Cultura en Marbella: tertulia, arquitectura, fotografía, música y arte en cualquiera de sus acepciones. Entra y participa. Estamos tomando un cafe de media tarde...
21 de diciembre de 2009
DÍAS DE CINE
El pasado domingo llevé a mi hijo y una amiga, ambos de cinco años, a ver la película "Planet 51".
Mi cuerpo no estaba para muchos trotes ya que andaba con malestar general, pero sin fiebre. Aun así era mejor salir de casa y dar una vuelta. A pesar de ser domingo, día lluvioso y que se acababa de estrenar la superproducción "Avatar", no había cola. LLegamos con diez minutillos de antelación así que compramos las palomitas y el agua, cogieron sus respectivas alzas y nos fuimos para la sala 7 al fondo del pasillo. Grandes números serigrafiados en las paredes indicaban cada sala. Fila 8, números 10, 11 y 12... "¿Pero, será tonta la taquillera? Me ha dado los números partidos por el pasillo. ¿Cómo voy a dejar solos a los niños?" Como la sala esta bastante vacía decido usar el asiento que está junto al de ellos. Colocamos las palomitas en equilibrio inestable, las botellas de agua en sus respectivos compartimentos pajitas incluidas y a esperar que empiece la película. Un trailer, otro de una película de miedo, "¿Pero a qué cabeza se le ocurre mostrar este tipo de trailers antes de una película infantil?". Un trailer más; el aviso de que apagues el móvil. La amiga de mi hijo pregunta por cuarta vez cuando empieza la película. Parece que por fin, pero... ahora son anuncios de los negocios del centro comercial.
Por fin. Ya empieza. Se apagan las luces por completo, en la pantalla una mujer se acerca a una tétrica casa, ... , un momento, ¿cuando salen los dibujos animados?, les digo a mis dos pequeños acompañantes que esperen un momento que voy a comprobar una cosa... rápidamente salgo de la sala y al lado de la sala hay un gran número 7, pero todavía más cerca hay un número 6. Maldición, vaya metedura de pata. Entro a por los pequeños y los encuentro con sus enormes ojos muy abiertos y las palomitas al borde de sus bocas pero sin llegar a entrar. Por suerte consigo sacarles del hechizo hipnótico y los llevo rápidamente a la otra sala.
Los dibujos animados de la peli están muy bien hechos, los golpes de humor, como suele ocurrir son más para adultos que para niños, pero también se ríen con las extravagancias de los marcianos. Sólo un pipí inesperado de última hora nos distrae ligeramente pero basta con una simple entrada en boxes.
FIN.
Espero que durmieran bien esa noche.
Arturo Reque Mata.
Arquitecto
14 de diciembre de 2009
24 de noviembre de 2009
ÁRBOL DE LA SABIDURÍA
Dígame señor árbol ¿Cómo debemos afrontar los tiempos actuales con todas sus incertidumbres y dificultades?
- Querido amigo, cierto es que tengo muchos años y que he vivido muchas historias. Mis recuerdos se suceden unos tras otros y forman la sabia que me mantiene consciente. No soy de dar consejos, pero ya que me pides una respuesta, te diré que, siguiendo las leyes del equilibrio universal, cualquier acontecimiento provoca siempre otro en algún lugar que devuelve el equilibrio. A ti, que me preguntas, te parecerá que se te pasa el tiempo. La sensación de incertidumbre se te va haciendo insostenible, pero recuerda que todo fluye y mueve el engranaje universal. Observa lo que sucede a tu alrededor y hazlo tuyo. No pongas barreras, no cierres puertas. La brisa que entre traerá nuevos aires y con ellos la libertad necesaria para afrontar esta situación que tanto te preocupa.
Yo soy anciano y mi experiencia es la atalaya desde la que contemplo el horizonte del nuevo día. El hoy está ocurriendo ahora y el mañana también. Todo se funde en un mismo instante. Vívelo inténsamente como su fuese el último. Deja que cicatricen tus heridas, no temas que tu alma envejezca. Poda las ramas innecesarias y orienta tu crecimiento. Las amputaciones son necesarias para poder avanzar con nuevas energías.
No se si te estoy dando respuesta o esperabas otra cosa. Sólo se que yo he disfrutado todo lo que he vivido.
