Dice Adiós. Con hidalguía pero
con el corazón acongojado. La Librería Mata se despide de amigos, clientes,
familia y demás gente que hayan sentido su presencia como algo íntimo y a la
vez público, como lugar de encuentro o rincón familiar para el descanso, al
amparo de libros que hablaban desde el estante, de esmaltadas portadas diciendo
desde su atalaya: leedme, no me abandonéis, tomadme en vuestras manos y
llevadme con vosotros.
Una trayectoria que empezó hace
ochenta años se acaba y en el momento
del recuento final queda entre sus paredes todo el calor recibido durante este
tiempo, el cariño de un pueblo entero que tantas veces ha pasado por ella, de
gente admirable que se duele ya de su ausencia, que la añora y nos abraza
a cuantos hemos tenido la suerte de
formar parte de la familia Matita, de soñar, reír, charlar e imaginar entusiasmados
las mil y una historias que nos tenían reservadas sus libros en silencio.
No ha sido fácil echar el
cierre. Necesario, porque la andada ha sido larga y extensa, porque los
gigantes apabullan y pisan a degüello, porque el adiós hay que decirlo cuando
todavía la mano puede limpiar esa lágrima
que cae sobre la pequeña baldosa de un suelo enormemente transitado.
Nunca olvidaremos lo vivido.
Como una segunda piel habitará en nosotros el papel multiplicado en hojas de
diarios, revistas y libros. El olor que de ellos se desprende, el calor que
proporcionan, la satisfacción de lo aprendido, el roce de sus hojas.
Estas líneas de hoy quieren
decir Gracias de todo corazón. Agradecer las infinitas muestras de cariño en
cada despedida, los abrazos, los nudos en la garganta, los recuerdos a los fundadores,
la nostalgia.
Sin presunción, pero con
orgullo, nos hemos sentido parte de Marbella hasta lo más recóndito de ella.
Sabemos que para muchos la librería ha sido un pequeño símbolo cultural, una lucecita
siempre encendida que animaba a su gente a introducirse en el mágico mundo de
la lectura, un universo en el que lo
real pierde fuerza para que triunfe la imaginación y la fantasía.
A todos aquellos a quienes no
nos ha dado tiempo a despedir en persona, a los de fuera y a los que les ha
cogido de sorpresa el cierre, vaya igualmente nuestra gratitud y cariño.
Ochenta años es toda una vida.
La que hemos vivido felizmente todos juntos en la calle Enrique del Castillo.
Hasta siempre.
Ana María
Mata
(Historiadora y novelista)