(Artículo publicado en el diario SUR el 6 de febrero de 2014)
No se si imaginaba Don Ramón del Valle Inclán
que tanto tiempo después su particular estilo literario iba a tener una rabiosa
actualidad en la vida y acciones de personajes del siglo XXI que, tal vez sin
conocer siquiera su obra, imitarían de forma abyecta a muchos de sus
personajes. El último, un abogado que recaló en Marbella por los años en que la
ciudad, sin saberlo, comenzó a transformarse en un nido de delincuentes. Capitaneaba el nido un
rubicundo promotor del que no supimos ver más que su charlatanería con aire
chistoso y una megalomanía arquitectónica muy en la línea del Mussolini ( con
quién por cierto tenía algún parecido físico) de los años del Fascio. Arropado
por él, surgió quien parecía su opuesto: un hombre de poca estatura, escaso
pelo y los modales altaneros de quien se sabe importante para el amo. Siempre
con grueso maletín, el señor Del Nido entraba y salía del Ayuntamiento con paso
firme, sin detener su preciado tiempo ni para un somero buenos días.
Por entonces, enriquecerse en los sótanos de
la administración era casi un deber entre quienes tenían acceso fácil a los
butrones del jefe, especialista en prevaricación. Y Del Nido fue un alumno
modelo que aprendió con sobresaliente la asignatura del robo.
Como todo lo que siguió lo conocen, vayamos
al día de hoy, en el que en una emisora nacional –Onda Cero- el mismo individuo
aparece con melíflua y casi silente voz, explicando al país la necesidad de su
indulto. Con tal grado de “arrepentimiento”y contrición que las lágrimas se las
suponía cualquier oyente. Casi se oían también las instrucciones de que “debía
dar pena” susurradas por su abogado.
Cuando los millones estafados a la ciudad de
Marbella están situados en su lugar idóneo, léase paraísos fiscales o similar,
y la justicia ha dictaminado su encarcelamiento, viene el abogado de voz
cambiante (¡qué actor puede haberse perdido nuestro teatro!) a pretender
enternecernos para evitar el trullo. Y apela además a sus colegas futbolísticos
para que le ayuden, debido a que después de esquilmar nuestro dinero se dedicó a ser
presidente de un club de fútbol andaluz.
Ni que decir tiene que la mayoría
firmó apoyando la concesión del indulto. Hoy por ti y mañana por mí, claro como
el agua, dentro del corrompido mundo de la pelota, donde si alguien se
atreviese a levantar alfombras el hedor sería tanto o más fétido que en algunos
ayuntamientos y partidos.
El escándalo se concreta en la utilización de
una popularidad que le llega a través del deporte del dinero y deviene en
tapadera a su vez de un hecho delictivo sancionado.
Un famoso no puede alegar
su fama como causa de perdón, y si en este caso al club sevillano se le ha
hecho un gran daño, imagino que habrá al menos algunas personas con la sensatez
suficiente para pensar en el sufrido por la ciudad a la que engañó vilmente
llevándose un dinero que dicha ciudad necesitaba para fines públicos.
Inflar facturas era, por desgracia un
ejercicio casi habitual, pero el citado demandante del indulto debe saber que si
una de sus aspiraciones era ser presidente del Sevilla, el camino para llegar
al cargo no era precisamente el saqueo, ya que las leyes no están solo para
estudiarlas y hacerse abogado sino para cumplirlas a rajatabla.
Y si sus homólogos en el cargo se sienten
conmovidos, se me ocurre que, junto a las firmas de quienes lo hayan hecho
acompañen cheques con el importe completo de la deuda, más intereses derivados
del retraso. Al fin y al cabo para ellos no debe representar gran dispendio,
dado el alto nivel de cifras que manejan y no siempre, por lo que tenemos
noticia, con la claridad necesaria.
En este episodio esperpéntico de robos, pena
y peticiones, los que sean más misericordiosos y amen el fútbol sobre todas las
cosas, deberían ir pensando que si le concedieran el indulto al señor Del Nido,
¿cual debería ser entonces la postura de los jueces ante los delincuentes limpios
de sangre o los presos de una cierta relevancia social?. ¡Presos fuera!, ya que ¿Y por qué yo no?
No deben valer las disculpas teatrales ante
un micrófono. Ni el alto poder mediático de balones que esconden estafas. A ver
si de una vez por todas la justicia es igual para todos y, además se cumple.
Ana María
Mata
Historiadora y novelista
2 comentarios:
Un texto cargado de sentido común, y lo mejor, y que condensa el mensaje que quieres transmitir, es el título: Esperpento.
Por eso hay cada vez más voces en España que reclaman el fin de esta competencia absurda de la que está abusando el gobierno: la concesión de indultos al tun tun.
Radiografias impecablemente lo que sucedio en aquellos años de dictadura gilista cuando el Sr. Del Nido entraba y salia de este, nuestro Ayuntamiento, de forma tan altanera y como cambio despues.....
Sobre la concesión del Indulto a este personaje, esta todo dicho, no merece la pena ni contemplarla por parte del Gobierno ya que no se dan una serie de requisitos....
Mi enhorabuena por el articulo.
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