26 de noviembre 2015
Entrevista a Arturo Reque, arquitecto director del estudio Reque+Gallego Arquitectos en Gente de Trabajo, programa de Onda Cero Marbella que dirigen Concha Montes y Dan Ortuño.
En esta interesantísima entrevista podréis conocer un poco más a este estudio de arquitectura local, con fuertes raices en Marbella y su entorno. Su estilo arquitectónico, su trato cercano y empático con el cliente... y por supuesto la actualidad, ¿Cómo está el gremio de los arquitectos ante esta incertidumbre urbanística que nos vuelve a tocar vivir en Marbella? ¿Cómo se vivieron los años del boom inmobiliario?
No dejes de escucharla y compartirla acon tus amigos.
Y por supuesto, si tienes algo que preguntar u opinar puedes hacerlo directamente escribiendo al correo: arturo@reque-gallego.com o al móvil 630 87 77 55.
Serás muy bien recibido y estupéndamente atendido.
Muchas gracias. Saludos,
Arturo Reque y Rosario Gallego
http://www.ondacero.es/emisoras/andalucia/marbella/audios-podcast/marbella-onda/gente-de-trabajo-jueves-26-de-noviembre-de-2015_2015112756580fb34beb2834cda3c58d.html
Cultura en Marbella: tertulia, arquitectura, fotografía, música y arte en cualquiera de sus acepciones. Entra y participa. Estamos tomando un cafe de media tarde...
27 de noviembre de 2015
23 de noviembre de 2015
POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS
La motivación religiosa o la lucha por las
creencias están en el interior de todas
las guerras desde que el hombre comenzó a diseñar su historia. También la
geografía coincide en una gran parte de ellas, desde los enfrentamientos entre
Sumerios y Arcadios a orillas del Éufrates hasta la
que motiva mi artículo de hoy, la que desarrolla el autoproclamado
Estado Islámico contra los que llama enemigos de Alá, cuyo centro neurálgico
operativo se sitúa en tierras de Siria e Irak.
No solemos recapacitar sobre ello, pero todos
los siglos históricos tienen su particular guerra de religión. La Guerra de los Treinta años,
Cruzadas, católicos y protestantes cuando Lutero, Reforma y Contrarreforma,
Reconquista española…así hasta el momento presente, los dos monoteísmos han
impulsado más muertes que todas las epidemias y conflictos bélicos juntos.
Aunque la auténtica motivación fuese en última instancia el dominio y poder, detrás
o delante se hallaba un determinado Dios con el que justificaban y justifican
las barbaridades cometidas.
En el nombre de Alá han sido sacrificados en
Paris un enorme número de seres humanos que nada tenían que ver con la
problemática y terrible forma de entender las creencias que poseen sus
asesinos. Asesinados por intentar ser libres en un país europeo que tal vez
consideren los verdugos como símbolo de unos valores que ellos no han sabido
construir. Por muy esplendoroso que sea su pasado y bella su arquitectura y su
arte, en terrenos de la mente no supieron adecuar la teocracia que dominó en el
medievo todo el planeta, con las nuevas
ideas surgidas de la Ilustración Francesa.
La Razón, con
mayúsculas no tuvo acogida entre los seguidores de Mahoma que prefirieron
seguir un camino en solitario que no podía desembocar sino en el fanatismo.
Pero hoy estamos en tiempos de globalización
y es más difícil ignorar a los pueblos vecinos. Es preferible odiarlos por
cuanto representan. En un magnífico artículo, Raúl del Pozo escribe: “No tengo
claro si los yihadistas mueren en nombre de Alá como camino del paraíso o están
poseídos por el odio a los valores de Occidente y por la venganza como respuesta
a ser reducidos a ciudadanos sin esperanza”. Afirma que la yihad recluta a sus
combatientes entre mendigos, camellos y jóvenes que no pueden vivir su vida y
cuya marginación no justifica por si sola su crueldad si no es unida a
coartadas metafísicas.
Pobre Dios, cualquiera que sea el nombre,
bajo cuyo amparo se han cometidos las mayores brutalidades, en un afán de
sentirse mejor después de descabezar al turco, matar al protestante, quemar a
los blasfemos o asesinar a los infieles. Tenían asegurado el silencio de ese Dios, el
mutismo sobrenatural en el que suelen acogerse los iluminados que no quieren
dejar de serlo.