19 de noviembre de 2009
CUENTO INFANTIL
Pocos momentos hay más felices que acostar a tu hijo y contarle un cuento para dormir viendo en sus ojos la satisfacción de la compañía paterna. Al mío le gusta variar y unas veces me pide que le lea uno de su biblioteca y otras que sea "de cabeza". De esta forma es como me surgió la idea de plasmar en papel uno de los que más le ha gustado. Como comienzo de esta iniciativa literaria, que espero continuar próximamente, os podéis descargar este cuento titulado "ACAMPADA ESPECIAL". Sólo os pido por favor vuestra sincera opinión y que lo disfrutéis.
Saludos,
Arturo Reque Mata
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3 de noviembre de 2009
DULCE
Después de varios intentos, logré finalmente encontrar la postura adecuada para pasar la noche y dar acomodo a mi ansiedad. No me resultó tan fácil lograrlo, a diferencia de otras ocasiones, créanme. Desde que estoy aquí, de eso hace ya un par de meses, la molicie, la desgana la falta de interés y una pérdida total de autoestima, me han convertido en un ser abatido y resignado. Pero hoy he decidido acabar con todo esto. No se si lo lograré. Al menos lo intentaré si puedo controlar mi excitación.
Era una noche sin luna. Permanecí largo tiempo observando la alta valla que circundaba el recinto y que lo aislaba del mundo exterior. Únicamente se tenía acceso por una puerta siempre cerrada con un gran candado de hierro. Dirigí la mirada al patio en el que pude observar dormitar, acurrucados en el suelo a varios compañeros de infortunio. A esas horas no había nadie en la caseta del responsable del recinto. Todo estaba en calma. Todo parecía propicio para intentar escapar de aquél lugar.
Durante muchos años fui miembro de las fuerzas de seguridad del estado. Mis intervenciones fueron muy consideradas en el cuerpo policial y cuento con diplomas de agradecimiento por mi labor no solo en España, sino también en diversas partes del mundo. Seguramente me habrán visto en algún telediario y periódicos al lado de mis jefes, con una medalla colgando sobre mi pecho. La condecoración que se me otorgó en Sarajevo la noche que sufrimos un terrible bombardeo. Gracias a mi intervención, primero alertando al cuartel de la llegada de los aviones y después ayudando con riesgo de mi vida a muchos soldados de la guarnición. Nací con una especial predisposición para detectar cualquier síntoma de peligro y saber como comunicarlo a mis superiores a pesar de no hablar el idioma de muchos de ellos.
Gracias a mis experiencias pasadas no me fue difícil sortear los cuerpos de mis compañeros sin que detectaran mi movimiento y llegar a la zona de la valla en la que se había acumulado el agua de las pasadas lluvias. Allí era donde la tierra debía estar más húmeda y por consiguiente me resultaría fácil excavar un hoyo sin hacer ruido y por el que podría deslizarme sin demasiada dificultad. Así conseguí reptar hacia el exterior.
Bajo mis pies observe las luces de la ciudad. No estaba lejos y aun siendo noche cerrada, la conocía tan bien que no me costaría gran esfuerzo orientar mi fuga. Mientras bajaba por la ladera del monte en donde se encontraba el lugar en el que estaba recluido, no pude dejar de pensar en la dureza de la vida castrense sobre todo cuanto supone acatar las ordenes de los jefes. Obedecer y actuar en consecuencia: sin rechistar. Así lo asumí desde el primer día. He sido fiel a las ordenanzas y nunca las he eludido por difíciles de comprender que fueran. Gracias a ello he gozado de la estima y confianza de mis superiores. Mi comportamiento ha sido siempre intachable hasta el día que abandoné mis obligaciones para ir a encontrarme con una bella vecina sin informar a mis jefes. Falta grave.
Se llama Dulce. Todo en ella lo era: su elegante andar, sus modales, su mirada y sobre todas las cosas su esbelto cuerpo juvenil. Desde que la vi la vez primera se apoderó de mí un sentimiento desconocido hasta entonces. No fui capaz de controlar una irreprimible atracción hacia su presencia. Esperaba ansioso su hora de paseo para coincidir con ella acompañada de alguna de las personas que vivían en la gran villa en la que ella se alojaba,
Yo solía pasear los fines de semana por los mismos lugares que ella lo hacía. Nos cruzamos muchas veces sin intercambiar palabras. Sólo esquivos gestos y miradas que al cabo, mi instinto intuyó como de silenciosa complicidad. A pesar de estar atareado en mis cotidianos menesteres castrenses no había momento del día que dejara de pensar en ella. Era la primera vez que me ocurría algo semejante.
