4 de agosto de 2018

PAISAJES CONTRASTADOS


Sabemos que la amplia geografía de nuestra piel de toro es de las más variadas de Europa y su litoral rico en contrastes y rincones diferenciados. De Norte a Sur y de Este a Oeste, España desarrolla una urdimbre de tierras y paisajes tan diferentes entre sí como la población que la habita.
Me gustaría analizar hoy las existentes entre dos núcleos que las circunstancias vitales me han llevado a conocer bien.
Playa de Amio. Pechón
Desde hace muchos años cada verano la familia entera hacemos maletas y retomamos una y otra vez el camino del norte. Allí, entre Asturias y Santander, un rincón exótico y verde, recoleto y de nombre curioso nos espera para regalarnos una vez más todo lo que le pertenece por derecho de la caprichosa naturaleza. La belleza de su vegetación, arboleda, flores y acantilados es tan especial como el nominativo que nadie sabe de que manera le fue adjudicado: Pechón es un pueblito pequeño, circundado por dos grandes rías, Tina Mayor y Tina Menor, que se yergue humilde y orgulloso a la vez en una colina cuyos pies desembocan en un Cantábrico generoso que da forma en sus playas a formaciones rocosas como la muy bella denominada El Castril.
El paisaje divisado desde su punto más alto es de una belleza espectacular que  deja al visitante con un gesto de asombro, cuya desaparición solo llegará a fuerza de repetidas visitas.

Todo sería perfecto en estas vacaciones norteñas, si no fuera ¡ay! por la presión a que el tiempo nos somete. El climatológico, me refiero. Los dioses debieron pensar que lo ab soluto solo a ellos pertenece y consintieron en donarle una variadísima ración de nubes, tormentas, lluvia fina y gruesa…en general de días otoñales en pleno mes de julio.
Nada es perfecto, dicen ellos, en su  encomiable aceptación al cubrirse con chubasqueros y paraguas, mientras contemplan como el cielo sigue gris oscuro sin ánimo de ayudar al veraneante.
Me admira el carácter del paisano norteño, renqueante ante las tormentas, pero sin resignarse a que un chirimiri pegadizo les estropee su día de juegos en la playa, adonde se dirigen con presteza aunque lo hagan con un paraguas en la mano.
Pechón es la balanza de mis divagaciones paisajísticas. Mientras en mi lugar de origen sudaban la gota gorda y corrían como almas que lleva el diablo a playas y piscinas, en mi rincón de aislamiento, la gente comenta con naturalidad el bello “orballo” que riega sin cesar sus prados, suspiran mirando el cielo, pero sin perder la sonrisa, resignados a perder momentos playeros a sabiendas de que ello servirá para que el verde lo sea más intenso aún con cada gota que caiga.
Cuando alabamos los de fuera  sus frondosos bosques de árboles y helechos, la sensación selvática algunas veces sentida entre ellos, siempre hay alguien que con voz pausada paro firme exclama : Para que existan hay que pagar una cuota a veces dura, y esto es el aguacero intermitente.
Paya de las Arenas. Pechón (Foto: Pablo Sánchez Reque)
Tienen razón. Su paisaje es tan diferente del sureño, tan excepcional para alguien de la meseta, de los páramos interiores, que lo menos que nos piden es comprensión para entender como puede llegar a formarse una frondosidad tan inhabitual por nuestras tierras.

España múltiple y rica en excesos de todo tipo. También la forma de ser de los nacidos en una u otra región lo proclama. Frente a nuestra exuberancia verbal, la algarabía que nos arrastra a veces, ellos representan el contraste modular en sus voces, la sonrisa frente a la carcajada.
Extraordinario país donde se puede pasar en un mismo tiempo del verano de fuego a un invierno suave, lleno de esperanzas. Alegría de paisajes contrastados.
                                                                                                
Ana María Mata       
(Historiadora y Novelista)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estimada Ana María:
Como español norteño de raíces íberas y estirpe vascongada, tu artículo me ha recordado mis veraneos por tierras cercanas a las mencionadas cuando el buen vestir,la buena educación y los modales eran un signo de identidad vasca.Ahora desde Marbella y Andalucía, el cielo de azul intenso frente al grisáceo norteño significa dos actitudes diferentes:la exterioridad sureña en sus múltiples facetas frente a la interioridad del norte de España.Son complementos de un mismo linaje histórico desde la España Íbera a través de la nomenclatura de pueblos como Capileira en la Alpujarra granadina que procede del término vasco txapela(boina vasca) que da lugar a capela,esto es los hombres de la boina.Las raíces históricas,por tanto,son màs ancestrales que las supuestas diferencias climatológicas.En la variedad está el gusto y el entronque común de nuestra España desconocida.Un abrazo.Iñaki Arruabarrena.Marbella