Ha llegado la hora de oponer a un pasado reciente y
ominoso, otro anterior cuya historia no debemos olvidar quienes tuvimos la
suerte de vivirlo y hasta de participar aunque fuese en papeles totalmente
secundarios.
La reivindicación de la Marbella anterior a los
90, además de muestra de gratitud hacia los interesantes personajes que nos
eligieron, ha de servirnos para recuperar la dignidad que unos años sombríos
estuvo a punto de hacernos perder.
Jean Cocteau es el primero de los rescatados y
objeto de estudio dentro de las actividades que la Universidad de la Unesco en Málaga propone
realizar con el proyecto “Marbella capital Cocteau”, en homenaje
recordatorio al genial escritor, poeta, dramaturgo, cineasta y pintor que allá
en los años 60 nos conoció y acabó definiéndonos como Paraíso Terrenal.
Ana de Pombo y Pepe Carleton fueron sus anfitriones.
Los tres se conocieron en París, en la época de la Bohemia ilustrada
francesa, cuando Ana trabajaba junto a Coco Chanel y Cocteau era el niño mimado
de la intelectualidad, autor de “Les Enfants Terribles”, de “Edipo Rey”, ”Orfeo” y muchas otras, entre ellas una biografía de Picasso, su gran amigo. El actor Jean Marais fue su pareja
hasta el final, dentro de una compleja situación sentimental en tiempos en los
que la homosexualidad era tema tabú. Lo nombró su principal heredero.
Tal vez debido a ese tema en España no era lo suficientemente conocido
fuera de los ambientes intelectuales, y su llegada a Marbella el mismo año en
que el Presidente francés le había concedido el título de “Príncipe de las
letras” pasó desapercibido y le otorgó a él la libertad de moverse como un
nuevo turista.
Nuestro país andaba aún bajo la opaca neblina
cultural de un franquismo alargado en exceso. Me atrevo a decir que aparte de
sus amigos, ninguno de quienes vivíamos en Marbella sabíamos de él. Mi pequeña
historia tiene que ver con ello. La de mi padre, único librero entonces,
también.
Quiero relatarla como la viví. El conocimiento
posterior solo ha añadido brillo a unas imágenes ya de por sí agradables. Las
que pudo retener una adolescente inmersa en la vida de su pueblo.
Pepe Carleton era ya, en esos años, buen cliente de
la librería. De los pocos que leía libros y los encargaba si no los teníamos.
Amable, sonriente siempre, elegante y buen conversador, recuerdo sus historias
de Tánger como una novela que él contaba por entregas. Se notaba que había
vivido bastante a pesar de su juventud. Ana de Pombo, su amiga, fue la mujer
que levantó más comentarios sobre su aspecto desde los tiempos de Dª Elvira.
Ambas tenían algo en común. Su afrancesamiento, sus largas faldas negras, la
pintura excesiva de sus rostros…su ligero aire altivo, y en el caso de Ana sus
grandes sombreros. No era mujer como las españolas de entonces. Llamaba la
atención, y algo se rumoreaba de su pasado en París. Había perdido un hijo,
había sido bailarina y trabajaba con Coco Chanel.
Nos acostumbramos a verla caminar de su casa a la
Maroma, salón de té que abrió en la esquina de Enrique del
Castillo con la carretera. De allí a la Iglesia, donde tenía reclinatorio con su nombre
bordado.
Ana conquistó a Cocteau para su causa marbellí.
Logró traerlo, en principio de visita, instalándolo en su casa, y más tarde él
volvió voluntariamente.
Recuerdo la mañana en que Pepe Carleton nos dijo en
la librería que esa tarde iba a traer a un hombre singular, muy importante en
Francia, y gran artista. Quería ver los libros y comprar prensa. Mi padre,
nervioso como era, nos alertó de la atención que deberíamos prestarle.
Hacía calor y el esperado visitante mostraba sus
pálidas y delgadas piernas con un pantalón que después llamaríamos bermudas.
Alpargatas de cáñamo, y una muy alegre y floreada camisa de fondo rosa.
Imposible en un hombre pasar inadvertido con tal atuendo en la Marbella de 1959 o 60.
Sonriente, muy educado ante la presentación de
Carleton, tomó más de seis periódicos de distintos idiomas y preguntó por libros
franceses. No los había por entonces, solo guías turísticas. Aconsejó a mi
padre que trajese la colección “Livre de pôche” y encargó varios títulos.
A partir de ese día Cocteau nos visitaba de vez en
cuando y recuerdo su afición a García Lorca, Unamuno y Valle-Inclan.
Unos días más tarde mi padre dijo que como atención
al “novelista francés” deberíamos llevarle la prensa diaria a La Maroma. Fui la encargada de
hacerlo, aunque no solo él, sino la afluencia de personajes allí reunidos me
coartaba bastante. Entre otros, estaban Edgar Neville, Mingote, Antonio el
bailarín y Ana de Pombo. Cuando Cocteau se percató de mi presencia con el
montón de periódicos finamente atados con cordel por mi progenitor, se acercó y
acariciando mi barbilla puso en mis manos unos caramelos que tomó de una bonita
caja. “Mercí beaucoup, mon cherí, vous êtes tres gentil”.
Volví un día tras otro, y siempre me recibía él, del
que entonces solo conocía lo dicho por Carleton. Nunca pensé lo que significaba
su importancia literaria, lo mucho que en el futuro el personaje iba a ser
esencial en nuestra lista de visitantes veraniegos.
Cocteau fue unos de nuestros mejores clientes
extranjeros. Quizá el de más variada tipología de géneros literarios: teatro,
cine, pintura, arte en general. Muchos otros vinieron por él.
Aquel verano, antes de marcharse se acercó a
despedirse. No esperábamos el detalle y me emocioné cuando besó mis mejillas y
pronunció su “Au Revoir, cherí, vous êtes charmant”.
Guardo con nostalgia y afecto las cariñosas palabras
de quien mucho más tarde supe su gran importancia artística. Ya destacaban
entonces su mirada intensa, su elegante trato y hasta el glamour distinto que
su persona rezumaba.
Bienvenido sea el proyecto “Marbella capital
Cocteau”. Me sumo a la iniciativa y mando un beso platónico a la figura de
aquel artista, el francés de mis caramelos, que nos dignificó con su presencia.
Ana María Mata
Historiadora y novelista
2 comentarios:
Que suerte haberle conocido,Ana. Qué suerte conocerte, para compartir aunque solo sea un poco, aquella convivencia. Gracias
Marbella te debe tanto, es tanta tu riqueza literaria y tu amor por Marbella. Gran conocedora de la historia viva de los años del despertar turistico de nuestra maravillosa ciudad. Un lujo haberte tenido en muchos programas en CostaSur y de ser tu amiga.
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