16 de abril de 2012

UNA MARBELLERA EN EL TITANIC


El trasatlántico R.M.S. Titanic es sin duda uno de los barcos más famosos de la historia a causa de la tragedia que supuso su hundimiento hace ahora exactamente una centuria. Cuando la naviera White Star Line lo encargó a los astilleros Harland and Wolff de Belfast la idea era tener el barco de pasajeros más grande, lujoso y rápido del mundo. Pertenecía a un trío de unidades gemelas (la clase Olympic) que, desde luego estuvieron marcadas por el infortunio. Puede que la insolencia y prepotencia de tildar al Titanic como insumergible y que ni el mismo Dios podía hundirlo fuese como un imán para el desastre por el que tendrían que pasar la madrugada del 15 de abril.

Más suerte tuvo una de sus pasajeras. A bordo viajaba una hija de Marbella, Encarnación Reinaldo de 28 años, que viajaba desde Southampton a Nueva York para encontrarse con su hermana y probar suerte en los EE.UU. Esta marbellera había trabajado siempre en el servicio doméstico en casas de familias británicas asentadas en Ronda, del Campo de Gibraltar, la colonia de Gibraltar y finalmente en Londres, donde se llegó a empadronar.

 Cuando compró su billete de embarque, de segunda clase, en los datos apuntados por la naviera constaba como que era londinense y su apellido se transformó a Reynols, quizás por desconocer el castellano el oficinista de la White Star Line encargado de estos menesteres. Aquí empieza la historia de la pasajera española más misteriosa del R.M.S. Titanic.

Primero se dijo que era inglesa. Más tarde se afirmó que era  de origen cubano. Otros dijeron que era valenciana porque en Nueva York se inscribió en la oficina de Inmigración con el apellido Requena, si bien esto se debe al apellido de esposada  de su hermana (una costumbre anglosajona por el que la mujer pierde su apellido para adoptar el de su marido) casada con Miguel Requena, un antiguo militar español, posiblemente marbellero también, que pasó de servir en Puerto Rico a convertirse en un próspero comerciante en la ciudad de los rascacielos. Finalmente y gracias a la aparición de una caja con antiguas fotografías familiares en un apartamento de Manhattan sacó a la luz la verdadera identidad de esta misteriosa pasajera, de la que llegaron a decir que era incluso un hombre que se disfrazó de mujer para salvar su vida.

Cuando el Titanic navegaba a toda máquina por el Atlántico norte y en plena noche, para demostrar su poderío y ganar la famosa Banda Azul que solo se entregaba al trasatlántico más veloz en comunicar Europa con América, un pedazo de la naturaleza se cruzó en su camino para demostrar que ella, y no los hombres,  es la dueña y señora del planeta. Un iceberg de enormes proporciones cortó una buena porción de la obra viva del barco, inundándolo hasta que los abismos le requirieron su presencia en el fondo del mar. Nuestra ya famosa marbellera logró  subir en uno de los botes salvavidas con todos sus ahorros, unos treinta dólares, que para la época era una pequeña fortuna, si bien perdió su equipaje y los recuerdos familiares que llevaba en su camarote de segunda clase, ¡pero salvó la vida, que no es poco!.

A la mañana siguiente el trasatlántico R.M.S Carpathia, de la naviera rival Cunard, llegó a la zona del naufragio y rescató a los supervivientes en los botes salvavidas. Curiosamente ese era el mismo barco con el que su hermana llegó a los EE.UU. el año anterior. A bordo de este barco nuestra protagonista vio por primera vez la estatua de La Libertad el 18 de abril de 1912. Sin duda fue una afortunada que vivió una experiencia única y aterradora que, un siglo después, sigue siendo una de las historias más míticas de la humanidad por el gran impacto mediático que supuso en su época. Ningún barco es insumergible y la mar siempre es la que manda sobre las obras de los hombres. Puede que nuestra querida Virgen del Carmen, tan venerada en Marbella, le echara un cable a nuestra antigua paisana para que sobreviviera y nos acordemos hoy de ella en su ciudad natal.

Juan Cristóbal Ortiz Parra

2 comentarios:

garbiñe dijo...

Bonito relato que da fe del espiritu emprendedor y cosmopolita de los Marbelleros.Gracias por contarnoslo.

Marbella_te dijo...

Gracias Juan Cris por mantenernos informados de esos marbelleros, poco conocidos, pero que forman parte de la historia.