(Artículo publicado en el Diario SUR el 6 de diciembre de 2012)
Estarán conmigo en que la aristocracia que
nos tocó en la ciudad, primero como visitantes y luego paisanos, no era
precisamente como la habíamos imaginado antes, apoltronados en sillones de seda
adamascada con un vaso de Oporto en las manos y una hilera de mayordomos y
doncellas esperando sus órdenes. La nuestra, desde el Marqués de Ivanrey hasta los príncipes de Hohenlohe, pasando por
el protagonista de este artículo fueron activos hombres de negocios y
entendieron rápido las posibilidades que además del placer personal Marbella
les prometía relacionadas con el aumento de sus patrimonios.
Don Carlos de Salamanca y Hurtado de
Zaldivar, Marqués de Salamanca, fue uno de los que acudieron a la llamada de
Soriano con idea de conocer de cerca el nuevo Edén que Ivanrey proclamaba entre sus amistades más selectas.
Un antepasado suyo, José de Salamanca y
Mayol, malagueño, fue el constructor de las primeras líneas ferroviarias de
España, y algunas en el extranjero. También el creador del barrio madrileño que
lleva su nombre, además de Ministro de Hacienda en 1847 y Senador del Reino,
motivos suficientes para que la
Corona le concediera los títulos de M. de Salamanca y Conde
de los Llanos.
Se entiende por tanto, si aceptamos lo de “de
casta le viene al galgo”, que un descendiente se instalara en Marbella y muy
pronto se incorporase a la corriente de sus amigos levantando en 1955 sobre un
solar situado junto a la carretera, a la salida de Marbella hacia Estepona,
-frente al hoy demolido edificio de Radio
Nacional- un hotel al que dio el nombre de San Nicolás. El hotel tenía
adosado un garaje que además de servir de aparcamiento cubría la exposición de vehículos de marcas
extranjeras de los que era concesionario la firma “Carlos de Salamanca S. A.”. El
nombre del hotel tuvo su origen en la afluencia de visitantes nórdicos que
empezaban a llegar. San Nicolás es un santo muy apreciado en los países
bálticos, donde cumple una función similar a la de los Reyes Magos en España.
Don Carlos y su mujer, doña Margarita dieron al hotel un tono sumamente
acogedor, instalando en él un “snak-bar” palabras que aún sin entenderlas los
nativos, apareció por vez primera y aceptamos como algo moderno y elegante. Con
todo, el hotel, pequeño, fue concebido para dar salida a las necesidades
hoteleras de una zona junto al pueblo, que ya prometía buen futuro.
El barman del moderno “snak fue el marbellero Miguel Romero Espada,
desconocedor del oficio que hubo de aprender sobre la marcha, pero los
Salamanca se enorgullecían de contratar solo a gente buena y en los que podían
confiar. Su director fue José Diaz Recio.
Durante muchos años la eficaz administración la llevó una mujer nativa
con especiales dotes naturales para la contabilidad, así como de gran
religiosidad, cosa que apreciaban mucho sus dueños. Maruja Valderrama rompió
molde en los planteamientos del momento, al dedicarse a un trabajo que había
sido exclusivo del hombre.
El Marqués de Salamanca promovió igualmente,
junto al empresario sevillano Antonio López de Tejada la que se llamó “Colonia
Ansol”, grupo de treinta y nueve chalets en los terrenos de la antigua Huerta
del Faro. Fue la primera urbanización de la ciudad, rodeando lo que entonces
era casco antiguo. El precio de los chalets era de noventa mil pesetas, y su
venta no resultó fácil, porque todavía quedaban restos de penuria económica.
Los marqueses adquirieron terrenos en la finca de La Caridad , lugar donde
construyeron su vivienda para el mucho tiempo que empezaron a pasar en
Marbella.
El recuerdo de quienes los conocimos trae la
imagen de un matrimonio cuya elevada altura física no pasaba desapercibida como
tampoco las muchas ocasiones en que asistían a Misa y oficios religiosos en la Encarnación, donde
unos reclinatorios tapizados llevaban su nombre. Con el tiempo, su hija María,
condesa de Larish, residió en la ciudad y fue mujer entregada a múltiples obras
benéficas, de igual modo que a las culturales. Don Carlos de Salamanca falleció
en 1975, y el Hotel San Nicolás después de servir como Hotel-Escuela de
Hostelería en los años sesenta, cerró definitivamente sus puertas. Marbella
comenzaba su nueva etapa de arquitectura en vertical muy lejana a la intimidad
familiar del recordado hotel de los Salamanca.
Ana María Mata
Historiadora y novelista
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