28 de abril de 2010

LA DOCTORITA

(Artículo publicado en el diario Marbella Express el 28 de abril de 2010) 

En el mundo occidental en el que vivimos, con su alta tecnología y el afán por conseguir cada día algo más que parece faltarnos aunque después se pudra en un rincón perdido, resulta extraña, insólita y hasta difícil de creer la historia que intento contar en el artículo de hoy, cuando todavía la conmoción provocada en mi mente al conocerla sigue intacta y lacera no sólo mis neuronas, sino esa víscera llamada corazón. 
        Piensen en otro mundo. Un viaje hacia atrás en el tiempo para llegar a una región inhóspita atravesada por el río Parapeti. Está en el municipio de Charagua, en pleno Chaco, al sureste de Bolivia. De noviembre a marzo las lluvias torrenciales desbordan el Parapeti y sus caminos se vuelven intransitables. Ni siquiera pueden circular los caballos. Pero de agosto a octubre el río se transforma en desierto y las vacas y cabras pasean famélicas mientras sus habitantes no cuentan con agua corriente. Es el territorio donde habitan los indígenas guaraníes.
        Tal vez los guaraníes sean uno de los pueblos más pobres del planeta (difícil establecer un record de pobreza, zonas de África, de la India…etc) pero si son desde luego uno de los más desconocidos incluso por el propio país al que pertenecen y que vergonzosamente pretende ocultar ante el mundo su existencia. Muchas son las causas que han conducido a la indigencia total de seres humanos, que, curiosamente no abominan de los españoles representados por el Virrey de Toledo en tiempos de Carlos V, sino de la traición de Bolívar que pretendió exterminarlos y tomar posesión de sus tierras.
        Paradójicamente lo que no consiguió el Libertador está a punto de hacerlo una enfermedad exótica y asesina, cuyo nombre “Chagas” procede del primer médico que se interesó por combatirla. La enfermedad de Chagas es producida por la picadura nocturna y posterior defecación en la sangre del indio, de un insecto llamado “Vinchuca”, que en guaraní se dice “timbuku” y significa exterminio. La vinchuca vive entre los huecos de las viviendas hechas con adobe y al anochecer despliega sus pequeñas patas para descender hasta el sueño del indígena y chuparle enorme cantidad de sangre, defecando luego e inoculándole el parásito homicida. Puede permanecer latente años, pero aparece de forma mortal en enfermos con cardiopatías muy específicas que siempre les acaba matando. Veinticinco millones de víctimas iban contabilizadas cuando una científica valenciana apareció en sus vidas como mandada por uno de sus ídolos guaraníes. Su nombre es Pilar Mateo, doctora en Químicas por la Universidad de Valencia, y creadora de una pintura capaz de combatir lo que llaman con gran acierto “el vampiro de los pobres”.
        Conocer a Pilar Mateo ha sido una de las satisfacciones que parecía guardar el destino tras sus bambalinas para muchos de los que tuvimos la suerte de conocerla, y en especial para esta humilde articulista que a su edad no esperaba sentir una emoción tan profunda como la sentida al oírla relatar sus vivencias de doce años en territorio guaraní intentando –y consiguiendo- salvar todas las vidas que caen cerca de sus manos bellas y distinguidas, como su figura, estilizada, y la sonrisa amplia, su arrolladora simpatía y el hervidero de proyectos en una de las cabezas más inteligentes de las que en los últimos años he tenido la suerte de observar.
         Una científica alegre –incluso “marchosa”- innovadora en métodos y sistemas de trabajo, confiada en que no son las grandes organizaciones las que con su prepotencia escondida llegarán al corazón de los indígenas de los que ella ha tomado hasta la nacionalidad, sino los micro-proyectos, la  integración de sus indios en trabajos de las empresas que tienen el monopolio de los hidrocarburos, la autoestima de quienes se sientes ignorados, y muy en particular de las mujeres con las que ha conseguido además de una relación muy intensa, que salgan de sus chozas donde permanecían a la espera de los golpes del hombre borracho, a enseñarles oficios, y hasta la formación de varios equipos de futbol femenino.
        No tengo espacio para contar más, pero sí para expresar la fuerza de la admiración sentida en lo más hondo, la gratitud por el cariño recibido, la promesa de líneas como éstas y el deseo firme de que Pilar Mateo, Embajadora Internacional de la Mujer Indígena, Doctora Honoris Causa de varias universidades, consiga el Premio Príncipe de Asturias para el que está nominada y vuelva a Marbella para celebrarlo.
        Querida Pilar: perdóname, porque debido a la emoción y a la fuerza que nos imbuiste, he olvidado nombrarte por tu nombre verdadero, con el que eres allí y en todo el mundo conocida. Gracias, “Doctorita”

Ana María Mata
Historiadora y Novelista

3 comentarios:

Isabel dijo...

Lo he leído hoy en mi momento café. Gracias por compartirlo en esta ventana.
PD: “A nadie le importa el Chagas porque es la enfermedad de los pobres, ningún laboratorio va a fabricar fármacos o productos para quien no puede pagarlos” (Pilar Mateo Herrero, científica al servicio de la solidaridad)

Anónimo dijo...

http://noticias.lainformacion.com/salud/enfermedades/solidarios-en-accion-luchar-contra-una-enfermedad-invisible-en-bolivia_T1mVpcqMJGokKgtR58GrK3/

Anónimo dijo...

Unas 67.000 personas en España están infectadas por el mal de Chagas

http://www.lavozdegalicia.es/sociedad/2011/07/06/0003_201107G6P34992.htm