No voy a escribir de la cuestión, hoy tan repetida, de si el libro como tal, en su forma primigenia, con portada, hojas, tinta y papel tiene o no sus días contados. Personalmente si tal hecho ocurre, lo lamentaré profundamente como se hace cuando algo enormemente querido desaparece; pero seguiré adentrándome en la esencia de la lectura, cualquiera que sea la forma que ésta presente. Al fin y al cabo lo que importa es el contenido, aunque su continente sea menos bello, pero, como dicen, tal vez más cómodo.
Verán que he escrito “placer” junto a la palabra “lectura”. Lo hago porque no entiendo lo uno sin lo otro. Tomar un libro (el actual) en las manos, debe ser -y así lo proclamo- un gozo desde el mismo momento en que los dedos acaricien su portada. El olor que desprenden sus hojas es algo ya tópico pero no por ello menos real para sus amantes. Acabo de descubrir, sin querer, el vocablo auténtico para la relación persona-libro: Amantes. Con la fogosidad, el deseo, la expectativa y hasta el temblor que dichos personajes emprenden lo que ha de ser una aventura más o menos fugaz. No importa. Como tampoco importa si el libro, como tantas veces el amante, nos defrauda en nuestra desmesurada ilusión. Nada es definitivo en la vida, y otro vendrá a reemplazarlo. Mientras, la búsqueda se convierte ya en sí misma en una sensación distinta a las muy anodinas de nuestra cotidianidad. Y al final, cuando la esperanza sea un hecho, viviremos otra vida, paralela a la que nos hace respirar cada segundo. La vida de quienes están dentro de las líneas escritas, cuyos rasgos debemos crear nosotros mismos, por muchas descripciones que el autor nos depare. Como igualmente habrá que imaginar lugares y situaciones que el libro solamente insinúa. De ahí su gran valor cognitivo, su enorme capacidad didáctica. Todo se realiza en nuestro cerebro a través del hilo conductor que quien escribe nos regala para que, al introducirnos en él, vivamos juntos una aventura o proposición determinada.
Perdonen mi entusiasmo pero no conozco placer más intenso junto al de la música que no acabe con los años ni se deteriore. Me atrevo a aconsejarlo a quienes no lo conozcan a fondo. Y hasta unas recomendaciones concretas: “Diario de invierno” de Paul Auster y “El enredo de la bolsa y la vida”, último de Eduardo Mendoza. También, interesante y divertido: “Aire de Dylan” de Enrique Vila-Matas. Ninguno de ellos les defraudará.
Ana María Mata
Historiadora y novelista
4 comentarios:
Acertada apreciación la tuya que describe el placer de leer.Me vienen a la memoria las palabras de Sandor Marai en La Mujer Justa."Está leyendo,donde estará ,quien será?"Palabras que para mi tan bien describen el sentir de esa simbiosis entre el lector y el texto.Gracias Ana por recordárnoslo.
El de Paul Auster lo he leido y como siempre lo he disfrutado.El otro lo compro esta misma semana.
La última entrada de mi blog se llama -El placer de estar solo- y para mí tiene mucho que ver con la lectura.
Si encima vives totalmente las situaciones de lo que estás leyendo, creo que el placer es doble. Viajas gratis, conoces a gente, aprendes a resolver cuestiones.
Órfilo.
Hoy en día todo ocurre muy deprisa, demasiado deprisa. La tecnología vive de captar la tendencia del público mayoritario, especialmente los jóvenes. ¿Y qué es lo que triunfa? Las redes sociales de texto breve, incluso con menos de 140 caracteres en algún caso. ¿Cómo va a conseguir mantenerse el Libro -aunque sea en versión digital-ante este escenario?
Personalmente creo que el libro tradicional en papel seguirá teniendo adeptos por bastante tiempo, especialmente entre los más románticos de la lectura. Su éxito puede que pase por "reducir" el número de publicaciones, apostando por la calidad literaria frente al multitudinario torrente de textos que aparecerán apenas sin control en las "librerías" digitales.
Y que cada cual decida y aproveche las ventajas que ofrece un mundo global, pero que va a toda máquina y descarrilado.
Arturo Reque Mata
'Diario de Invierno' es un Auster menor! No acabo de pillar ese recurso a la segunda persona para hablar de sí mismo. Aún así, es Paul Auster!!!!
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