Necesitamos excusas para ser todo lo perverso
a lo que podemos llegar. Ante la maldad humana preferimos creer en enfermedades
mentales y no reconocer que todo mal no puede ser achacado a la locura. Tampoco
a las creencias por mucho empeño que los hijos de Mahoma pongan en ello. Estoy
segura de que muchos de los que aprietan el gatillo o colocan la bomba saben a
ciencia cierta que detrás de esos atentados está la mano de un maestro en
inculcarle fanatismo para su propio provecho, y no la sonriente mirada de un
Alá cruel e impertérrito.
La manipulación a través de las creencias ha
sido otra constante perversa de la
Historia.
Las madrasas
islámicas, como antes los conventos, se transforman en escuelas del terror cuya
semilla germina en Inquisición o terrorismo. Al poderoso de turno le conviene
estos centros de adiestramiento e incultura racional para conseguir sus fines
mediante hombres y mujeres sin criterio personal y crítico.
Quizás lo peor de todo sean las dificultades
cercanas a la imposibilidad de encontrar soluciones. Los financiadores
oficiales del terrorismo islámico, Arabia Saudita y Emiratos árabes, Katar, y
algunos países del grupo G-20 no van a dejar de hacerlo porque va en contra de
sus intereses. En el centro está el tema
del petróleo y nada puede hacerse, porque al final, todos deseamos vivir de la
manera más cómoda posible, y para ello necesitamos fuentes de energía.
La única esperanza podría venir de que Dios-
Alá se enfadase por el uso de su nombre, no en vano, sino para matar inocentes.
Ana
María Mata
Historiadora
y novelista
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Ana María Mata
16 de noviembre de 2015
TODO POR LO CIVIL
¡Cómo nos gusta a los españoles el
extremismo! ¡Y no digamos a los andaluces!…Aborrecemos ese término medio tan
elogiado por pensadores y psiquiatras donde suele decirse que está la virtud,
el raciocinio y el mejor método de convivencia; porque en general la
autenticidad del vivir reside en lo cotidiano, pocas veces en lo extraordinario
que solo ocurre cuando algo se desborda y suele, en ocasiones, arrastrarnos en
ese mismo desbordamiento hasta el punto
de sucumbir.
A pesar de ello seguimos actuando a ritmo de
tesis-antítesis, blanco-negro y amor-odio. Saltamos del uno al otro, a veces
con demasiado ímpetu, sin un logos que condicione o dirija nuestro impulso, y
así está nuestra historia plena de discordancias y decisiones erróneas a las
que nos conduce nuestra extrema visceralidad.
Los mismos que vitoreaban a los reyes en sus
salidas públicas y los aclamaban, pidieron a gritos unos meses más tarde su
expulsión y la llegada de la República.
Tiempo atrás habían hecho igual pero al revés, cuando fue
necesario encontrar con rapidez un monarca que resultó ser Amadeo de Saboya.
Quienes quemaron iglesias y conventos además de imágenes sagradas acabaron
convertidos unos años después en fervorosos hermanos de Hermandades y
Cofradías. En el momento de aplaudir a La Macarena o El Cautivo, olvidaron que habían
presumido de ateísmo y anticlericalismo el año anterior en el mismo Abril y la
misma ciudad. En la
Transición hubo falangistas antiguos en las filas del partido
Socialista y escurridizos miembros de la temida FAI que se integraron
calladamente en Alianza Popular.
Ya saben el exhorto de Marx sobre la
historia, la cual, según él, o se repite como tragedia o como farsa. En ello estamos desde hace un tiempo, más
bien en lo último, por suerte, pero farsa al fin y al cabo. En concordancia con
lo anterior, después de largo tiempo de represiones más o menos soterradas, la
ansiada libertad abrió puertas a casi todo. De nuevo los extremos. O monje o Casanova.
Exageremos, pues, la modernidad, dijimos, que nadie nos gane en el desenfreno.
Ocurre que tanto exceso puede llevarnos al
patetismo o la ridiculez. Vean si no.
Todo comenzó con los bautizos civiles. En
determinadas poblaciones, los padres decidieron que sus recién nacidos fuesen “bautizados” por lo civil, en lugar de
ponerles traje nuevo y recibir agua bendita por parte de la Iglesia. Nada que objetar, opino.