Sorteando el bosquecillo, un arroyo se abría paso entre los árboles y arbustos de su ribera. Allí la encontré una tarde de verano, saltando alegremente entre las piedras, remojándose en alguna de las pozas. Temeroso de interferir en su intimidad permanecí observándola algún tiempo oculto entre el ramaje de una zarzamora. A pesar de ser yo un experto, por mi profesión, en pasar desapercibido, también lo era para saber si mi presencia podía ser detectada con algún movimiento inadecuado. Sabía de sobra como evitar situaciones críticas en actos de campaña, pero carecía del conocimiento suficiente para eludir o detectar otro tipo de peligros ajenos a los estrictamente militares Si lo hubiera tenido no habría dejado mi escondrijo para acercarme a ayudarla a salir del pequeño remolino que la aprisionaba.
Así empezó todo. Ambos esperábamos ansiosos los días de nuestros encuentros. Cada uno ellos parecía que fuese la primera vez. En nuestros paseos no me resultaba difícil eludir a nuestros acompañantes ocultándonos entre los matorrales. Y allí, camuflados en la espesura de los matorrales, con el río como único testigo, comenzó el idilio que fue nuestra perdición.
La tarde de un fin de semana no vino al encuentro. Pasaron varias semanas. Por alguna razón dejó de salir a pasear. Su ausencia me preocupaba de tal manera que incluso me llevó a descuidar mis obligaciones, pendiente a cada rato de la puerta de su casa, al otro lado de una gran avenida y no muy lejana de mi cuartel. Así permanecí, como un centinela, atento a cualquier signo de su presencia.
Por fin la ví asomarse a la cancela de su jardín. No pude reprimir mi emoción ni mi instinto. La llamé. Ella me respondió. Cruzamos ambos la avenida sin mirar a nada ni a nadie sino a nosotros mismos. Corrimos el uno hacia el otro como dos posesos. El conductor del coche que dejó su cuerpo quejumbroso sobre el asfalto no pudo evitar la colisión. Quedó tendida en él con la mirada puesta en mí. Escuché sus angustiosos gemidos de dolor. Pero no pude hacer nada porque desde el cuartel una orden imperiosa me hizo regresar a él de inmediato
A efectos de deducir responsabilidades se estimó que yo era el causante de haber provocado el accidente.
Ella se llama Dulce, la perra favorita de una rica familia alemana, dueña de una gran mansión, y yo, Aníbal, un cuartelero perro pastor. Sus amos intuyendo nuestra inadecuada relación decidieron acabar con ella suprimiendo los paseos. Hago caso omiso de ordenanzas y reglamentos y me escapo para ir en su busca allá donde se encuentre.
26 de octubre de 2009
EL AUSENTE
Todo lo que llevaba uniforme había ganado la guerra, incluso taxistas y porteros, pensaba yo por aquel tiempo a expensas de mi tío Alejandro, que era quien me contaba lo que a duras penas podía mi cabeza entender entonces, pero que me gustaba oír en las frías noches burgalesas de sus labios amoratados y siempre sucios de nicotina.
─Debías haberlo visto actuar, Julián, a tu padre. Era el alma del Socorro Rojo, podía estar en mil sitios a la vez. Hacía teatro, conocía a los clásicos. Contaba chistes y a todos nos hacía reír. Tenía a tu madre encandilada…
A ella no le gustaba que hablase de estas cosas, me di cuenta enseguida. Apretaba
El páramo en las horas tardías de la noche es lugar de fantasmas. Viven en la quebrada, tengo para mí, escondidos del sol y de la luz, entre jaras y adelfas. Dormidos. Despiertan al anochecer y suben al páramo. Se disfrazan de nieve y escarcha. A veces llegan hasta la aldea. Yo he visto sus ojillos pegados al cristal de mi ventana, como luciérnagas decepcionadas por el frío. Una vez dejé un resquicio abierto por si querían entrar…
Al principio, cuando llegamos a la aldea pasé muchas noches en blanco. Echaba de menos la ciudad, el ruido de la calle donde jugaba con mis amigos. También me preocupaban mis gusanos, pues con las prisas olvidé ponerles morera, y pensé que podían morir sin hacer el capullo. Esto me producía un enorme sentido de culpa.
El sábado de abril del año en que mi padre se marchó de casa fue un día en conjunto especial, debo reconocerlo, y como tal está impreso en mi mente. Imágenes contrapuestas pero imborrables: la banda roja de seda y oro bordada, la vanidad de ser el primero de la clase; la alegría de ellos, de mis padres, el tío Alejandro, la abuela. Regalos al buen comportamiento, bolsa de canicas gruesas y brillantes, abrazos, apretones,…: felicidad.
