Enterándome
casi de casualidad y creo que con esa misma publicidad, tuvo lugar en Marbella
un acontecimiento digno de recordar que me gustaría compartir con vosotros,
aprovechando la invitación de nuestro amigo, Arturo Reque.
D.
Ricardo Rivera Martínez, estuvo con nosotros en una noche de viernes del mes de
marzo, acompañado por una suave temperatura ambiental y un calor humano, que han
hecho y hacen famosa a esta bendita tierra nuestra de Marbella.
Después
de una breve presentación del Hermano Mayor de la Cofradía organizadora del acto, popularmente
conocida como “Cofradía del Nazareno”, D. José Juan Abrines, toma la palabra D.
Ricardo Rivera. Y sin saber muy bien que esperaba escuchar, o sobre que iba
dicha conferencia, coloquio o charla, D. Ricardo nos dio cuenta de su vida,
desde casi su más tierna infancia (o de lo que ella recordaba) y con una charla
llena de pasión y desde lo más profundo de su corazón, nos relató su primer
contacto con el barro, siendo aun un niño. Hecho que le llevo a concentrar su energía
en esta materia, que en tiempos tan aciagos, no era ni difícil, ni cara de
encontrar.
Los
resortes, que crean la chispa que te dan impulso o te ayuda a encausarte por distintos
caminos, son a veces tan curiosos como simples. Y en este caso, un pareja de
desconocidos viéndolo jugar con dicho barro, comentó la usual frase de “este
niño es un artista”, y eso mismo a D. Ricardo, le guió y orientó hacia esa
misma meta, la de querer ser “artista”. Eso supuso un comienzo y una meta que
empezaría a plantearse.
Después
de una andadura en un taller de imprenta, por fin, y debido a su pertinaz obsesión
se acerca al taller de escultura, por entonces del afamado escultor, D. Castillo
Lastrucci, con importantes obras de imágenes titulares, tanto en Málaga como en
Sevilla. Pero debido a que no puede permanecer en dicho taller, le recomienda
para que fuera al taller de D. Francisco Ruiz Rodríguez, donde empezó a
demostrar todo el arte que llevaba dentro, quitando a su madre de trabajar,
como era su intención.
Después
de ser reconocido en su labor y llegando a encargado del taller, por esas
misteriosas vueltas que da la vida, entra en un grupo como cantante, donde al
cabo de un tiempo, le recomiendan que se vaya de Sevilla a Madrid, donde
tendría el éxito asegurado. Marchándose a Madrid en 1957.
Pero
como al final, la pasión le puede y su verdadera vocación manda en él, en 1973 vuelve
a Sevilla, para hacerse “escultor” como el se gusta de nombrar, y empieza una
obra que va desde algunos titulares de Cofradías, hasta la talla de cartelas, y
pequeñas imágenes, tanto para algunas Cofradías, como para particulares,
restauraciones y labores propias de su oficio. Algunos sin sabores, como muchas
alegrías, propias de cualquier labor, y que lleva con esa paz y esa pasión que
se le reconoce como “artista”
Reconoce
y se hace seguidor del universal San Roqueño, D. Luís Ortega Brú, imaginero de
desbordada pasión, temperamental y barroco en su obra. Una obra llena de fuerza
y movimiento, donde quizás se atisbe algo de esa devoción, en el Cristo Yacente
de la Cofradía
del Nazareno, tallado por el conferenciante D. Ricardo Rivera.
Cristo
Yacente, de encarnadura de piel blanquecina y cerúlea, con una crispación
controlada, producida por el “rigor-mortis” que representa la propia escultura;
de una anatomía excelente y de una fuerza, llena de pasión y dolor. Una imagen
menuda y tensa, una talla que lleva a su contemplación abstraída; una obra que
donde mejor se puede contemplar es, en su bella casa hermandad, en pleno centro
de la ciudad. Una talla artísticamente hablando de una calidad exquisita, un
salto que rompió cánones en nuestra ciudad en su día, y un punto donde al
parecer, será difícil de volver a llegar, debido en parte, a la copia de
imágenes seriadas o de escasa calidad artística, con algunas excepciones.
D.
Ricardo, no solo nos dejo su saber y su clase, su maestría y su arte, nos dejó
a un Titular, que quitando sentimentalismos o devociones, y hablando en el
estricto sentido del arte como tal, nos da a esta tierra la oportunidad de
disfrutar de su Cristo Yacente, que es patrimonio cultural de su Cofradía y de
esta misma Ciudad.
Un
patrimonio, que la Cofradía ha sabido cuidar y mimar, mimando también a su
creador y dándole un reconocido homenaje en vida, que es cuando hay que hacer
los mismos.
Gracias,
D. Ricardo por venir a esta, su Ciudad y por hacernos disfrutar de su persona
entre nosotros.
Francisco Torrisco Aguilar
2 comentarios:
Gracias por esta aportación a nuestra Tertulia en Marbella. Es evidente que no podemos asistir a todas las actividades que se realizan en el municipio así que contar con vuestra ayuda es una bonita manera de compartir experiencias, emociones y conocimiento. El Arte y la Cultura debe ser popular y llegar a todos.
Muchas gracias Francisco. Te dejamos las puertas abiertas para entrar cuando quieras. Un abrazo.
Arturo Reque.
Imaginero.cagando te espero .seras lo que seas seras rivera.
Un amigo.
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