4 de mayo de 2011

MALAGUEÑAS DISTINGUIDAS. AMALIA HEREDIA LIVERMORE


(Artículo publicado en el diario Marbella Express el 2 de mayo de 2011)
En el periodo histórico conocido como La Restauración de la historia contemporánea española era bastante común la práctica de la endogamia entre familias que, como un circulo cerrado, controlaban la vida política, social, cultural y económica del país; matrimonios concertados entre estas familias cuyas condiciones eran similares y conducían a la ampliación de sus negocios en los que confluían los mismos apellidos. En Málaga existía el llamado “clan de la Alameda” (referido al lugar donde habitaban), el más prestigioso de la ciudad. El clan lo formaban tres grandes familias oligárquicas: Larios, Loring y Heredia.
Conocemos datos sobre las familias, pero no mucho de la trayectoria individual y a veces colectiva de algunas de las mujeres que a ellas pertenecían. Una de las más interesantes es la biografía, poco dada a conocer, de Amelia Heredia Livermore, la mujer a la que hoy dedico estas líneas. En el transcurso de ellas algún lector puede quedar sorprendido de que uno de los lugares más emblemáticos y visitados hoy de la capital malagueña fuese creado por ella. Es posible que su pertenencia a la más alta burguesía le haya privado de un reconocimiento que en los últimos tiempos parece casi vergonzoso conceder a quienes no hayan militado en un partido izquierdista, o paralelamente, haya sido defensor/a de la República.
Como creo con sinceridad que las etiquetas sólo sirven para enturbiar el ánimo y no añaden ni quitan nada al verdadero personaje que exista detrás de ellas, el artículo de hoy será exponente de esta personal afirmación.
Amalia Heredia Livermore nació en Málaga en 1831, y era la décima hija del matrimonio formado por Manuel Agustín Heredia  e Isabel Livermore Salas. Es necesario hacer un inciso en torno a la figura del padre de Amalia, Manuel Agustín Heredia, cuya figura está ligada a la Marbella del siglo XIX nada menos que por la creación en ella de la industria férrica. Este riojano que aterrizó en Málaga a mediados de siglo, y cuyos avatares comerciales darían para una enorme biografía, logró por esfuerzo propio convertirse en uno de los industriales más prósperos de la ciudad y posteriormente crear la ferrería La Concepción, en donde situaría los primeros altos hornos civiles de España. Marbella alcanzó con ello nombre propio en la Historia y una época de actividad y trabajo relevante.
Amalia tuvo una educación acorde con los principios y la clase social a la que pertenecía: Institutrices, preceptores, viajes al extranjero e inclinación por las bellas artes. Al parecer hizo gala desde la infancia de una inteligencia y dotes de mando heredadas de su padre. Su matrimonio con  Jorge E. Loring Oyarzábal en 1850, constituye una muestra de las prácticas endogámicas al principio enunciadas.
Pero Amalia no se contentó con la vida fácil que por nacimiento y boda parecía destinada a llevar. Sus inquietudes comenzaron por la labor asistencial y benéfica, financiando el Hospital de San Julián y colocando la primera piedra en 1862 del que había de ser el futuro Hospital Civil, ambos en Málaga.
La nueva marquesa de Casa-Loring, consciente de la importancia de la educación femenina, pero resistiéndose a enviar a sus hijas al extranjero, (a donde sí mandó a sus hijos varones) fundó el Colegio de La Asunción, regido por religiosas Agustinas y dedicado en especial a las jóvenes malagueñas de la buena sociedad.
Durante el Sexenio Revolucionario el matrimonio Loring-Heredia se trasladó a Madrid, a instancias del político malagueño Antonio Cánovas del Castillo, gran amigo de los dos. La residencia madrileña de Amalia y su marido fue sede de tertulias políticas de alto nivel, al que acudían Silvela, Dato y Cánovas entre otros. Este espacio social fue utilizado por Amalia para intervenir indirectamente en los asuntos públicos, a los que como mujer no tuvo acceso directo.
Contribuyó al mantenimiento del patrimonio Histórico-Artístico de la Alhambra, amenazado por el incendio que afectó al patio de los Arrayanes y la Torre de Comares.
He dejado para el final la creación de un lugar paradisíaco que era en realidad su residencia de casada, la finca La Concepción, ubicada a la salida de Málaga, que ella transformó en jardín botánico y en sede de de una importante colección arqueológica, depositada en un templete clásico construido para tal fin.
Falleció en 1902, llena aún de actividad  y animación. Es de justicia que se conozca el papel de mecenas y sus innumerables obras benéficas, y de conservación del patrimonio artístico. Condicionada desde nacimiento por el ambiente familiar supo desviarlo hacia otros múltiples, de algunos de los cuales la ciudad de Málaga sigue hoy beneficiándose

Ana  María  Mata
Historiadora  y novelista.

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