Minutos más tarde una extraña llamada. Noto un cambio en el habla de todos, que me suena a sombría y expectante:
-El niño, por favor, llévenlo al cuarto de al lado.
La voz del hombre que acababa de llegar, junto a otro que permanecía en silencio, quedó impresa en mis oídos para siempre. Mi abuela comienza a llorar con suavidad. En un rincón mi madre parecía incrustada en el muro. Jamás olvidaré su temblor.
Llevamos ya dos años aquí, en la aldea. Casi puede decirse que no voy a la escuela, porque preguntan y no quiero contestar. No quiero verme obligado a decir que sólo veo a mi padre dentro de una especie de jaula a la que llaman locutorio.
Busco nidos y me pierdo en la quebrada, donde arranco raíces con las que luego doy de comer a los pájaros. Tengo pocos amigos, noto que me rehuyen desde el verano en que no me admitieron para ir al campamento. Tampoco hago desfiles, ni voy a misa a cantar himnos con ellos en el coro.
La verdad es que me aburro sin la compañía de otros niños, pero las familias de los que conozco no saludan a mi madre por la calle, ni mi abuela se atreve a sentarse en la puerta los días de sol por temor, dice, a que le den una pedrada o los que mandan tomen represalias. No entiendo esa palabra, pero me asusta, la oigo demasiadas veces.
Todos los meses hay un día en que mi madre se atarea en la cocina para preparar “algo comestible”, así lo llama: boniatos, tocino, manteca de cerdo…, lo que puede. Al día siguiente salimos de viaje.
La verdad es que quisiera no tener que ir. El frío en el camión me cala los huesos, porque además el abrigo se ha quedado corto y no es todo lo grueso que debiera para estas tierras tan frías. Y luego allí: odio esas habitaciones lóbregas cerca de las cuales hombres uniformados pasean y vigilan, como perros pendientes de sus presas. Odio el locutorio. Me pregunto en qué se parece ese ser demacrado, encogido, cuyo hilo de voz casi no oigo, al hombre que antes era mi padre. Jamás sonríe. Sus ojos, cada vez más hundidos, parecen no mirar hacia fuera, sino a sí mismo, indiferente a cuanto le rodea, ausente, perdido en el abismo de su infinita desolación.
Camino hacia la puerta esperando con ansiedad que suene la maldita sirena. Un conato de náusea sube hasta mi garganta, el pensamiento vuelve, se instala en mi cerebro y está a punto de salir como un grito de rencor y vergüenza: debió caer en el campo de batalla. O luchar en el lugar adecuado, ése de los luceros que a mí me prohíben conocer. ¿Por qué tuvo que instalarnos para siempre en la derrota…?
Nadie sabe lo terrible que puede llegar a ser haber nacido de un condenado a muerte.
Historiadora y novelista
16 de octubre de 2009
Romper con la rutina
Por motivos que no vienen al caso fui al trabajo en autobús de línea. Relato a continuación la experiencia con el transporte público.
Esa mañana salí, todavía de noche con las últimas estrellas resistiendo en el cielo, paseando hacia la estación de autobús, cuestión que me llevó unos 15 minutos y me permitió llegar con 1o de adelanto. La suerte del todavía día 12 hizo que comprase el billete por internet de manera que evité la larga cola de la taquilla. Pregunto al conductor si con el papel impreso es suficiente o tengo que hacer la cola. Con cara de resignación me confirma que es suficiente siempre que el ordenador de la empresa funcione y podamos salir. Cuando finalmente se abren las puertas y estamos casi para salir una señora pide al conductor que le venda el billete directamente y este le dice que no puede, a lo que ella le señala la larga cola y le insiste ya que pierde el autobús y el siguiente es 2 horas más tarde. Con mucha tranquilidad, mientras cuenta el número de pasajeros, le responde que haber madrugado más. Ella le cuenta que ha llegado con 15 minutos de adelanto y el chofer le ironiza con un "¿que son 15 minutos hoy en día?"... No vi la cara de la señora y finalmente se quedó en tierra.
Ya en carretera, todavía en la oscuridad previa al amanecer, mis compañeros de viaje empiezan su particular actuación:
Una señora mayor se queja de que la mujer joven de delante ha reclinado su asiento para echar una cabezadita sin contemplaciones hacia el pasajero de atrás. Y así se queda.
Alguno enciende su luz y lee algún documento de trabajo o apunte de clase.
La música ambiental es "Los 40 Principales" y las bromas que gastan a esa hora son a cada cual más pesada.
Empiezan las primeras toses y contagio generalizado. "Gripes" diversas recirculadas por el aire acondicionado del vehículo.
