuviese dispuesta a otro gesto similar, para obtener unos ahorrillos. La experiencia nos demuestra que no sería ni tan raro ni tan increíble.
España está como está porque las administraciones públicas no tienen un auténtico control de su gestión tanto en lo nacional como en las autonomías. Hace demasiado tiempo que sabemos que los dirigentes de ambas son hombres y mujeres sometidos a la gran tentación de corromperse y que por lo general, acaban haciéndolo. No me explico como desde asuntos como Bankia, las Preferentes, los sobres de Bárcenas, los negocios del duque o los ERE andaluces, no se ha creado una comisión de inspectores expertos y de demostrada limpieza moral que mantengan en vilo a políticos y gestores públicos.
Isabel Pantoja es un eslabón más en una cadena que envuelve al país de norte a sur y está a punto de estrangularlo si no lo ha hecho ya.

La diferencia única es que ella es un personaje salido del pueblo al que hacía llorar con sus cuitas de amor y desamor como antes lo hicieran Concha Piquer o Juanita Reina.
A la que podemos llamar “bien pagá” le salió rana el hombre que dice haber aprendido a robar el día que pisó el Consistorio. El bigotudo del que ella quería estar “a tu vera, siempre a la verita tuya”…
Algunos amores matan y otros llevan directamente al juzgado o la cárcel.


Ana María  Mata   

Historiadora y novelista

23 de abril de 2013

PRIMEROS VISITANTES ILUSTRES


(Artículo publicado en el diario SUR el 18 de abril de 2013)

Puede que en muchos el olvido haya hecho de las suyas en torno a personalidades del ámbito cultural y artístico que unos cuantos años antes del florecimiento en papel couché de lo que iba sucediendo en nuestra ciudad, con especial atención a lo que dio en llamarse “jet-society, llegaron a Marbella, y en ella instalaron residencia para sus vacaciones. Los espectaculares escotes, peinados y trajes de la Señora Von Bismarck, Jackie Lane, Ira de Fustemberg y compañía, deslumbraron en revistas específicas, haciendo de nuestra ciudad y especialmente de sus veranos, un plató cinematográfico con  películas de escaso argumento pero mucha imagen.
Las fiestas glamurosas, galas benéficas, elecciones de “Ladies”, y bikinis en playas reservadas con el nombre de “Beach” en letras doradas, tejieron una leyenda de oropel desenfrenado que algunos todavía añoran como si el auténtico destino de Marbella fuese aquella gran babel de elitismo y pijadas.
Debido a ello quedaron relegadas en el pasado, que no lo era tanto, figuras destacadas de características muy distintas, cuyo renombre venía precedido de valores y fama adquiridos por su inteligencia o su arte. En este apartado quiero traer hoy al artículo dos singulares hombres de letras a los que tuvimos la suerte de tener entre nosotros y nos regalaran algo de su sabiduría.
El primero de ellos venía del norte y era hijo de la célebre escritora cántabra doña Concha Espina y de don Ramón de la Serna. Perteneció al cuerpo de Inspectores de Enseñanza Primaria antes de entrar de lleno en el mundo del periodismo donde destacó pronto por su estilo y su preparación clásica. Su nombre era Víctor de la Serna, fue director del diario “Informaciones” y en 1955 recibió el Premio Nacional de Literatura por sus crónicas de viajes por España. Amigo del ministro Girón, recaló en Marbella sobre los últimos años cincuenta y pasó en la calle que ahora lleva su nombre largas temporadas en un chalet allí existente, desde el que salía para pasear y charlar con la gente que encontraba a su paso. Escribía entonces para ABC y en variados y múltiples artículos se ocupó de Marbella, con un detalle que debo resaltar. Al documentarse para estos artículo topó en la “Historia de Málaga y provincia” del historiador Guillén Robles, con el gentilicio “marbellí” que Guillen usaba como sinónimo de “musulmán de Marbella”. A Víctor de la Serna le gustó y consiguió en cierta medida popularizarlo, afirmando que poseía una mayor sonoridad que el habitual “marbellero”. Sencillo y gran conversador, De la Serna fue un magnífico y señorial publicista de la ciudad.
El segundo visitante, más olvidado quizá que Víctor de la Serna, fue Wenceslao Fernández Flores, coruñés fallecido en 1964 y uno de los grandes novelistas de la primera mitad del siglo XX. Su obra, teñida de una suave ironía destacó en papel y luego en Teatro: “El malvado Carabel”, “Relato inmoral”, “Las siete columnas” y especialmente “El bosque animado” le consiguieron fama, prestigio, y la obtención de un sillón en la Academia Española de la Lengua.
Don Wenceslao vino pronto para el sur, en 1920 le invitaron la familia del Moral, propietaria de la Colonia El Angel.  Igualmente escribió para ABC, y cuando ya Ricardo Soriano levantó la “Venta y albergue del Rodeo”, apareció un artículo suyo del que destacaré algunas bellas y muy sensatas frases:
“En la zona de Marbella existen lugares cautivadores en los que un mar tibio y tranquilo se une a un sol que rara vez se ausenta del cielo azul y generan días mágicos que ponen en la sangre el gozo de vivir dulcemente”.  La lucidez del escritor se aprecia en la siguiente, digna de un hombre que profetizaba lo que después tuvimos que sufrir:
“Si ha de acometerse la labor de preparar un reducto del que sea casi excluido el invierno, es necesaria una coordinación que le dé eficacia. Habría que comenzar el estudio de los planes que permitan con dignidad recoger prosaicamente el oro que el sol derrama sobre el litoral”.
Con  personas como Víctor de la Serna y Wenceslao Fernández Flores Marbella dignificó su papel de anfitriona. Sus consejos fueron olvidados y es un error que con posterioridad estamos pagando.

