25 de agosto de 2013

CONTRA EL FANATISMO UN POCO DE BUDISMO



Las religiones han provocado muchas muertes y lo siguen haciendo. Más santa que Jerusalén pocas, y más sangre derramada en sus calles a lo largo de la historia imposible. Los periódicos están repletos de muertes entre chiíes y suníes, entre cristianos e islamistas. Hace unos días estallaban dos bombas en Beirut contra dos mezquitas suníes, dejando 42 muertos y 500 heridos, algo bastante frecuente en oriente próximo. Hay grupos o sectas religiosas como los talibanes, los judíos ortodoxos, creacionistas que hacen del fanatismo su bandera o, al menos, una parte de sus integrantes. Desgraciadamente en todos los tiempos este fanatismo de unos pocos ha impregnado a las sociedades a través de la religión, la política o cualquier manifestación de las ideas sirviendo de excusa para doblegar a la masa y a aquellas personas críticas contra esos bárbaros de la razón. En definitiva quizá una excusa para doblegar al “otro” por no ser igual que nosotros. Aunque también las religiones han sido una buena excusa en sí para la colonización, el expolio u otros motivos espurios.
Por eso las religiones al igual que los fanatismos me producen un poco de rechazo ya que vuelven a algunos hombres seres irracionales.  Respeto mucho a las personas religiosas y a algunas religiones, que saben respetar y promulgan con el ejemplo. Hay muchas, como los jesuitas u otras órdenes que están en las misiones y que llevan años haciendo una labor impresionante e invisible, por encima de su propia religión en mucha ocasiones y que cuestan muchos menos que muchos proyectos de desarrollo y de una forma más eficiente: conocen la zona, a su gente y se van a quedar ahí para siempre.
Yo no soy ateo, aunque lo fui en un momento, cuando desde que muy chico me dieron un capón con seis años en el colegio, en clase de catecismo, por contestar de forma incorrecta a la pregunta de dónde veníamos, -yo dije de un hospital- y la correcta era del paraíso. No paré de llorar hasta que llegué a casa y le pregunté a mi madre por estas incoherencias y lavados de cerebro. En sexto de EGB, pude por fin, elegir ética, ¡qué gran elección! ¡Cuántas cosas aprendí! Tampoco soy agnóstico (me parece un poco triste no creer en nada). No soy ateo porque no creo en ese Dios cristiano fruto de una iglesia de la edad media. No le tengo mucho respeto, no por mis prejuicios, sino por ellos. Creo que no se hacen respetar mucho con sus comentarios y acciones. Tampoco creo en un dios antropomorfo o un ser inteligente que nos observa desde ahí arriba. Pero “creo”, que es lo que se dice cuando no sé está seguro de algo. Creo que existe algo más allá de la materia que nos trasciende. Ya está. Ahí queda dicho.
Siguiendo con el mundo convulso de las religiones acordémonos del famoso cómic que salió en  una revista sueca donde Alá era el protagonista y el mundo islámico se vio agitado por tal agravio. Quizá eso nos pilla más alejado de nuestra cultura pero aquí cada vez que se ha rodado alguna película donde Jesucristo es protagonista principal como en «La Última Tentación de Cristo» o secundario como la del «Código Da Vinci» la iglesia católica realiza sus más enérgicas protestas contra lo que no deja de ser una interpretación personal del director o autor del libro llevado a la pantalla. Tenemos el caso del párroco americano que pretendía quemar un Corán reivindicando no se sabe qué y ante el que tuvo que interceder el gobierno americano y el mundo occidental por miedo a una posible ola de atentados o ataques contra los ejércitos instalados en países islámicos.
 En otra línea diferente tenemos el budismo, ¿alguna vez hemos visto al Dalai Lama protestar porque en las tiendas comerciales se vendan multitud de figuras búdicas o se utilice el nombre de Buda para discotecas, teterías, peluquerías, restaurantes chinos, música chillout o tiendas? También ha habido episodios violentos, en alguna rama del budismo, pero han sido raras.
La iconografía budista, fruto de la moda, nos ha inundado (la verdad es que esta moda está pasando su punto álgido), más porque vende o ayuda a vender productos o servicios que porque los budistas hayan establecido una secreta estratagema de “budismación” del mundo. Si una tienda en un centro comercial llenara parte de sus espacios de iconografía cristiana seguramente estaría condenada al más estrepitoso fracaso por más creyentes que hubiera en la ciudad, ¡claro! Hasta que esté de moda.
Y en esto hay que reconocer que el budismo, fuera de todo fanatismo, es una filosofía tolerante y abierta, a la que la mayoría de sus simpatizantes la abraza por pura curiosidad antes los textos que nos hablan de la “claraluz”, el “dharma” o el famoso “karma”. Puede que este sea su secreto para llevar más de dos milenios y medio de existencia y una clara expansión: enseñar sus conocimientos filosóficos desde el amor al conocimiento y nunca desde la imposición de una verdad. Y esta es quizá una receta aplicable a una buena educación. Mejor enseñar despertando la curiosidad y el pensamiento crítico que imponiendo cualquier dogma por científico o metafísico que sea.

Javier Lima

1 comentario:

Jose Maria dijo...

Me parece que Javier ha expresado opiniones personales de una forma muy respetuosa y tolerante con las demás creencias (aunque las otras a veces sean intolerantes). Esto dice mucho de él y además muestra una coherencia estricta con lo que predica. Por lo poco que conozco a Javi y las conversaciones que he tenido con él, puedo decir que es una persona que practica los valores de la tolerancia, la compasión y el dejar ser a los demás. Por eso es un lujo tenerlo como amigo.