Un señor pide clemencia al conductor para que suba la temperatura ya que empezamos a preocuparnos por nuestra salud, pero claro, también hay que entender que se le empaña el cristal y no sabemos que es prioritario. Finalmente accede a subir un par de grados el aire.
El precioso amanecer me sorprende mostrándome un paisaje que desde esta nueva perspectiva de pasajero y mayor altura me parece complétamente desconocida.
Mi compañero me ha debido notar más despierto y se anima a contarme su vida. Le quedan 29 horas de viaje. Si, habéis leído bien, 29, se va hasta Sidney con escala en Alaska.. Que casualidad que el reportaje de ayer en Españoles por el mundo era de esa ciudad. En verdad vive en Darwin y pilota todos los días su propia avioneta hasta Sidney para trabajar. Lleva un móvil con el GPS encendido y ya en el atasco de Málaga me comenta que el conductor ha ido un poco lento en la subida del Arroyo de la Miel ya que su GPS le indicaba que iba a 60km/h. En estos momentos va a 11 por eso del atasco. Cree que puede llegar tarde a una reunión con sus jefes de España. Estos atascos no los tiene en Australia.
Al despedirnos, sin habernos presentado, me indica que si voy de viaje a Australia pregunte por Márquez ya que en Sidney no hay otro con ese apellido.
Que bien me lo he pasado. Será cuestión de repetir algún otro día.
Arturo Reque
Arquitecto
7 de octubre de 2009
La riqueza de la amistad
Siempre he necesitado tener alguien cercano en mi vida, diferente a la familia, por eso de contar con un punto de vista ajeno, pero que te conoce y solo con estar ahí te ayuda a desahogarte, sin consejos ni sobre análisis. Máxima sencillez y discreción. ¡¡Magnífica terapia!!
Resulta que cuando uno se pone a analizar el ramillete de amistades que tiene estas son de lo más variopinto. Y me encanta. Te das cuenta lo importantes que llegan a ser y de como llegan a influir en tu vida. Hay momentos en los que necesitas a alguno en especial a tu lado y otros en los que también hay alguno de ellos al que no quieres ver ni en pintura. Unos te hacen sentirte importante por como te escuchan y valoran, de otros te relajan sus criterios y maneras de transmitir opiniones. En algunos te fijas como objetivo de por donde quieres enfocar tu vida profesional, y en otros envidias el tipo de vida ociosa que llevan. Unos te aportan criterio para analizar las situacionesdifícil es y otros como tomar
No hay mejores ni peores, todos son absolutamente imprescindibles.
Cada cual tiene su manera de ser, sus estados de ánimo y sus manías. Se trata de ver el lado positivo de las cosas y la amistad es un bien muy preciado que nos enriquece a todos recíprocamente.
Saludos,
Arquitecto y deportista
2 de octubre de 2009
QUE LLEGAN LOS FORTY
Cuesta hacerse a la idea de que ya somos como lo que recordamos de nuestros padres, porque la imagen de un señor de cuarenta de hace varias décadas es la de un padre de familia que está muy ocupado y que el fin de semana te acompaña a jugar al tenis o al fútbol y que impone disciplina en casa. O tal vez no seamos tan iguales. Yo por si acaso voy mirando de reojo a los que ya han entrado en la cuarentena para ver como se lo toman, como les afecta y estar preparado.
Os dejo que van a decir quién va a ser la sede de la olimpiada 2016. Igual estoy a tiempo para participar en algo, aunque sea diseñando las papeleras...
Arturo Reque Mata.
Arquitecto y deportista.
YA LLEGÓ EL OTOÑO
Refresca por la mañana temprano en la playa, ya hay que llevar algo más que la camiseta encima. Es mi época favorita para hacer fotos, con unas nubes preciosas, de colorines, una luz buenísima, y los árboles cambiando de color, hacia tonos ocres, que tan bien quedan en las fotos.
Os dejo una pequeña aportación al otoño. Espero que os guste un poquito.
Saludos.
Órfilo M. Aranda.
23 de septiembre de 2009
MENOS MAL QUE TENEMOS EL MAR
¿Os habéis planteado alguna vez, cuánto se puede ahorrar solo con mirar el mar? Tiene poderes curativos para la salud física y mental, es la mejor de las pastillas contra el estrés, entre otras cosas.
Este verano me quedé sin vacaciones, pero he disfrutado los fines de semana como si fuera un turista más en esta maravillosa ciudad. Y sigo sin cansarme de hacer fotos con motivos marinos. En esta ocasión pillé a mi hijo mirando el horizonte; es un enamorado del mar.
