3 de diciembre de 2012

EL DÍA QUE LLEGUÉ A LA U.M.A.



(Artículo publicado en el diario Sur el 22 de noviembre de 2012)
Pido perdón por personalizar de esta forma lo escrito. Me ocurre a menudo, suelo hacerlo a veces en lo que Bretón, si viviese, llamaría escritura automática, tan en boga con el grupo surrealista, pero esta vez lo hago de manera intencionada, con el corazón puesto en cada letra, debido a que la Universidad de Málaga y quien escribe mantienen una relación amorosa tan fuerte y tan antigua, que ahora, en su cuarenta aniversario, quiero felicitarla y que estas líneas sean mi particular homenaje.
El día 15 de octubre de 1980 puse los pies en el edificio que había sido durante años el Colegio de San Agustín pero que entonces albergaba de forma provisional la Universidad de Filosofía y Letras. Con anterioridad me había matriculado en la rama de Historia. Recuerdo que llovía y sin duda el cielo estaría gris plomizo, aunque nada de ello disipó la alegría que dentro de mí bullía y la  excitación de haber iniciado en ese instante el sueño de mi vida. No voy a ser tan inmodesta como para relatar mis cinco felices años de carrera ( el último ya en Teatinos), ni los grandes amigos conseguidos. Tampoco las pequeñas dificultades de alternar una vida familiar amplia con viajes casi diarios y estudios. Todo ello forma parte del anhelo guardado durante años anteriores en los que, cuando me correspondía, no pude hacerlo por la razón sencilla de que Málaga no tenía universidad.
Andrés G. Maldonado lo escribe en su libro: “éramos la única capital europea con más de 300.000 habitantes que no contaba con una universidad”.  La U.M.A. fue la institución más deseada por los malagueños que no escatimaron esfuerzos para traerla. En 1968 se creó la asociación de Amigos de la Universidad de Málaga en la que la mayoría de personalidades relevantes formaron parte. Por fin el 5 de noviembre de 1971  fue incluida en el proyecto de ley del tercer Plan de Desarrollo. Creo recordar que la primera licenciatura que ofreció fue  Económicas y después Medicina.
La llegada y puesta en marcha de la UMA fue, expresada en términos sentimentales, como si el cielo abriese de golpe unas compuertas invisibles y derramase sobre la ciudad que Alexaindre llamó “del  Paraíso” una lluvia mágica que nos envolvió a muchos, muchísimos, con polvo de estrellas culturales. No puedo expresarlo más que así porque  todos los que habíamos esperado con ansiedad y temor que el deseo se cumpliera, sentimos que desde su  comienzo, los malagueños podíamos disfrutar de algo más que el sol, las playas y sus muchos bares de reunión.
Han pasado cuarenta años que se han ido tan rápidos como eficaces. Licenciados, Doctores, profesionales de la Investigación en todas las áreas testimonian hoy como sus vidas cambiaron desde el día que decidieron entra a formar parte de la UMA.
Mi ingenuidad no es de tal grado que desconozca las insatisfacciones que para determinados alumnos (más o menos obligados ) haya significado o signifique el hecho de estudiar. Aburre o mortifica, por lo general aquello que hacemos sin interés y no nos proporciona un átomo de placer. Peor aún debe ser la impotencia de quienes habiéndolo hecho con gusto, incluso con brillantez, se encuentran hoy sin un trabajo que les recompense. El ser humano es múltiple en aficiones y por desgracia diferente en lo que a suerte se refiere.  Pero me atrevería a decir que pocos o ninguno de los que pisaron la UMA con el objetivo de sumergirse en ella hasta el fondo, sienten hoy algo distinto a la nostalgia. 
Ese momento de los primeros apuntes, de las fotocopias interminables, del profesor ágil y comprometido que te hace ver las cosas de un modo más intenso, de las conferencias inteligentes, del examen difícil que se aprueba, de la bibliografía especializada, del compañero que te echa una mano, del café con el bocata en un bar ruidoso que no olvidarás nunca…de la huelga que haces por algo que te da igual, del suspenso maldito o el profesor a quien nadie parece entender en su explicación, pero que es el “hueso” del curso e inabordable…me faltan palabras y espacio. Fui feliz y creo que se nota. Necesitaba decirlo ahora, cuando tantos años después, la Universidad de Málaga y el tiempo que en ella pasé constituye uno de los episodios más destacados de mi vida.
¡Feliz aniversario a la UMA!

Ana  María  Mata
Historiadora y novelista





2 comentarios:

JuanCris Ortiz dijo...

Gaudeamus igitur...

AMUM dijo...

Como siempre tan acertada Ana María.
Como alumna primero y después profesora de universidad que he sido comparto y agradezco tu entusiasmo.
Solo deseo que dentro de unos años una ex alumna tan entusiasta como tu pueda decir lo mismo de su paso por la Universidad de Marbella.Estoy segura que se logrará.