Si un simple registro civil quieren
celebrarlo y llamarle, a falta de imaginación, bautizo, entre ellos queda. A
nadie debería imponérsele una fe que no conoce aún. Pero a renglón seguido,
llega el cerebrito de turno, y decide: “Mi niña va a hacer la Primera Comunión, pero lo va a
hacer por lo civil”. ¿Por qué va a quedarse ella sin traje blanco, corona de
flores y fiesta con regalos?...Lo hará por lo civil.
La incultura es atrevida, pero aquí resulta
irrespetuosa y un tanto lerda. Por muy anti religioso que ese padre sea, no
creo que desconozca el auténtico sentido que posee la Primera Comunión: para los creyentes, es la primera vez que un niño/a recibe el misterio de la Eucaristía, es decir,
el abrazo íntimo y real de Jesucristo y el comulgante.
Si este hecho no se produce, por falta de fe
o desprecio de ella, la fiesta del niño en cuestión podrá ser llamada como les
apetezca, pero Comunión, rotundamente no. Nadie está obligado a creer, pero sí
a poseer un mínimo de conocimiento y respeto hacia lo que para los demás es un
rito sagrado.
Lo ridículo de esa pretendida “comunión
civil” es que sus promotores no hayan sido capaces de encontrar un nombre a esa
tan deseada conmemoración para su infante, al que por otra parte no sé como
explicarán su decisión de que no sea
como los otros, imitando todo cuanto rodea al acto en sí, menos lo esencial.
Algo de culpa tenemos quienes nos calificamos de cristianos y hemos hecho de
ese día un acontecimiento pomposo y fuera de lugar que puede llevar a equívocos
a los niños por exceso de consumismo.
Estamos cayendo en una serie de estupideces
solo por afán de ser modernos, o “epatar”, como
diría un francés. La tontería es de tal calibre, que puestos a ser
originales y modernos, digo yo que también podríamos celebrar las Navidades
civiles, cantando la
Internacional o el Porompompero en lugar de villancicos, y
colocando en el pesebre a Lenin, Hugo Chaves o Albert Rivera, que daría mejor.
Incluso la Semana Santa, ¿no les parece?
Con Pablo Iglesias, Susana Díaz y Rajoy bajo palio mientras a lo lejos suena
una saeta con letra de Joaquín Sabina.
Piénsenlo, por si acaso. Todo sea por lo
civil.
Ana María Mata
Historiadora y novelista
10 de noviembre de 2015
Onda Cero Marbella. La Tertulia de los Viernes 6/11/2015
Abordamos 'La tertulia de los viernes' en Marbella en la Onda con un
tema capital: Causas, consecuencias, efectos de la anulación del PGOU de
Marbella. Nos acompañaron el arquitecto Arturo Reque, el periodista
José Manuel Bermudo, el gerente de Marina Banús Dan Ortuño y el vecino
activo de Las Chapas Thomas Dihrberg
(A partir del min 37´15)
http://desprogresiva.antena3.com/mp_audios4//2015/11/06/E6E7C423-EC7C-42D3-8E81-7D9241B54A14/E6E7C423-EC7C-42D3-8E81-7D9241B54A14.mp3
(A partir del min 37´15)
http://desprogresiva.antena3.com/mp_audios4//2015/11/06/E6E7C423-EC7C-42D3-8E81-7D9241B54A14/E6E7C423-EC7C-42D3-8E81-7D9241B54A14.mp3
3 de noviembre de 2015
EL ESPLENDOR DE LOS OMEYAS
En la larga historia de la humanidad hubo
civilizaciones cuyas manifestaciones artísticas, de tan excelsas, parecen haber
sido creadas para alcanzar valor eterno y reconciliar al hombre con lo que de
divino, dicen, en él existe.
Capítulo aparte merece el análisis posterior
que puede hacerse ante el interrogante de cómo estas mismas civilizaciones o
culturas han ido perdiendo con el paso del tiempo el esplendor alcanzado hasta
llegar en el momento actual a una degeneración de sus valores en aras de
intereses pseudos-religiosos más o menos enmascarados. Incógnitas que la Historia presenta a veces
y cuya respuesta es, por lo general, difícil.
