16 de noviembre de 2012

LOS AÑOS DEL MUELLE DE HIERRO



(Artículo publicado en el diario SUR el 15 de noviembre de 2012)
Los historiadores sabemos que el siglo XIX no fue uno más en la historia de Marbella. Tal vez después de la Conquista de los Reyes Católicos la ciudad sufrió una modorra existencial que, por otro lado, fue muy general para la mayoría de pueblos del país, cuya tarea primordial era acostumbrarse lentamente a pasar de lo medieval a unos parámetros modificados donde la idea teocrática comenzaba a no ser tan relevante. En el XVIII Marbella constituyó lo que se llamó Barrio Alto o Barrio de San Francisco y comenzó a formarse otro núcleo urbano al otro lado del río de la Represa al que se llamó Barrio Nuevo. Se construyó el Fuerte de San Luis como defensa frente al mar y se amplió el Ayuntamiento agregándole un cuerpo lateral en 1779.
Lo que define por excelencia al nuevo siglo XIX es el auge de las industrias del hierro, y en ese sentido (aunque algunos difieran del dato) a la ciudad le correspondió la primacía de la primera ferrería de España.  Un hombre fue decisivo: Manuel Agustín Heredia, nacido en Logroño y afincado en Málaga donde llegaría a ser uno de los empresarios más importantes. En el periodo entre 1823-1850 se crea el denominado “Corral del hierro”, ubicado junto a la orilla del mar y del que P. Madoz escribe que “se utiliza como depósito de hierro de fundición para embarque”. En los años anteriores  inmediatos al turismo, se le llamaba “El Saladero”, edificación sin valor arquitectónico, que recordaba el adelanto de la ciudad en la industria siderometalúrgica. La ferrería creada por Heredia se llamó La Concepción, y a pesar de haber producido a lo largo de los años 1844 y 1845 más de ochocientas mil arrobas de hierro fundido, y dar trabajo a gran cantidad de obreros, el nuevo auge de las ciudades norteñas españolas en siderurgia, y la escasez de madera para la fundición hizo que encareciera el producto hasta el punto de tener que cerrarla.
Aparece por suerte una compañía inglesa, la  The Marbella Iron Ore C. L. que se propuso reanudar las actividades mineras con medios más modernos que los empleados por Heredia. El 12 de julio de 1868  Don Guillermo Malcolm y Don Miguel Calzado, apoderados de la compañía inglesa, se dirigieron al Ministerio de Fomento para demandar autorización y construir un muelle, que fundamentaron en una serie de pilares de hierro macizo unidos con viguetas también de hierro y sobre ellas un tablero de madera que serviría de soporte a los raíles del ferrocarril minero. El muelle se introducía en el mar 281 metros. Comenzó el transporte en 1872 y al ferrocarril se le llamó de San Juan Bautista.
Así nació la nueva imagen de la ciudad que durante larguísimo tiempo fue recordada por nuestros mayores y transmitida de viva a voz y con fotos amarillentas de padres a hijos con la nostalgia que produce el haber sido testigo de un acontecimiento de primera magnitud. Bombines y sombrillas femeninas aparecen en las fotos paseando con orgullo sobre las maderas del muelle, conscientes de lo que significaba para el pueblo agricultor y todavía en ciernes, poseer un artilugio que pocos podían reseñar en su haber.
Aunque fue desmantelado en 1934, algunos restos permanecieron como reliquias testimoniales y nuestra infancia se llenó de emotivos reductos que, como relatos, nos contaban cada vez que los restos de mineral introducidos en la arena gris, evocaba al familiar que nos acompañaba un pasado glorioso.
La mina de hierro magnético de El Peñoncillo continuó generando mineral que era transportado por cubetas hasta las torres del Cable. Una de ellas queda aún como símbolo histórico.
Queda por decir, para quienes insisten absurdamente en nuestros orígenes como “pequeño pueblecito de pescadores” –siempre en términos peyorativos de pobreza y desvalorización-, que repasen al gran cronista F. Alcalá o estudios posteriores antes de hablar de lo que no conocen. Porque siempre en el recuerdo nos quedará como prueba El Muelle de Hierro.

