Gran noticia, sí señor. Lanzada con énfasis
por la Delegación
de Cultura de nuestro municipio, se produjo hace una semana y como comprenderán,
quien escribe no pudo menos que sentir efluvios de contento y alboroto de
placer: ¡Una biblioteca! Anuncian una biblioteca, y además “internacional”,
como para ponerse a llorar de la emoción e incluso echar las campanas al
vuelo…Por fin la esperada biblioteca. No debí ser mal pensada creyendo que el
Ayuntamiento tenía encajonada la cultura. Al fin llegó.
Sebastián Irrazábal. Arquitecto |
Lástima de los “pero”. Lástima que en casi
todo lo agradable haya un “pero” detrás o posterior. Lástima que no sepamos
hacer las cosas bien y completas. Lástima que una buena noticia acabe por
producirme −perdón por la expresión− un fuerte atisbo de mala leche.
Sucede que en Marbella ciudad no tenemos
biblioteca digna de este nombre. La que crearon, después de tiempo y trabajo,
se instaló en los bajos del Mercado Municipal, y las lluvias acabaron con los
libros escondidos huyendo de los gruesos goterones que caían sobre cubos
instalados en el recinto. Buena instalación, para empezar, en los bajos de un
mercado cuyo techo coincidía con el suelo de los puestos de pescado. Debieron
pensar que al fin y al cabo, la lectura es “hambre de conocimiento”, y dónde
mejor subsanarla que junto a salmonetes, chuletones y plátanos de Canarias…democratización
cultural. Todo entra en el mismo saco.
Se cerró, claro. Y de nuevo sin biblioteca.
Sin lugar de consultas y de estudio. Sin libros. Otra vez a esperar que unos
céntimos del presupuesto sobraran para que el intelecto de nuestra gente los
agarrase al vuelo. Total, como tampoco tenemos ya UNED, ¿para qué hay que
estudiar tanto?, dirán…y el tiempo, como es su costumbre, corriendo.
En esas estábamos cuando surge la noticia que
encabeza este pequeño artículo. Ya les he contado lo del gozo y el regocijo.
Ahora toca lo demás. La biblioteca no es para la ciudad en sí, sino para uno de
sus distritos más lejanos: Las Chapas. Y como allí la mayoría de residentes son
extranjeros, pues una internacional, no sea que los “guiris” se molesten por no
acordarse de ellos, y se marchen. Hay que cuidarlos.
Maravillosa iniciativa si no fuera porque,
generalmente, las casas no suelen empezarse por el tejado. Porque antes de
“epatar” con lo de internacional, habría que buscar urgentemente un recinto
idóneo para una, aunque sea en español, urbana y céntrica con el fin de que el
pueblo pueda disfrutarla y los estudiantes acudir a ella. Es tan ilógico que se
haga primero la de las Chapas como que Marbella en toda su historia no contase
con un buen lugar para libros. Dice poco de nosotros y de las respectivas
corporaciones. Dice mucho de lo alejados que están los mandatarios de niños,
jóvenes, y asuntos culturales.
No pretendemos, ni antes ni ahora, una
biblioteca como me cuentan que es la de Vancouver, que contiene 2.000.000 de
libros y se asemeja en forma al Coliseo. Ni la de Alejandría, mítica en nuestra
mente. Nos conformamos con un local amplio y decente, donde puedan entrar los
libros necesarios para bachilleres y algunos aficionados que amen el placer
sosegado de la lectura de un libro que quizás no posean.
En esa deseada pero inexistente biblioteca
deberían estar, obligatoriamente, cualquier libro que trate de algún aspecto de
la Historia
de Marbella, desde los primeros de Fernando Alcalá, en los que de manera
sencilla se divulgaba lo esencial para un visitante, hasta los actuales de
sesudos investigadores que se hayan dedicado a su estudio. Decía el citado Alcalá, que Marbella, cuando
él empezó a dedicarse a ella, era la gran desconocida de su propia gente, y que
“no se puede amar lo que no se conoce”. Más razón que un santo. Por ello,
quiero agradecer a la Asociación Marbella
Activa el esfuerzo que están haciendo por llevar a las escuelas la Historia de Marbella en
un precioso libro con ilustraciones (felicidades, porque he visto las imágenes)
que darán a los escolares las bases de conocimiento que nosotros, por
desgracia, no tuvimos.
La lectura no es solo un placer (otro día
hablaré de ella) sino también un medio de conocer todo aquello que no podemos
verificar en directo la mayoría de veces.
Mientras sigue la espera, no queda otro
remedio que felicitar a los que viven en Las Chapas. Envidia sana. Cabe la
posibilidad de cambiar de distrito.
Ana María
Mata
Historiadora y novelista