En la creencia de que los españoles en
general no conocemos a fondo el país en el que habitamos, lastimosamente
relegado a veces por destinos lejanos cuyo exotismo nos promete la publicidad,
me creo en la obligación moral de rastrearlos de nuevo y debo decir que no hay
ni uno en que lo haya hecho sin que me haya deparado sorpresas agradables, y en
ocasiones, extraordinarias.
El poeta Góngora, nacido allí, la llamó
“sultana”, y para los que tuvieron la suerte de vivirla en los siglos VIII o
IX, era la “flor más preciada de nuestro reino”. Así la nombraba Ibn Hazm,
autor del “Collar de la paloma”, poeta hispano-árabe especialista en temas
amorosos.
Córdoba es la ciudad andaluza donde el reino
musulmán dejó las huellas de su poderoso momento y de la maestría absoluta que
sus arquitectos, escultores, y demás artistas eran capaces de realizar. Cuando
Abderramán I comenzó la construcción de la Mezquita no sé si sería consciente de lo sublime
en que su idea llegaría a materializarse y cómo un templo musulmán único que no
mira a La Meca,
sino a Damasco, con sus 23.000metros cuadrados se convertiría en el símbolo por
excelencia del esplendor califal y uno de los más bellos del mundo.
La
Mezquita, tuvo
en su ejecución aportaciones romanas y visigodas, e influencias sirias, persas
y bizantinas. Sus múltiples arcos de herradura y de medio punto producen un
espléndido juego de luces y sombras que llega a sobrecoger el ánimo del
visitante. Abderramán III la enriqueció al separarse de Damasco y nombrar
Al-Andalus Califato independiente. Almanzor fue quien doblaría su extensión en
superficie.
Afirmaban
algunos cronistas árabes que la
Mezquita fue el resultado, además, de la influencia que el
clima y el perfume del azahar cordobés tuvieron en los artesanos y de la felicidad que sus habitantes
disfrutaron en Al-Andalus. Lo cierto es que nos dejaron para la eternidad la
más bella de sus creaciones, junto a la Alhambra de Granada.
Entusiasmado con su poderío, Abderramán III
quiso demostrar su amor a su favorita Al-Ahra, y lo hizo de forma rotunda. A
escasos kilómetros de Córdoba mandó construir una pequeña ciudad para ella, de
la que sus restos son suficientes para enamorarse de las ruinas.
Medina-Azahara es un canto al placer, una
perplejidad para la vista, donde sus grandes
y hermosos arcos tallados en rojo y oro se unen a su situación
paisajística y al verde que la rodea.
Junto a todo ello, la Judería cordobesa podría
llamarse el remate final de belleza que el ojo humano es capaz de contemplar.
El enjambre de callejuelas blancas y pétreas, Dédalo laberíntico donde los
haya, majestuosidad de lo pequeño, luz brillante de patios interiores, rejas y
frescor, la Judería
alcanza su cenit en la pequeña Sinagoga, muy conservada, íntima y bellamente
tallada en paredes y galería.
Quizás lo más interesante radique en intentar
una regresión mental en el tiempo y volver a imaginar la ciudad vivida en su
momento real. En los instantes aquellos en que hombres y mujeres trabajaban,
recorrían caminos ajenos a la prisa, tal vez chocando en alguna calleja por su
estrechez, acudiendo a la llamada del Almuecín, del Rabino y mucho más tarde,
de las campanas. Gente normal, a la que solo diferenciaba de nosotros el
sentido del culto, pero que sufrirían enfermedades, amarían con o sin éxito,
tendrían hijos y temerían como todos a la muerte. Ignorantes sin duda de la
herencia cultural que iban a dejarnos, ajenos a lo que la posteridad les iba a
agradecer, españoles por territorio y nacimiento, aunque Mahoma fuese su
profeta y no el Crucificado.
Incomprensible resulta entender por qué un pueblo cuyos orígenes
estuvieron repletos de belleza y arte, con el esplendor Omeya como bandera
retrospectiva, se haya convertido en cultura actual retrógrada dentro de la
cual conviven corrientes anacrónicas sociales, y, sostenidos por el fanatismo
religioso, asesinos incultos y devastadores. Cada vez que oigo lo del estado
islámico actual, un escalofrío de indignación y rabia me envuelve por completo.
Queda Córdoba como huella del ayer
espléndido. Cuando las piedras hablan, el silencio del hombre es la mejor
respuesta.
Ana María Mata
Historiadora y novelista
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