Ana  María  Mata
Historiadora y novelista







1 de noviembre de 2012

LOS LAGUNO Y EL HOTEL MIRAMAR



(Artículo publicado en el diario SUR el 1  de noviembre de 2012)
 
Cuantas veces el azar influye de forma determinante en el triunfo o fracaso de muchos de los planes humanos. En el caso que hoy escribo jamás podría pensar la familia Laguno cual habría de ser el futuro de algo que ellos comenzaron en Marbella y la terrible contienda civil truncó de raíz. El matrimonio Laguno Zuzuárregui llegó a la ciudad en el año 1933 buscando un clima favorable para la delicada salud de uno de sus hijos y al mismo tiempo intentando restaurar el patrimonio de Don José, en Cuba, víctima de la recesión económica de 1929. Un familiar les orienta y deciden comprar la Huerta de san Ramón, lindante al sur con la playa y al oeste con el Arroyo de la Represa. La vieja casona de la huerta les servirá de vivienda y construyen un amplio edificio en el que Don José Laguno, tras otear el ambiente de los que iban y venían, y darse cuenta de que al Hotel Comercial llegan fundamentalmente viajantes de comercio y funcionarios destinados, atraídos por el ambiente familiar y el módico precio (cinco pesetas diarias) piensa, en un  gran alarde visionario, que el incipiente turismo extranjero tal vez necesite un poco más de confort y modernidad, dado que el clima y la belleza del pueblo estaban asegurados y todo podía consistir en un gota a gota y algo de paciencia.  
Así nacerá el Hotel Miramar, primer establecimiento en el centro de Marbella abierto y orientado mayoritariamente a una clientela extranjera. Redactan su propaganda en inglés y francés, junto al castellano, con frases como “edifice moderne sur la route Gibraltar- Málaga” , “bain chaud et froid” o “breakfast and tea”. El precio era alto, de acuerdo con la categoría que querían darle al hotel : quince pesetas diarias.
Lo más destacable de la familia Laguno y su nuevo hotel reside en que son los primeros que en 1933, designan en sus folletos propagandísticos al litoral malagueño como “Costa del Sol”, magnífica idea que de haberla patentado les hubiese reportado mucho más de lo que el hotel llegó a suponerles económicamente. Pioneros de un turismo del exterior, si no elitista, sí al menos coincidente al cien por cien con lo que después y de muy distintas maneras llegaríamos a ser desde el punto de vista abierto y cosmopolita.
El 15 de octubre de  1933 los Laguno inauguran oficialmente el hotel, bendiciéndolo el párroco, Don José Vera Medialdea y con la presencia de numerosos invitados, entre ellos el presidente de la Comisión Gestora municipal, Don Alfonso Martín Nieto. El diario malagueño “El Cronista” relata como gran acontecimiento social y turístico dicha inauguración en sus páginas del día siguiente. Comentaba el redactor que “el hotel está coronado por amplísima terraza cuyas vistas abarcan desde Gibraltar al Faro de Calaburra y desde la costa de Africa a la Sierra Blanca, y tiene todos los servicios (agua corriente en habitaciones, teléfono, radio…etc) que contribuyen a hacer la estancia higiénica y muy amena”.
Lástima que cuando el hotel comenzaba a acreditarse estallara la Guerra Civil, lo que supuso un difícil momento para un hotel que se nutría especialmente de extranjeros. Don José lo vendió  en 1940 y se marchó a Málaga. En los años sesenta los nuevos dueños de hotel, la familia Romero Ugaldezubiar lo puso de nuevo en explotación ampliándolo con el nombre de “Miramar- Playa”.
La memoria posee una extraña capacidad de selección que hace a veces olvidar aquello que en justicia debería ser recordado. La familia Laguno, merece ser considerada como la primera en intentar que el turismo extranjero tuviese un acicate más para conocer la que ellos denominaron tan felizmente como Costa del Sol.  El tan debatido papel de pionero corresponde en ese sentido a Don José Laguno, el hombre que sin poseer títulos ni amistades de alto nivel, como Ricardo Soriano, intuyó que Marbella era un lugar privilegiado para todo tipo de clases sociales. El azar le jugó una mala pasada con la que no habían contado. Con un poco de paciencia, y aguante quizás serían más recordados y hubiesen logrado un buen patrimonio con su hazaña.

Ana  María  Mata
Historiadora y novelista