(Artículo publicado en el diario Sur el 22 de noviembre de 2012)
Pido perdón por personalizar de esta forma lo
escrito. Me ocurre a menudo, suelo hacerlo a veces en lo que Bretón, si
viviese, llamaría escritura automática, tan en boga con el grupo surrealista,
pero esta vez lo hago de manera intencionada, con el corazón puesto en cada
letra, debido a que la
Universidad de Málaga y quien escribe mantienen una relación
amorosa tan fuerte y tan antigua, que ahora, en su cuarenta aniversario, quiero
felicitarla y que estas líneas sean mi particular homenaje.
El día 15 de octubre de 1980 puse los pies en
el edificio que había sido durante años el Colegio de San Agustín pero que
entonces albergaba de forma provisional la Universidad de
Filosofía y Letras. Con anterioridad me había matriculado en la rama de
Historia. Recuerdo que llovía y sin duda el cielo estaría gris plomizo, aunque
nada de ello disipó la alegría que dentro de mí bullía y la excitación de haber iniciado en ese instante
el sueño de mi vida. No voy a ser tan inmodesta como para relatar mis cinco
felices años de carrera ( el último ya en Teatinos), ni los grandes amigos
conseguidos. Tampoco las pequeñas dificultades de alternar una vida familiar
amplia con viajes casi diarios y estudios. Todo ello forma parte del anhelo
guardado durante años anteriores en los que, cuando me correspondía, no pude
hacerlo por la razón sencilla de que Málaga no tenía universidad.
Andrés G. Maldonado lo escribe en su libro: “éramos
la única capital europea con más de 300.000 habitantes que no contaba con una
universidad”. La U.M.A. fue la institución más
deseada por los malagueños que no escatimaron esfuerzos para traerla. En 1968
se creó la asociación de Amigos de la Universidad de Málaga en la que la mayoría de
personalidades relevantes formaron parte. Por fin el 5 de noviembre de 1971 fue incluida en el proyecto de ley del tercer
Plan de Desarrollo. Creo recordar que la primera licenciatura que ofreció
fue Económicas y después Medicina.
La llegada y puesta en marcha de la UMA fue, expresada en
términos sentimentales, como si el cielo abriese de golpe unas compuertas
invisibles y derramase sobre la ciudad que Alexaindre llamó “del Paraíso” una lluvia mágica que nos envolvió a
muchos, muchísimos, con polvo de estrellas culturales. No puedo expresarlo más
que así porque todos los que habíamos
esperado con ansiedad y temor que el deseo se cumpliera, sentimos que desde
su comienzo, los malagueños podíamos
disfrutar de algo más que el sol, las playas y sus muchos bares de reunión.
Han pasado cuarenta años que se han ido tan
rápidos como eficaces. Licenciados, Doctores, profesionales de la Investigación en
todas las áreas testimonian hoy como sus vidas cambiaron desde el día que
decidieron entra a formar parte de la
UMA.
Mi ingenuidad no es de tal grado que
desconozca las insatisfacciones que para determinados alumnos (más o menos
obligados ) haya significado o signifique el hecho de estudiar. Aburre o
mortifica, por lo general aquello que hacemos sin interés y no nos proporciona
un átomo de placer. Peor aún debe ser la impotencia de quienes habiéndolo hecho
con gusto, incluso con brillantez, se encuentran hoy sin un trabajo que les
recompense. El ser humano es múltiple en aficiones y por desgracia diferente en
lo que a suerte se refiere. Pero me
atrevería a decir que pocos o ninguno de los que pisaron la UMA con el objetivo de
sumergirse en ella hasta el fondo, sienten hoy algo distinto a la
nostalgia.
Ese momento de los primeros apuntes, de las
fotocopias interminables, del profesor ágil y comprometido que te hace ver las
cosas de un modo más intenso, de las conferencias inteligentes, del examen
difícil que se aprueba, de la bibliografía especializada, del compañero que te
echa una mano, del café con el bocata en un bar ruidoso que no olvidarás
nunca…de la huelga que haces por algo que te da igual, del suspenso maldito o
el profesor a quien nadie parece entender en su explicación, pero que es el
“hueso” del curso e inabordable…me faltan palabras y espacio. Fui feliz y creo
que se nota. Necesitaba decirlo ahora, cuando tantos años después, la Universidad de Málaga
y el tiempo que en ella pasé constituye uno de los episodios más destacados de
mi vida.
¡Feliz aniversario a la UMA!
Ana María Mata
Historiadora y novelista
2 comentarios:
Gaudeamus igitur...
Como siempre tan acertada Ana María.
Como alumna primero y después profesora de universidad que he sido comparto y agradezco tu entusiasmo.
Solo deseo que dentro de unos años una ex alumna tan entusiasta como tu pueda decir lo mismo de su paso por la Universidad de Marbella.Estoy segura que se logrará.
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