Disculpad la calidad de la foto, en esta ocasión solo disponía de una compacta que llevo a la playa para hacer algunas fotos subacuáticas.
Saludos.
Órfilo M. Aranda.
17 de septiembre de 2009
GENERACIÓN DEL 70
Pero lo que me ha sorprendido muy gratamente ha sido un aviso de amistad a través de facebook, si, habéis leído bien, resulta que ha contactado conmigo un antiguo compañero de la EGB, aquella enseñanza obligatoria de los años 70 y 80. En mi caso asistía a un colegio donde los alumnos estábamos divididos entre los de Marbella, San Pedro y Fuengirola, y por desgracia, a los de esta última ciudad no los he vuelto a ver desde 1984. Ahora a través de este amigo, y si nos vamos animando el resto poco a poco, puede que nos reencontremos y nos saludemos. Resulta raro imaginárselo ya que son muchos los años sin noticias y los recuerdos en común se reducen a unos cuantos años de infancia. Al menos echaremos unas risas y recordaremos anécdotas del cole.
Espero que esta vez mi generación ya se haya ido incorporando a la tecnología y podamos contactar con el mayor número de exalumnos posibles. Y lo digo con toda la intención ya que el intento de reunión con los excompañeros de BUP se quedó en 6 unidades. Eso si, al menos lo pasamos bien.
Saludos,
Arturo Reque Mata
14 de agosto de 2009
Un poco de fresquito
Ahora son varios compañe@s los que se van de vacaciones. Unos ya se fueron, yo ya volví y ahora les toca a ell@s. Igualmente, en el día a día, cuando llamas a algún colaborador o proveedor también les pasa lo mismo.
Además, al vivir en la Costa del Sol tenemos que a la gente le gusta venir aquí a veranear y tu vas con tu ropa de trabajo y ellos, no todos, a pecho descubierto. Bueno, a parte de la falta de respeto con esa actitud, hay que reconocer que tienen todo el derecho del mundo a disfrutar de sus vacaciones.
Por cierto, me dicen algunos amigos de los que nos suelen visitar, que este año hace un poco menos de calor. No se, no se, yo estoy igual de pegajoso que siempre con esta humedad. Y para refrescarnos un poco os envío este vídeo que es una maravilla.
Que paséis un buen verano.
Arturo Reque Mata.
4 de agosto de 2009
No es por dar envidia
Benditas vacaciones.
Recién regresado de las vacaciones y quedando todavía por delante un mes de agosto, no puedo ni quiero dejar de recordar los maravillosos momentos vividos con la familia por tierras del norte de España. Son más de 30 años visitando esas tierras y no puedo dejar de asombrarme. Será el contraste con lo que tenemos nosotros, el clima, la geografía, sus pueblos y costumbres, y sus gentes. Todo tiene parte de culpa en la adición que me ha creado desde hace tantos años. Cada rincón de ese pequeño pueblo donde nos quedamos tiene un recuerdo personal para mi. Recuerdos de cada etapa de la vida y ahora, cerrando el círculo, con mi mujer y mis hijos. Los primeros pasos de mi hermano, el ir a buscar la leche recién ordeñada, aprender a hacer el nudo del anzuelo para pescar, horas y horas de buceo, horas y horas comiendo pipas de camino al camping y vuelta, juegos de pandilla a escondidas de los padres, mi primer calimocho con amigos del pueblo, las verbenas de los pueblos, los amores imposibles, los excursiones a los Picos de Europa, las rutas en bici con mi padre, los descensos en canoa, amigos del sur compartiendo días y ahora viendo en los ojos de mis hijos esa misma rueda de la vida.
No es por dar envidia, pero que bien se está de vacaciones.
Besos y abrazos,
Arturo Reque Mata.
17 de julio de 2009
Subida al Lastonar
Siempre que se realizan gestas como la del pasado fin de semana con la subida y vivac en el Lastonar, entrega de cinturones la mañana siguiente en La Concha y vuelta a casa por Juana, surgen los comentarios sobre qué motiva a someterse a un sufrimiento tal.
