Navidad y Reyes suelen ser, para
algunos, el momento ideal para regalar libros. Al menos en estas ocasiones el
libro deja de ser un objeto en espera para convertirse en algo deseado y
deseante. Las librerías reviven, y por eso, ya que la que alegraba mi corazón
no puede revivir, permítanme por favor hablarles hoy de libros porque, de la
forma que sea, ellos me son imprescindibles. Y por primera vez escribiré que no
me refiero solo a los de papel, cuyo tacto, envoltura y páginas alegran la
vista desde el primer contacto, sino al interior, a lo que los libros
encierran, su contenido y espíritu. Si hay que sentirlos en una tableta, o
móvil, o cualesquiera de los artilugios que ahora los contienen, pues habré de
decir bienvenidos sean con tal de que la lectura siga produciéndose. Que
nuestra mente y nuestro corazón se impregnen de historias cuyos avatares nos
envuelvan consiguiendo que nos olvidemos de nuestra pequeñez para entrar en
mundos amplísimos. Leer es una forma de vivir otras vidas a las que nunca
tendríamos acceso por medios distintos.
Y para aquellos que lo sientan
así, ahí van dos o tres, todavía calentitos en mi retina, todavía pululando por
mi mente sus protagonistas, su ambiente y sus mensajes.
Para quienes gusten de la novela
policíaca, o negra, según el dictamen actual, el primer título, con cierto aire
de ironía, es “Mi querido asesino en serie”, novela que aconsejo por sus
maravillosos diálogos y su estructura original imbuido todo ello en un humor
cómico y dramático, como suele ser el sello de su autora la española Alicia
Gimenez- Bartlet.
Del mismo género, la australiana
Jane Harper nos concede en “Años de sequía” una intriga apabullante de las que
no puedes abandonar ni siquiera cuando hay que dormir. Editada por Salamandra
ha sido la revelación literaria del año. Galardonada con varios premios
importantes, el escenario excepcional y los giros inesperados te mantienen en
vilo impactante.
En otro estilo y género, la muy
famosa “Dientes Blancos” de Zadie Smitcht, igualmente muy premiada y traducida
a múltiples idiomas. La Smicht nos introduce en el mundo de la inmigración a
través de dos familias similares y opuestas a la vez. Sumergidos en el más puro
ambiente londinense recrea con gran habilidad la vida y detalles de aquellos
que logran situarse, pero no integrarse en él.
He dejado para el último lugar la novela de uno de los autores españoles más reconocidos dentro y fuera del
país: Javier Marías y su magnífica “Berta Isla”. Libro sin clasificación ni
género definido, es un “Marías en estado puro”, cuyos personajes le siguen allá
donde con sus digresiones les lleva el autor, preocupado del argumento, pero
todavía más del lenguaje que domina a la perfección. Con apariencia de libro de
espionaje, esto no es más que un recurso para crear límites y peripecias
indefinidas. No es un libro más de actualidad si se lee bien. Con recreación y
tal vez algo de calma.
Para quedar bien, podría decir
que algunos clásicos literalmente olvidados toman frescura con los años y
pueden sorprenderte como lector/a. Me ha pasado con Pio Baroja, y sus libros
“La Busca” o “El Árbol de la Ciencia”. O con Pérez Galdos y algunos de sus
Episodios Nacionales. Pero son
relecturas que empiezas casi obligada y acaban en satisfacción.
No concibo la Navidad sin
regalar y que me regalen algún libro. Cuando los efluvios del marketing
desaparecen, algunos presentes se volatilizan en el olvido, algún regalo puede
acabar en la basura.
Un libro, jamás. Su compañía es
más duradera, y sus placeres más sosegados, pero más interesantes.
A pesar de sus enemigos, sigo
manteniendo la esperanza de que la lectura, en el formato que sea, tenga límites
solo en la eternidad.
Feliz Año y
buenos Reyes.
Ana María Mata
(Historiadora y Novelistta)
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