Algo así como el maná que los
hebreos recibieron, caído del cielo. Como un regalo inesperado en momentos en
que la sequía cultural amenazaba con destruirnos. De esa manera hemos recibido
las jornadas que, bajo el título general de “La ficción de la Historia” se han
celebrado en el Instituto Río Verde en varias semanas de mayo y junio.
No han sido unas jornadas
corrientes. Han alcanzado una envergadura y calidad literaria tan alta que no
puedo menos que escribir estas líneas en agradecimiento a quienes las han
promovido y para que quede testimonio del logro tan importante que la Fundación
Banús y la mujer concreta que lleva estos temas, la profesora Carmen Díaz, han
conseguido trayendo a personajes casi míticos en el ámbito del libro, de la
novela y de la historia.
Es difícil conseguir a unos
primeros espadas de las letras como son Juanjo Armas Marcelo, Jorge Edward, Héctor
Abad, Antonio Muñoz Molina y Fernando Aramburu.
Cada uno dentro de su casuística
y estilo, fue un placer oír por unas
horas a estos hombres desgranando su sabiduría a un público tan mayoritario
como entregado; y la relación tan fructífera que establecieron entre dos
conceptos, a veces, encontrados, pero que ellos han hecho coincidir en sus
respectivas novelas, resultó un gozo de los que pocas veces se alcanza en estos
derroteros, variantes y peliagudos a veces, de la literatura.
Me centraré en los dos últimos
con los que confieso tener una afinidad
rayando en el fanatismo, producto de mucho libro leído bajo su autoría, y un
amplio análisis desde mis pobres coordenadas de lectora contumaz y reflexiva.
Muñoz Molina es, además de
Académico y poseedor de cuantos premios se conceden en España, hombre digno de
interés por algunas de sus cualidades personales. Para mí, la primera será
siempre su coherencia. Desde los lejanos tiempos en los que nos llevó con un
velo de misterio y música de jazz a enamorarnos de Lisboa, pasando por el
triunfo “Planetario” del Jineta Polaco y las veleidades de Beltenebros, mezcladas con las inmensas Ventanas de
Manhattam y Sefarad, para llegar a Todo lo que era sólido y especialmente a la que
desmenuzó en su charla, La Noche de los Tiempos, M. Molina no ha travestido su
punto moral ni su línea ideológica lo más mínimo. Sigue siendo, en las novelas
y –creo que en su vida- el joven de Úbeda cuyos pies continúan anclados en las
rojizas tierras del pueblo jienense.
Sosegado, cercano, con una humanidad
que le desborda, la conversación sobre los entresijos de cualquier historia,
elaboradas con trozos íntimos de cotidianidad, jirones de pensamientos ocultos,
y hechos a ras de suelo, fue literatura en sí misma de una calidad casi
filosófica y trascendente. Tener acceso, aunque sea por instantes, a la
brillantez de una exposición tan
personal, es un lujo literario y humano.
Junto a él, para acabar el
ciclo, nos regalaron a Fernando Aramburu, el hombre del momento para los medios
en literatura, feliz autor del libro más premiado y vendido del año, Patria, el
mismo que desbrozó en la charla con dotes de persuasión tan elevadas como su
capacidad de concentrar lectores y oyentes.
Aramburu es un escritor herido
en sus raíces por el problema que su tierra abarca desde hace la tira de años,
el terrorismo criminal que no ha cesado de ensangrentar Euzkadi mientras él
crecía bajo la alarma de los tiros y explosiones casi cotidianas. Su
explicación personal de la necesidad de poner en papel el drama que tanto le
conmovía,
fue sentida y auténtica, como lo
son sus personajes en esa novela radical y humana hasta límites increíbles.
Anteriormente, en su otro libro, Los peces de la amargura, ya avanzaba el destino de su prosa limpia y sensible.
Aramburu es hombre con apariencia sombría y un interior transparente, buscador
de libertades y mares abiertos, de mundos compartidos y necesidad de diálogo
entre hombres y pueblos. El placer de oír sus palabras no tiene, o tuvo
precio.
Por todo ello, valgan estas
letras apresuradas y todavía con el calor de las jornadas en la mente, para
agradecer a todos los que las hicieron posibles .
Sería bueno y bonito que algunos
otros se diesen cuenta de que cuando las cosas se hacen bien y con altura de
miras, este pueblo, tan denostado a veces, responde. Todavía puedo oír y ver al
gentío y los aplausos.
Ana María Mata
(Historiadora y Novelista)
2 comentarios:
Totalmente de acuerdo ,Ana.Todo un acierto la elección de ponentes .Fueron unas jornadas de mucha altura.Gracias a la Fundación Banús y a la profesora Carmen Díaz.
Gracias Ana, ha sido verdaderamente un ciclo esperado y necesario para ciudadanos sedientos.
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