Efectivamente hay gran parte de “sufrimiento” en estas aventuras, pero entre comillas, ya que son enormes los momentos de placer. Quién quiera conocer el origen de esta celebración del gimnasio Zen puede leerlo en el siguiente enlace: http://personal.telefonica.terra.es/web/gimnasiozen/. Merece la pena el escrito del Sensei
No voy a entrar en los detalles de las ventajas que supone subir con el karategui por una zona espesa y llena de maleza y zarzas, ni del efecto ventilación que supone la amplitud de esa prenda, como tampoco analizaré aquí la fecha y hora de
Ya ha pasado una semana y he querido dejar reposar mis emociones para analizarlas desde el tiempo. Es curioso como varían con el paso de las primeras horas. Este año he disfrutado desde el primer momento con el paso a través del pinar de Los Monjes hasta llegar a la última charca que siempre ejerce de oasis para los que por allí transitamos. Después, a medida que nos acercamos a la zona más escarpada y se va viendo la cima del Lastonar, es inevitable levantar la vista de vez en cuando para recordar lo que te espera.
Hacemos tres breves paradas para reagruparnos y reponer fuerzas. Se dan algunos consejos para los que suben por primera vez y a partir de entonces cada cual sube a su ritmo. Ya no hay pérdida, solo de fuerzas. El Sempai Adolfo va de “coche escoba” por si hay incidencias. Personalmente prefiero subir casi sin parar, salvo para bajar las pulsaciones después de trepar alguna cascada seca. Sin embargo este año que iba muy bien físicamente me surgió un imprevisto. Cual teniente Rambo en “Acorralado” se me incrustó una rama seca en el lateral de la pierna, entre el tobillo y
Ahora creo que el estar concentrado en la manera de apoyar la pierna dañada y la agarrotada hizo que no pensase en el cansancio físico acumulado y como sin darme cuenta me encontré fuera de la zona de vegetación y con el camino que viene desde Juanar. Que cerca del objetivo y ¡zas! calambrazo en la otra pierna. Unos últimos
El Sempai Gustavo me cura la herida, un tanto fea, pero por fin limpia. Los frutos secos, un bocadillo, fruta y agua me reponen inmediatamente. Otra cosa será al día siguiente cuando, sin apenas dormir, pero tras disfrutar de una espectacular noche estrellada realizamos el kata y nos encaminamos hasta La Concha para la entrega de cinturones.
Son tantos los momentos emocionantes y que se quedan en el recuerdo que merece la pena vivirlos a pesar del “sufrimiento”. Además, la herida y un uña casi perdida me recordarán lo bien que lo pasé :-)
Por último solo quiero dejar constancia de la tristeza que me invadió cuando me enteré del incendio ocurrido el pasado martes justo por la zona que habíamos pasado tres días antes. No se el alcance real del mismo, pero tengo tan frescas las imágenes de esa zona que pareciera como si se me hubiese quemado mi propia casa.
Gracias a todos mis compañeros por compartir esos gratos momentos, sus risas y anécdotas.
Arturo Reque Mata.
8 de julio de 2009
Y llegó el verano...
Os envío una foto de tono veraniego, con la pelota de juego y el velerito de fondo. Cada uno se divierte como puede y su economía le permite.
Órfilo.
5 de junio de 2009
Good vibrations
Os quiero hacer partícipe de estos dos preciosos vídeos que no puedo dejar de ver.
Auténtico bálsamo de esperanza y alegría en estos momentos difíciles para todo el mundo.
Meditación musical en estado puro. Dejaros llevar por la música.
Marbella_te
11 de mayo de 2009
TRAZAS EN EL MAR
23 de abril de 2009
Soluciones para el deporte en tiempo de crisis
Siendo la primera vez que asisto a esta reunión me ha sorprendido la gran afluencia de público especializado y sobre todo la perfecta organización.
Se ha tratado desde el punto de vista público y el privado la problemática actual en la gestión deportiva dividiendo las jornadas en las incidencias de la crisis en el sector deportivo y las estrategias frente a la misma.
A modo de resumen recojo las principales conclusiones que se sacaron:
Desde el punto de vista público:
- Tender hacia la gestión indirecta (público-privada).
- Desarrollar modelos sostenibles (Financiación, mantenimiento, ahorro energético, etc)
- Oportunidad para redactar los planes deportivos locales. Coordinar con otras áreas: viviendas sociales, cultura, educación, etc.
- Construir instalaciones y equipamiento modulares, rentabilizaciones cruzadas, etc. No a las grandes complejos deportivos vinculados a un único deporte.
Desde el punto de vista privado:
- Innovación.
- Aprovechar el valor añadido de la arquitectura.
- Plantear desarrollo multifuncionales. Cohabitación público – privado.
- Activar y contar con los agentes que rodean al mundo del deporte.
