Las religiones han
provocado muchas muertes y lo siguen haciendo. Más santa que Jerusalén pocas, y
más sangre derramada en sus calles a lo largo de la historia imposible. Los
periódicos están repletos de muertes entre chiíes y suníes, entre cristianos e
islamistas. Hace unos días estallaban dos bombas en Beirut contra dos mezquitas
suníes, dejando 42 muertos y 500 heridos, algo bastante frecuente en oriente
próximo. Hay grupos o sectas religiosas como los talibanes, los judíos
ortodoxos, creacionistas que hacen del fanatismo su bandera o, al menos, una
parte de sus integrantes. Desgraciadamente en todos los tiempos este fanatismo
de unos pocos ha impregnado a las sociedades a través de la religión, la
política o cualquier manifestación de las ideas sirviendo de excusa para
doblegar a la masa y a aquellas personas críticas contra esos bárbaros de la
razón. En definitiva quizá una excusa para doblegar al “otro” por no ser igual
que nosotros. Aunque también las religiones han sido una buena excusa en sí para
la colonización, el expolio u otros motivos espurios.
Por eso las
religiones al igual que los fanatismos me producen un poco de rechazo ya que
vuelven a algunos hombres seres irracionales. Respeto mucho a las personas religiosas y a
algunas religiones, que saben respetar y promulgan con el ejemplo. Hay muchas,
como los jesuitas u otras órdenes que están en las misiones y que llevan años
haciendo una labor impresionante e invisible, por encima de su propia religión
en mucha ocasiones y que cuestan muchos menos que muchos proyectos de
desarrollo y de una forma más eficiente: conocen la zona, a su gente y se van a
quedar ahí para siempre.
Yo no soy ateo,
aunque lo fui en un momento, cuando desde que muy chico me dieron un capón con seis
años en el colegio, en clase de catecismo, por contestar de forma incorrecta a
la pregunta de dónde veníamos, -yo dije de un hospital- y la correcta era del
paraíso. No paré de llorar hasta que llegué a casa y le pregunté a mi madre por
estas incoherencias y lavados de cerebro. En sexto de EGB, pude por fin, elegir
ética, ¡qué gran elección! ¡Cuántas cosas aprendí! Tampoco soy agnóstico (me
parece un poco triste no creer en nada). No soy ateo porque no creo en ese Dios
cristiano fruto de una iglesia de la edad media. No le tengo mucho respeto, no
por mis prejuicios, sino por ellos. Creo que no se hacen respetar mucho con sus
comentarios y acciones. Tampoco creo en un dios antropomorfo o un ser
inteligente que nos observa desde ahí arriba. Pero “creo”, que es lo que se
dice cuando no sé está seguro de algo. Creo que existe algo más allá de la
materia que nos trasciende. Ya está. Ahí queda dicho.
Siguiendo con el
mundo convulso de las religiones acordémonos del famoso cómic que salió en una revista sueca donde Alá era el
protagonista y el mundo islámico se vio agitado por tal agravio. Quizá eso nos
pilla más alejado de nuestra cultura pero aquí cada vez que se ha rodado alguna
película donde Jesucristo es protagonista principal como en «La Última Tentación
de Cristo» o secundario como la del «Código Da Vinci» la iglesia católica
realiza sus más enérgicas protestas contra lo que no deja de ser una
interpretación personal del director o autor del libro llevado a la pantalla. Tenemos
el caso del párroco americano que pretendía quemar un Corán reivindicando no se
sabe qué y ante el que tuvo que interceder el gobierno americano y el mundo
occidental por miedo a una posible ola de atentados o ataques contra los
ejércitos instalados en países islámicos.
En otra línea
diferente tenemos el budismo, ¿alguna vez hemos visto al Dalai Lama protestar
porque en las tiendas comerciales se vendan multitud de figuras búdicas o se
utilice el nombre de Buda para discotecas, teterías, peluquerías, restaurantes
chinos, música chillout o tiendas? También ha habido episodios violentos, en
alguna rama del budismo, pero han sido raras.
La iconografía
budista, fruto de la moda, nos ha inundado (la verdad es que esta moda está
pasando su punto álgido), más porque vende o ayuda a vender productos o
servicios que porque los budistas hayan establecido una secreta estratagema de
“budismación” del mundo. Si una tienda en un centro comercial llenara parte de
sus espacios de iconografía cristiana seguramente estaría condenada al más estrepitoso
fracaso por más creyentes que hubiera en la ciudad, ¡claro! Hasta que esté de
moda.
Y en esto hay que
reconocer que el budismo, fuera de todo fanatismo, es una filosofía tolerante y
abierta, a la que la mayoría de sus simpatizantes la abraza por pura curiosidad
antes los textos que nos hablan de la “claraluz”, el “dharma” o el famoso
“karma”. Puede que este sea su secreto para llevar más de dos milenios y medio de
existencia y una clara expansión: enseñar sus conocimientos filosóficos desde
el amor al conocimiento y nunca desde la imposición de una verdad. Y esta es
quizá una receta aplicable a una buena educación. Mejor enseñar despertando la
curiosidad y el pensamiento crítico que imponiendo cualquier dogma por
científico o metafísico que sea.
Javier Lima
1 comentario:
Me parece que Javier ha expresado opiniones personales de una forma muy respetuosa y tolerante con las demás creencias (aunque las otras a veces sean intolerantes). Esto dice mucho de él y además muestra una coherencia estricta con lo que predica. Por lo poco que conozco a Javi y las conversaciones que he tenido con él, puedo decir que es una persona que practica los valores de la tolerancia, la compasión y el dejar ser a los demás. Por eso es un lujo tenerlo como amigo.
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