24 de diciembre de 2018

SUELO EDUCATIVO

Alucinada quedóme!...que diría una amiga asturiana mezclado entre sus palabras en Bable. Alucinada, asombrada, y, por qué no decirlo, casi indignada por la noticia reciente de que el Ayuntamiento proyecta ceder suelo público educativo a Testigos de Jehová para construir un templo.
A pesar de que el expediente ha sido llevado con la mayor discreción desde que se inició en agosto, la noticia ha saltado a la opinión pública a través de los medios, y como no podía ser menos, ha dado lugar a un número importante de protestas, comenzando por las AMPAS, y seguido por la oposición municipal que arremete contra la iniciativa. El edil de Izquierda Unida ha desmentido al concejal de Hacienda y Patrimonio, que aseguró que los representantes de Testigos de Jehová habían mantenido reuniones con todos los grupos políticos.  Afirma Miguel Díaz que “Por parte de Izquierda Unida jamás ha habido reunión ni consentimiento favorable con representantes de este grupo religioso”.
Aún sin poder ponerme en la piel y el criterio de cada uno de mis conciudadanos, me atrevo a expresar mi opinión contraria a este hecho, si es que se produce. Afirmo que me parece lamentable que el Consistorio haya negado hasta el infinito ceder parcelas para uso público educativo, y sin embargo, no dude en otorgarlas a discreción para uso privado. Frente a las carencias educativas que presenta la ciudad de Marbella, y que en este Blog  he dado a conocer en múltiples ocasiones, resulta un agravio comparativo y un contrasentido la iniciativa de ceder una parcela para uso de una comunidad privada, religiosa o sectaria.
No se trata de discriminación hacia la secta, tampoco me parecería normal que lo adjudicasen a otra cualquiera de las muchas existentes. Ocurre que, como dice la Agrupación Independiente de Ampas, que aglutina a las asociaciones de padres de 16 centros de educación infantil y primaria, seis institutos y la asociación de altas capacidades, solucionar las carencias en materia educativa que tiene Marbella deben ser prioritarias para la institución municipal.
En concreto, en la parcela que ahora se pretende ceder a la organización religiosa, el propio Ayuntamiento proyectó en 2010 la construcción de una guardería con capacidad para acoger a 160 niños. La zona donde se encuentra la parcela no cuenta con este tipo de equipamiento público.
Por alguna causa que desconozco, y que mejor será dejar en la ignorancia antes que destapar motivaciones estúpidas, la Educación, y los muchos factores que la constituyen sigue siendo un apartado oscuro y desmotivado en las redacciones de presupuestos, no ya de Marbella, sino de toda España. A la cola siempre de ellos, los partidos políticos y sus representantes parecen de esa manera confirmar que desprecian la salud mental de los ciudadanos en las primeras fases de sus vidas, como si no fuesen estas las que darán después lugar al hombre que encierran en potencia.
Un país de bajo nivel cultural es un país subdesarrollado por mucho que aparente su economía base. Y la cultura comienza en el colegio, en una etapa en la que el cerebro infantil asimila a la perfección cuanto le es mostrado y se prepara para futuros retos.
No son de recibo los barracones prefabricados salvo en una última instancia y como preludio de una obra en ejecución.

Mientras haya un niño sin colegio o un adolescente sin instituto, por favor, olviden la demagogia política y dejen de realizar extrañas concesiones.
La verdadera caridad, lo dice el mismo Evangelio, empieza por uno mismo.
                                                                                                 
Ana María Mata
(Historiadora y Novelista) 


15 de diciembre de 2018

QUÉ ES LA NAVIDAD


Si preguntáramos a un niño cualquiera que es  para él la Navidad, nos contestaría, casi con certeza:”regalos, muchos regalos”.  Si lo hiciéramos a la madre, diría que mucho más trabajo, y el padre, respondería: “un pellizco grande a la economía familiar”.
Diferentes respuestas para  un acontecimiento que se ha ido desprendiendo de sus raíces religiosas para transformarse en fastos alimenticios, algarabía juvenil, consumismo a destajo y relaciones familiares forzadas.
Piensen en sus Navidades pasadas, en aquellas que han quedado como entrañables en su memoria. ¿Cuántas fueron? ¿Diez? Seguramente anden por ahí las pertenecientes a su infancia y, años después, tuvieron un repunte de otras tantas si han tenido hijos. No está nada mal, suman veinte, pocas cosas bonitas duran tanto. Y sin embargo, es curioso como el resto de esos años lo pasamos soportando la Navidad, deseando que pasen esos días, que en otras circunstancias, eran muy esperados,
En esos años de incomodidad navideña hacemos algo igualmente humano, buscar culpables. Reflexionamos en que se ha convertido en una operación consumista, en que Papá Noel lo estropeó todo, que se ha perdido el sentido religioso. Todo eso es verdad, pero existe gente que no se ha criado en un ambiente especialmente religioso ni consumista y aún así  protesta porque la Navidad ya no es lo que era, sin advertir que son ellos los distintos.

La Navidad es nuestra memoria. En realidad Navidad somos nosotros mismos, con las ganas o no de ver anuncios múltiples con un Papá Noel sonriente y barbudo, con el aguante de tu compañero o jefe haciendo chorradas en la fiesta de la empresa, con el cuñado con dos copas de más hablando de política y la mierda del regalo del amigo invisible.

Pero también, y no debemos dejarlo de lado, es la ilusión anhelante en los ojos, tal vez ya, de tus nietos, es un padre subido a un taburete para poner la estrella al árbol y una madre diciendo: “Si te caes, no rompas las  bolas, por favor”.
A pesar de todo lo que hayamos perdido, la Navidad puede ser, y es, territorio de nuestra mente, de nuestro deseo de vivirla, y por eso cada uno lo siente de manera muy distinta.
No viene mal recordar uno de esos días en que todo comenzó hace más de dos mil años en una triste cabaña de un pueblo llamado Belén. Que aquél niño no iba a ser un niño corriente y por eso lo de pastores con regalos y reyes viniendo de un país lejano. Que el pequeño, años más tarde nos regalaría el mensaje de amor más importante de la historia del hombre. Que todo lo hizo gratis, para acabar muriendo joven y de forma cruel.
Es difícil eludir lo que ya se ha convertido en un gran fenómeno social.
Cuando aparezca en nosotros la astenia navideña, especialmente en los que peinamos demasiadas canas, traigamos a la mente la sonrisa de un niño ante el Belén, el árbol y su regalo.
Y pensemos, obligatoriamente en el verso del poeta: Nosotros, lo de entonces, ya no somos los mismos.
                                                                                           
Ana María Mata
(Historiadora y Novelista)