Arturo Reque
www.reque-gallego.com
11 de abril de 2009
UN AMANECER ESPECIAL
10 de abril de 2009
MI CHALA
Dice así:
No se si es cosa ´e mandinga
o es un regalo del cielo;
algunos dicen qué ´es malo
pa mí se me hace qu ´es güeno...
Ricién me dijo el dotor
qu ´esta fatiga que tengo
es por culpa del tabaco
qu ´e esta minándome el pecho,
! y me ordenó que lo deje
si quiero salvar el cuero!
Pero dejar el tabaco
aúra que ya voy pa viejo
y no tengo en que afirmárme
pa tironear los recuerdos...
¿dejar el tabaco, dijo?
!si es cosa que ni la pienso!
Hacen años, muchos años,
yo trabajaba ´ e boyero
cuando prendí el primer chala
pa quemar mi aburrimiento.
!Qué lindo se iban las horas,
que pronto volaba el tiempo
y que hombre me sentí
con el chala entre los dedos!
Cuando mi madre se jue
Sin tiempo para darme un beso,
!quién otro sino mi chala
me acompañó al sentimiento
y se quemó sin renuncios
con tal de darme consuelo
Más tarde, cuando el amor
dentró a golpear mi pecho,
ese amor que ´es vida y muerte
qu ´es triunfo y renunciamiento
y que nos mata de a poco
porque se vive muriendo,
! si habré domao impaciencias
pitando como murciélago!
Y al fin, ¿pa qué?: pa que un día
barriera todo el pampero...
Ella no tuvo reparos
en averntarme los sueños.
Cuando esa tarde me dijo
que no perdiera el tiempo
y supe que otro varón
se había ganado su aprecio,
!menos mal que tuve un chala
que supo darme consejo
y m ´entretuvo la mano
que andaba tanteando el fierro!
Dispués cambié de querencia;
me dijo:"Hacéte resero,
Nada hay mejor que ´el caminpa quién no tiene agfecto".
!las noches que habré pasao
tendido sobre el apero
sin más estrellas que el chala
parpadeando en el silencio!
Más tarde, cuando la vida
m ´enredó entre los puebleros
y entré a borroniar cuartillas
pa darle forma al ricuerdo,
!quién otro, sino mi chala,
me ayudó a escribir los versos!
¿Dejarlo, porqu ´el dotor
me vino con ese cuento
de qu ´´el tabaco hace mal
y está minándome el pecho?
!Deje nomás que me mate!
!Si por el estoy viviendo!
Arturo Reque Cereijo
7 de abril de 2009
Ciudad Europea del Deporte
Marbella_te
6 de abril de 2009
29 de marzo de 2009
EL PROCESO CREATIVO
Me hubiese gustado escribir estas líneas inmediatamente después de haber terminado la charla, pero no ha sido posible hasta hoy y en cualquier caso no está mal dejar reposar las sensaciones unos días para saborearlas aún más. Y así es, he disfrutado recordando esas sensaciones ya que además ha sido mi primera experiencia de hablar en público. Y que público. Los ponentes quedamos impresionados de la atención y respeto que nos prestaron los alumnos y aún más con la inteligencia de sus preguntas.
A nivel personal fue emocionante volver al colegio donde estudié la EGB hace ya 25 años. Su magnífica ubicación en un entorno natural (algo más urbanizada que en mi época) de difícil comparación, profesores conocidos todavía en activo, las clases, el comedor, etc.
Como experiencia, he de confesar que fue todo un nuevo mundo de sensaciones. Desde los días previos preparando el tema, al magnífico recibimiento del director, profesores y alumnos, hasta la charla en si y las preguntas finales. Me sentí realmente cómodo y sin ganas de terminar. Al final me hubiese gustado seguir charlando con los alumnos hasta que saciasen su curiosidad y mi naciente ilusión. Como bien podría haber explicado en mi ponencia, hay que saber poner límite a los proyectos ya que si no siempre se podrían mejorar.
Y como consejo a todo el que lea este comentario, les animo a salirse del monde de lo conocido y probar nuevas experiencias. Es realmente enriquecedor y cuidado que engancha.
Saludos,
Arturo Reque.
Arquitecto
www.reque-gallego.com
14 de marzo de 2009
Viaje a Cantabria
13 de marzo de 2009
Desde Extremadura
David Gallego
3 de marzo de 2009
¡COMO ESTA EL PATIO!
Me ha salido casi un sermón, con lo poco que me gustan. Ha sido sin querer, hablaba casi en voz alta conmigo misma, es decir compartía con todos mis pensamientos. Hasta la próxima.
Ana María Mata Lara
Historiadora y novelista