Tendemos a evitar que la muerte
ocupe espacio en nuestra vida cotidiana, siendo como es lo único definitivo que
en realidad poseemos. Por eso, sin duda, yo creía que Vicente no iba a dejarnos
nunca. Me ha pillado desprevenida, lo confieso. Estaba tan acostumbrada a
nuestro rato diario de conversación en la Librería de mi hermano, tan habituada a sus comentarios
lúcidos y a veces jocosos de casi todo, a su sosegada voz, siempre ecuánime, a
su interés por cuanto podía pasarle a los amigos…que esos cinco días de
ausencia no fueron suficientes para hacerme creer que no volveríamos a vernos
más.
Foto Diario SUR |
Se fue ayer y ya lo echo de
menos. Hoy, cuando volvíamos mi marido y yo de su funeral en la Encarnación –su
iglesia, nuestra iglesia de siempre, donde él tanto ha colaborado– no he podido
mirar la silla vacía que, rodeada de libros, seguía esperándole. Las lágrimas
rodaron espontáneas, sintiendo junto a ellas la presencia frágil de Vicente
Ramón Ortega, Don Vicente para sus alumnos, su sonrisa auténtica, el conocido
maletín donde guardaba los periódicos y los libros, algún encargo de Maruja, un
cuento quizás para su nieta.
Me cuesta creer que se haya ido
definitivamente el hombre cuyo corazón le asustó infartándose hace años y logró
superarlo. Como superaba una y otra vez el Cintrón, dichoso medicamento que
hacía sangrar su nariz, para evitar coágulos. Me había acostumbrado a su paseo
diario hasta reunirnos en la
Librería , que era para él un segundo rincón familiar, una
parada durante años y años, obligatoria y deseada.
No tuve la suerte de ser su
alumna, pero a posteriori he aprendido mucho de él. Me gustaría imitar su templanza,
su rectitud moral, su profunda fe y religiosidad, su gran vocación pedagógica.
Desde aquí le agradezco sus enseñanzas.
Vicente había nacido en Melilla,
y llegó a Marbella desde Valencia, donde efectuaba estudios de Doctorado en
Química Orgánica. Era el año 1958, en octubre. Se incorporó al cuarto curso del
por entonces Instituto Laboral, sito en la anterior escuela de los Flechas
Navales. Fue nombrado director al año de llegar, y más tarde, cuando se
inauguró el que llamaron I.B Sierra Blanca, continuó allí su labor hasta la
jubilación, anticipada porque su corazón le exigía tranquilidad.
Volvió a Valencia para casarse
con su novia de siempre, Maruja, la mujer de su vida, la rubia más guapa de
allí, que quiso aceptarme, solía decir, entre risas y recuerdos de juventud.
Pero nunca más se fue de Marbella. Aprendió a conocer la ciudad desde sus
profundas raíces históricas, de las que tanto hablábamos, conocía sus
costumbres y conocía a su gente, porque tenía una curiosidad sana y fértil por
los demás. No era un cristiano solo de rito y rezos. Colaboró fuertemente en la
fundación de “Cáritas” de Marbella, y trabajó dentro de la organización, dando
clases para emigrantes y refugiados.
Recordaremos siempre la figura pequeña
de Vicente leyendo cada domingo la epístola desde el atril del altar mayor de la Encarnación. La
Iglesia tuvo en él un exponente de los buenos, de los que con su fe sin
alharacas, te invita a creer.
Fue el profesor de una
generación hoy canosa y metida en nietos, que esta mañana lloraban su pérdida
en el funeral. Les enseñó Química a algunos de ellos, pero sobre todo les
enseñó a ser buenas gentes. Periodistas, médicos, arquitectos y restauradores
de hoy, tuvieron en él a un hombre que supo vivir a fondo la transformación de
Marbella desde los tiempos de La
Jaula y el Salduba, pasando por Don Rodrigo, Banús, La Jet society y hasta Jesús Gil,
que, como él me decía…”de todo por lo visto tiene que haber en la viña del
Señor”.
Descansa en paz, Vicente. Nunca
el título de Hijo Adoptivo estuvo mejor concedido que cuando te lo dieron a ti.
Sabes que lo digo de verdad.
Echaré de menos nuestras
pequeñas tertulias. Miraré tu silla vacía y desde ella, te mandaré casi
diariamente un gran abrazo por tu sincera amistad.
Ana María
Mata
Historiadora y novelista
3 comentarios:
Preciosa y emotiva despedida, Ana.
Que gran hombre fue Vicente. Descanse en paz.
Como duele. No sabéis que bueno es. Si, hablo en presente porque no se ha ido, esta junto a todos en nuestro corazón.
Tu sobrino desde Madrid.
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