Uno de los episodios más crueles, y a la vez
menos conocido de la Guerra Civil, cumple ahora en febrero el triste aniversario
de 75 años. Me parece un deber moral para con las víctimas de aquella masacre
traerlo a la memoria. El 6 de febrero de 1936 las tropas del general Queipo de
Llano entraban en la ciudad de Málaga, cuando ya la mayoría de los pueblos
occidentales de la provincia estaban en manos de Franco. La única salida que
quedaba para milicianos y republicanos, incluidas sus familias, era un camino
que después fue llamado “carretera de la muerte”. Para Almería salieron unas
100.000 personas por la ruta de la costa.
Fue la llamada “desbandá”. Asediados
por los disparos de barcos italianos y aviación alemana, y la metralla, por
tierra, mar y aire, miles de civiles fueron asesinados y sus cadáveres, o se
los llevó el río Guadalfeo, o acabaron en fosas comunes. Los pocos testigos que
quedan vivos relatan con el horror en la mirada aquellos cuatro o cinco días de
infierno en que corrían despavoridos huyendo de una muerte segura. El miedo
colectivo a las barbaries de las tropas marroquíes (las tropas moras) de las
que se decían que violaban y cortaban pechos a las mujeres, fue una de las
causas que les impulsó a huir. Muchos perdieron hijos y ancianos en la carretera,
unos por muertes y otros fueron dados
por desaparecidos, como fue el caso de Paquito Zambrana, hijo de una familia de
San Roque que se escapó de la mano de uno de sus hermanos mientras corrían. Al
acabar la guerra sería adoptado a través
de Auxilio Social, un anexo de la
Falange , por Elvira Vidal, casada con el abogado malagueño
Zambrana, y posterior dueña del caserío El Fuerte de Marbella. Su familia no
consiguió dar con él y lo creyeron muerto. Vivió en Marbella hasta 1958 en que
marchó a Alemania.
La “desbandá” hacia Almería ha sido estudiada
por profesores de Hª Contemporánea, como la Doctora Lucía Prieto, de la Universidad de Málaga
y su compañera Encarnación Barranquero, entre otros. Todos coinciden en que lo
sucedido en la carretera de la muerte, la matanza de civiles a punto de
concluir la toma de Málaga por las tropas nacionales fue un acto de crueldad
innecesario que correspondería, quizás al intento de mostrar a los republicanos
el poder de los vencedores y las futuras y posibles venganzas.
Hecho luctuoso cuyo recuerdo es válido en un
país al que parece gustarle demasiado la existencia y conflictividad entre
bandos opuestos. Un país que presume de no flemático y olvida el horror que a
veces produce el apasionamiento innecesario.
Ana María Mata
Historiadora y novelista
2 comentarios:
Y lo más triste de la matanza de la Carretera de Almería no es sólo que el bando rebelde (los nacionales de Franco) negaran el hecho, sino que la propia República censuró el hecho, a pesar de ser una masacre infinítamente peor que el bombardeo de Gernika, porque no interesaba que la opinión pública mundial supiera que el gobierno republicano no hizo absolutamente nada por defender a sus ciudadanos y refugiados cuando huian de los combates. Bochornoso, patético y lamentable por parte de los dos bandos.
Alguien muy querido por mí me contaba que él la carrera la hizo en dos días y medio, yo, muy niño, le decía que éso no era posible, y él me contestaba -sí, Orfilito, hasta Almería.
Publicar un comentario