21 de enero de 2010

EL SUR TAMBIEN EXISTE

(Artículo publicado en el diario MARBELLA EXPRESS)

Joan Manuel Serrat, el hombre que posiblemente más haya impulsado y hasta convulsionado las emociones de una generación con sus canciones, tituló una de ellas con la frase que encabeza este artículo de hoy, y que no era, como nada en las suyas, baladí o simplemente bella : respondía a causas esenciales, generalmente aceptadas, pero que nos involucraba a los que habitamos tierras meridionales contando para la parte septentrional, por suerte para ellos, con nuestra habitual resignación.
Si se acuerdan, después de unas magníficas estrofas, llegaba una, quizá la decisiva, en la que el Noi del Poble Sec, admitía : “El norte es el que impera…” dando por hecho que necesitaríamos una y otra vez afirmar nuestra existencia ante el poderoso rival.
Las frases de la canción me impulsaron entonces como ahora a constatar lo que creo una evidencia, que para más INRI, puede tener connotaciones que alcancen hasta el momento actual, el de la crisis económica que nos envuelve, y que mirándolo a través de esta –admito que extraña, si quieren- perspectiva, podría llevarnos a los sureños, mediterráneos, costeros, e incluso andaluces a una visión nueva en la cual, ¡fijensen! podría ser el sol, nuestro adorado rey, uno de los causantes de la citada crisis.
Acudiré a la Historia, y en particular a un tiempo pretérito, que llamamos Dictadura. De las muchas fases que tuvo, oficialmente reconocidas, el gobierno del General Franco, la que corresponde al comienzo de los años sesenta, ha sido llamada el del “Plan de estabilización económica”,y dio comienzo el día y hora en que Castiella, Ministro de Asuntos Exteriores firmaba en Washington, en Junio de 1959, un conjunto de medidas de ayudas económicas que significaban, por otra parte, la renuncia a unos principios teóricos del falangismo, que en términos generales se llamó “Autarquía”y que funcionaron durante casi 20 años. Entraron en el gobierno los que posteriormente fueron calificados como “tecnócratas”, con personalidades tan relevantes como Ullastres primero, Lopez-Bravo después, y el más significado, Laureano López Rodó, experto en economía y planificación. Este plan se reflejó en los sucesivos “Planes de desarrollo2 de 1964-1967 y 1968-1971.
Ciertamente España comenzó a cambiar por dentro y por fuera , hasta el punto de que pasamos poco a poco a ser para el extranjero no sólo el país de las castañuelas y los toros, sino otro que había que tener en cuenta a efectos diferentes. Por desgracia, no siempre llueve a gusto de todos, y en el mecanismo de mercado como asignador de recursos, se puso en marcha un proceso generador de desequilibrios en el que, como de costumbre, el Norte imperaba.
En primer lugar la polarización del crecimiento industrial en torno al País Vasco y Cataluña, así como idéntico crecimiento en torno a Madrid, configurada como centro neurálgico del sistema financiero como capital de la nación. Los sectores industriales que empezaron su desarrollo fueron especialmente las textiles, químicas, metálicas, de maquinaria, comunicaciones y alimentarias. Todos ellos, como imaginarán, fuera de Andalucia, o al menos fuera de los lugares donde el sol y el clima, pasaban a ser nuestro único medio de riqueza. Y lo fue, no vamos a negarlo. Lo fue porque el sol y la temperatura ejercieron de panal de miel al que llegaron ansiosos los primeros turistas que el gobierno franquista recibía desde que fuera aceptado a malas ganas por otros países. Entonces el Turismo, con mayúsculas se erigió en el primer banco de divisas, divisas que incluso llegaron a financiar, en ocasiones, los anteriores planes expuestos.
Llegó la construcción, las inversiones millonarias, los hoteles, la necesidad de mano de obras, tal vez, pienso, hasta las primeras y no sacadas a la luz, corrupciones. Llegó el dinero fácil, la forma de ganarlo brevemente, la avaricia y el derroche. Todo parecía fácil y lo que es peor, inamovible y eterno. Apartamentos, chalets, edificios de lujos, una inmensa bola de nieve que iba aumentando con el paso del tiempo y que cuando parecía en todo su esplendor…explotó como un colorido globo de cumpleaños infantil.
La hora de la verdad se llamó primero “desaceleración” y luego CRISIS. ¿Con qué contábamos los de abajo, los de la canción de Serrat, aparte del sol y los ladrillos? Con nada, evidentemente, salvo que el sol sigue brillando y los ladrillos dormitan enmohecidos. Nadie se acordó de nosotros en el momento de la repartición de recursos. Ni una fábrica de importancia que proporcionase puestos de trabajos distintos a los de albañil o camarero. Ni una sola textil, de maquinaria, química o lo que fuese. Sólo el sol, el buen tiempo y algunos visionarios que nos pusieron en onda. Ahora, lloramos el cada día más frecuente cierre de comercios, hoteles, restaurantes, lo único que nos daba de comer en realidad. Entonces todo parecía Jauja. Marbella, y la Costa como Alicia en el país de las maravillas.
Hubo una discriminación ancestral de la que no hemos sido conscientes. Quizás Serrat, pero ya se sabe, a los creadores y artistas no suele el poder hacerle mucho caso.


Ana María Mata
Historiadora y novelista

1 comentario:

Órfilo M. Aranda dijo...

Mi querida amiga, siempre es un placer leerte. Sabes de sobra que me encanta Serrat, y aunque en tu escrito nada más que dices verdades; en este caso creo que el hombre hablaba del Norte en general. Y si te fijas bien, siempre manda el Norte, sea aquí, en Europa, en América. Curioso ¿verdad?

Me parece que seguimos abandonados, y nunca entenderé el motivo. Hasta fuimos los últimos para la Reconquista.

Un besito.