No existe problema mayor en una
empresa u organización que el hecho de que aparezca un contrincante con medios
tan similares que acaben resultando una copia de la misma. El riesgo puede ser
tan grande que es necesario agudizar la imaginación hasta niveles en los que
las diferencias sean notorias y verdaderamente claras.
En Génova se han encontrado con
la necesidad de enfrentarse a lo que han llamado “rearme ideológico,” a través
del cual, la cúpula aspira a marcar
territorio contra Vox y de paso, sellar las fugas. Pero en las filas
conservadoras cohabitan las dudas sobre la estrategia a seguir.
El debate persiste sobre como
actuar ante la realidad de un nuevo competidor: dar la batalla por la derecha o
asentarse en el centro. La mayoría de los cargos afirman que la primera es la
apuesta de Casado. Así entienden que el discurso de éste se haya extremado en
materia de inmigración o frente al independentismo catalán, además de las
concesiones en el debate de género que llevaron al líder del partido popular a
hablar de “violencia doméstica” ante las reivindicaciones de Vox-
Desde luego, no hay unanimidad
dentro del partido. El riesgo que algunos advierten en poner el foco en la
derecha es que se les vayan los moderados a Ciudadanos, el tercer partido en discordia. Otros añaden que hay
peligro de que el P.P. acabe desdibujado, porque entre el original –dicen muchos-
y la copia, la gente tiende a elegir al primero.
En un momento de desorientación
política pueden solaparse o coincidir los programas y el electorado no ver
nítido donde está la verdadera esencia de sus creencias. En el Partido Popular
coexisten auténticos centristas que han sido fieles al mismo, más allá de los
cantos de sirena de Ciudadanos, pero también habitan ciudadanos cuya ideología
va más allá de las líneas, hasta el presente ligeramente moderadas, del
partido, que han soñado alguna vez con un ir más allá en posiciones, más
severas en su “derechismo” y que ven demasiado templadas las actuales. Estos
últimos han visto en las proclamas de Vox un ardor nuevo semejante al que en su
interior llevaban tiempo soñando.
En la convención que comienza el
viernes en Madrid, bajo el lema “España en libertad” debe discutirse todo eso. En este cónclave han
modificado su logo, ahora la gaviota forma un corazón con los colores de la
enseña nacional sobre el término “populares”.
El Partido Popular tiene ahora una
doble responsabilidad electoral. Seguir siendo conservador y de derechas sin
que asome sobre su logos y sus principios algunos de los ideales feroces y
rígidos de Vox, su alter ego contrincante.
Difícil tarea para un partido ya
clásico que de golpe ve alterada su monótona cantinela sobre la defensa de los
valores, la unidad de España, la Constitución y la firmeza, frente a un colega
que pregona idéntica canción pero en un tono muchísimo más alto.
Hay nervios en el partido de
Aznar, Rajoy y Casado. Su partido se define como el original pero le tiene miedo a la copia, porque
exaltados hay en todas partes y la novedad atrae a los dudosos.
Por el bien de todos sería
deseable que cada uno compita con limpieza dentro de su terreno. Bastante
liados estamos los votantes como para dudar antes de echar la papeleta.
Ana María Mata
(Historiadora y Novelista)
Ana María Mata
(Historiadora y Novelista)
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