Alberga mucho la
naturaleza humana de necesidad de reconocimiento, de saberse aceptado,
comprendido y a ser posible, admirado. Para conseguirlo vamos acumulando lo que
consideramos méritos, en un intento de alcanzar el deseado efecto adulatorio
general. Todo ello genera, en ocasiones un cúmulo de artificio del que quizás
no seamos verdaderamente conscientes, pero que puede acabar, en el peor de los
casos en rifirrafe innecesario.
Díganme si no la necesidad apremiante que
puede tener un licenciado en Derecho de poseer, además del título que lo avale
como tal, un sin fin de diplomas adicionales que lo acrediten en tantas
especialidades como asignaturas ha estudiado mientras cursaba la carrera en
cuestión. O títulos de Universidades paralelas dando fe de haber asistido, cual
alumno aventajado, a cursos iguales pero con nombres distintos de los que
ofrece su facultad primigenia.
Ganas de complicar,
o como diría un mal pensado de sacar dinero por parte de las entidades públicas
y privadas, en lugar de tratar de perfeccionar su funcionamiento en un justo
porcentaje de alumnado, profesorado y burocracia.
Lo último hasta el momento
ha quedado en el Máster cuasi obligatorio para poder presentar un curriculum
que merezca la pena. La moda americana del máster se impuso con fuerza hace
años como mala copia de los estudios de post-grado en universidades como Yale o
Berkeley, famosas por el elevado índice de Tesis doctorales laureadas.
En España la
“titulitis” es un fenómeno que nos retrata desde antiguo, como colofón del
viejo refrán que dice que la apariencia es el factor principal, mayor que lo
natural e incluso real. Nos sumamos al carro de las enmarcaciones de diplomas
como niños que coleccionan cromos, y
para verificarlo, recuerden una sala de espera de médico o abogado joven, donde
las paredes carecen con ellos del temido “horrore vacui”.
La avaricia de
títulos, colgados o apilados en cartera está terminando por romper el saco de
muchos de los apresurados estudiosos o compradores de los mismos, y como muestra el botón actual de lo ocurrido a la
presidenta de Madrid, es la demostración palpable de dicha avaricia.
¿Creen de verdad que
necesitaba la señora Cifuentes para gobernar mejor la comunidad un nuevo máster
que añadir a su colección de diplomas?
¿Es que con él tendría más claridad a la hora de emplearse a fondo en
dicha gobernación? ¿Cuál fue la intención de perseverar en su
afirmación de haber realizado el trabajo encomendado después de la negación de
profesoras de haberlas examinado? Absurdas respuestas a un igualmente absurdo
asunto del que era difícil salir sin consecuencias.
La aseveración
rotunda y un poco chulesca de la interesada tratando de hacer ver que el título
en cuestión le pertenecía y manteniéndose en sus trece cuando ya la evidencia
la condenaba, ha originado uno de los episodios más patéticos de los ocurridos
últimamente en cuanto a degradación política nacional. El partido que la ha
sustentado ha demostrado no poseer en absoluto altura de miras y se ha visto
involucrado por su ineficacia.
Que haya sido un todavía más rocambolesco tema
el detonante de la detención no altera la indignación popular por tan alto
grado de mentiras y tiempo perdido, apariciones televisivas y rollos de tinta
gastados en el tema, mientras cuestiones más acuciantes esperaban en la
comunidad de Madrid, y por desgracia, en el resto del país.
Seguimos siendo en
ocasiones el país de pandereta que confesara Machado y parece que de tanto en
cuando necesitamos fanfarria para sentirnos vivos y en alerta.
Nos vendría bien un máster en racionalidad.
Ana
María Mata
(Historiadora y Novelista)
2 comentarios:
¡Gracias Ana María por el artículo! Comparto todo lo que dices. Es una vergüenza que quienes nos representan políticamente estén demostrando su baja estatura moral tan presumible en alguien que debe representar a todos.
Habría que analizar el transfondo del master en cuestión y las diferentes varas de medir.Siendo un caso peor,el lendakari o expresidente del Gobierno Vasco,Patxi López, figuraba
como ingeniero cuando en realidad había cursado una asignatura de ingeniería.Saludos.Iñaki
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