Ana  María  Mata
Historiadora y novelista





22 de abril de 2013

MARBELLA, LA CIUDAD QUE ROMPIO MOLDES

La ASOCIACIÓN MARBELLA ACTIVA te ofrece un nuevo artículo que te ayudará a conocer mejor la historia moderna de nuestra ciudad.

En esta ocasión, Ana María Mata nos expone con su habitual prosa los primeros indicios del turismo en Marbella.


Pincha en el siguiente enlace:

http://www.marbellaactiva.es/

17 de abril de 2013

TRAIL CARA LOS TAJOS 2013

Solo se debuta una vez.
Cada experiencia se vuelve única.
Cara los Tajos ha llenado la estanterías de mis recuerdos.

Arturo Reque Mata

 

13 de abril de 2013

DEL COMERCIAL AL SALDUBA


(Artículo publicado en el diario SUR el 10 de abril de 2013) 
Existen lugares cuyo nombre resulta emblemático con el paso del tiempo, sin que sepamos a veces la causa de ello; no es, sin embargo el caso de uno de los arriba nombrados, que perdura en la memoria colectiva por méritos propios. Su origen primitivo ya es bello de por sí, puesto que según crónicas de los historiadores ese fue uno de los nombres con los que Marbella pudo ser conocida mucho antes de la leyenda inquebrantable que atribuye el actual a la reina católica. Marbella habría sido la Salduba  que arqueólogos y estudiosos de la antigüedad  afirman como asentamiento romano cuya fecha se sitúa sobre los siglos II y III del Imperio y que atestiguan restos tan importantes como los mosaicos de Río Verde o las Termas de las Bóvedas cerca del río Guadalmina
Hoy lo traigo aquí como nominativo de un lugar muy distinto, pero también significativo en alto grado de un momento posterior en los que se decidió el actual destino de nuestra ciudad. El azar dibuja en ocasiones su particular urdimbre en el devenir de los pueblos. Quien sabe si Dios, de quien Einstein afirmaba que no juega a los dados con el planeta tierra, tiene algo que ver en lo que llamamos casualidades.
Marbella poseía ya en el siglo XVIII un establecimiento para dar comida y alojamiento a quienes  a lomos de su caballería llegase y necesitara pasar la noche. La muy recordada “Posada de Pepillo”, en la calle de San Juan de Dios fue el primer albergue y por tanto, decano de los establecimientos de hostelería que luego habrían de sucederle. En estado de “impasse” actual, esperemos que cualquiera que sea su destino futuro no haga olvidar su origen y su encanto.
En 1919 don Antonio Sánchez Ortiz instala el que habría de ser el primer hotel en la ciudad, el Hotel Comercial, situado en la calle Valdés, junto a la actual Plaza de los Naranjos, menos un breve tiempo que estuvo en la Plaza de África. El Comercial tenía doce habitaciones con cubos y jarras para el aseo de los clientes. Su clientela procedía de personas en tránsito, excepto en verano, meses en que se llenaba hasta los topes de nuestros primeros veraneantes. Según cuenta Fernando Alcalá, nuestro cronista oficial tantos años, al éxito del Comercial contribuyó en gran manera la amabilidad y el bien hacer de doña María Cuevas, que junto a su marido don Antonio Sánchez, atendían al personal haciendo que se encontrasen como en su propia casa.
En vista de los buenos resultados, en 1952, el Comercial cambió de emplazamiento y de nombre. Se situó en primera línea de carretera (Avda Ramón y Cajal), frente a la Alameda, y pasó a llamarse Hotel Salduba. La cafetería del hotel la regentaban Pepe Sánchez Cuevas y Luís Gámez Piña. Es en ella, principalmente donde radicó el encanto o esa especie de magia que a veces parecen tener los lugares para convertirse en indispensables, y en este caso en cosmopolita. La “acera del Salduba” fue el punto de encuentro de cuantos asuntos importantes empezaron a gestarse en una Marbella que ya hablaba en idiomas distintos y donde se hacían las primeras operaciones inmobiliarias de cierto nivel. Al mismo tiempo era lugar idóneo para ver y ser visto, razón por la cual la dificultad para encontrar una silla o mesa era máxima, y en vacaciones o verano, toda una proeza. Anticipándose a Puerto Banús, las primeras celebridades sentaban sus reales posaderas en las sillas del Salduba dispuestas a ser admiradas por el nativo o el madrileño que no podía dar crédito a ver en cuerpo mortal a sus ídolos. Quien escribe ha visto hacer un largo tiempo de espera a las primeras multitudes de visitantes para coger una mesa en Salduba, incluso a pelear a mamporro limpio por el mismo motivo.
 El Salduba llegó a ser tan conocido fuera de nuestras lindes como Marbella Club, a pesar de su amplio carácter popular y no elitista. Desapareció en 1975 al comprarlo una entidad bancaria.
El Hotel Salduba y su famosa “acera” tienen un espacio por derecho propio en la historia ya no tan joven, de nuestro turismo internacional. Hoy todos quieren ser pioneros, pero el calificativo hay que situarlo con justicia en quienes empezaron con habitaciones para representantes de comercio y acabaron sirviendo whisky a Mel Ferrer o la Duquesa de Windsor. No solo fue azar, creo que también contó el esfuerzo y la constancia de la familia Sánchez.

Ana  María  Mata  
Historiadora y novelista




                                    
                                                                                                                                                                                                                                                                                

8 de abril de 2013

CRUZ DE JUANAR. VERANO 1958


 
Cuando llegamos a la cita, Mamelete ya nos estaba esperando. Ya no cabía marcha atrás ni excusas que dar. Ni el sofocante calor que haría, ni la angustiosa sed que nos esperaba, ni el sudor que nos incomodaría, ni el madrugón que se nos impuso para iniciar la ascensión con la fresca y así poder volver al baile del Casino por la tarde, después de darnos un baño en la playa y tomar unas cervezas y un aperitivo de gambas en el Miramar, mientras contábamos la aventura con las exageraciones de rigor a las niñas de la padilla.

    
Ninguno de los cuatro habíamos estado anteriormente en la sierra. Admiramos la majestuosidad de La Concha, el humilde Lastonar y el pico de Juanar en el que se había levantado años atrás, una cruz de hierro en cumplimiento de una promesa hecha por pescadores con ocasión de un naufragio del que salieron con vida. Era una tradición en la ciudad subir a verla cada primero de mayo. Los que lo hacían hablaban del maravilloso espectáculo que se dominaba desde lo alto. África y el peñón de Gibraltar en el horizonte; la linea de la costa desde el faro de Calaburras hasta la Linea de la Concepción; cerros y montes que se perdían en la agreste cara norte. Se comentaba que era tanta la devoción por la cruz que además de encender a su pie una vela y rezar una oración, se dieron casos de devotos marengos que hacían la ascensión con los pies descalzos.

El guarda de la sierra había comentado a Mamelete que la cruz se encontraba caída y que al parecer no contaba con la ayuda necesaria para volver a levantarla. Sabía de lo complicado que resultaría hacerlo.
No tardó demasiado en encontrar la solución. En el Casino se cerró el trato. Acompañaríamos a Manuel Lima (Mamelete): Rafael Cantalejos, Paco Valderrama, Alfredo Palma y Arturo Reque. Entre los cinco conseguimos levantar la pesada cruz y calzarla como buenamente pudimos. Hoy día se encuentra segura y sin peligro de volver a derrumbarse.
     De las muchas veces que he subido a la sierra por diversas rutas, continúo guardando estas viejas fotografías como oro en paño en recuerdo de aquella primera ascensión. Mamelete y Paco nos dejaron; Rafael ingresó en la ordendominica. Alfredo Palma y yo continuamos en la brecha.


Arturo Reque Cereijo