Como estamos atacados por el virus de lo
electrónico y no somos nada si no conocemos Facebook, Twitter, los numerosos
tipos de IPad, las mil novecientas clases de nuevos móviles, las fotos
digitales y muchas cosas más que deben escapárseme (infinitas, supongo) hemos
de reconocer que lo importante hoy es lo virtual. La palabreja en cuestión
forma ya parte de nuestras vidas, y aunque si tuviese que definirla con
propiedad no sabría como hacerlo para que me entendiesen, lo único que se me
ocurre es decir que virtual es todo aquello que sin ser real puede acabar
siéndolo, o también aquello que
imaginamos o creamos mentalmente con la intención de que se haga, llegada la
ocasión, tangible.
Está claro que el vocablo pertenece a un
mundo igualmente virtual para mis entendederas de mujer realista y cartesiana.
Pero ustedes, estoy segura de que me entienden y hasta de que lo expresarían
mejor que servidora.
Fotofrafía de Beatriz Morán |
La verdad es que de lo que quería escribir
hoy es de lo moderno a rabiar que se está volviendo el municipio al que
pertenecemos, así como las promotoras encargadas de sus servicios y los
respectivos concejales dedicados a calles, sea cual sea el nombre que su
concejalía adopte. Lo digo en relación con lo arriba escrito, es decir, con lo
virtual. Desconocía que pudiesen llevar a la práctica algo -como he intentado
expresar antes- tan complejo y sutil que más bien parece corresponder al mundo
inverosímil pero extraordinario del fallecido hace poco Ray Bradbury. Pero ya
ven, sorpresas que da la vida, no hace falta introducirse en las páginas de
cualquier libro suyo para entenderlo, solo hace falta dar un paseo por un lugar
cercano, una calle durante bastante tiempo cerrada al paseante y ahora abierta
con todos los honores de modernidad.
Algunos saben que me refiero a la calle Padre Joaquin Belon, perpendicular a Ricardo Soriano y en la que existe, si no me
equivoco un Bingo bastante conocido.
Pues bien, la re-inauguración de la misma
tuvo lugar hace unas semanas, a bombo y platillo, como todo lo que los
Ayuntamiento hacen, y como merece la nueva calle, a medio camino entre un amago
de pequeño boulevard y la calle de siempre. Asfaltado nuevo, bancos para el
descanso, flores, y ¡atención! unas farolas que esa tarde relucían como el sol
y de noche paliaban la oscuridad.
Bonita, si señor, la vi y me gustó, incluso
pensé que el cerrado anterior había merecido la pena por esta nueva versión de
una calle muy concurrida. Se podía aplaudir.
Miren por donde tengo la costumbre de leer
diariamente y temprano uno o dos periódicos, costumbre que, dado el panorama,
intento desterrar pero no lo he conseguido aún. En un cierto momento aparece una
foto de la calle de mi aplauso a la que noté rara. Puestas las correspondientes
gafas, leo. Y aunque no daba crédito a lo que leía, me fijé para asegurarme. La
misma calle, Antonio Belón, idéntico asfaltado, los bancos para el descanso,
las flores, y…en el lugar de las farolas unas losetas recién colocadas, tapando
el hueco que dichas farolas habían ocupado el día de la inauguración. Tal
como suena y como imagino habrá observado cualquiera que pase por allí.
Indignación aparte, y aunque parezca cuando
menos burlesco de cara al pueblo en general, las farolas desaparecieron por
arte de magia o más bien por obra del encargado de hacerlas desaparecer
cumplida su misión de ser fotografiadas.
No quiero ser mal intencionada. Ustedes
tampoco deben serlo. Seamos modernos hasta la médula. Eran virtuales y eso lo justifica todo.
Ana
María Mata
Historiadora y novelista
1 comentario:
Las farolas reaparecen en la calle Padre Belón
http://www.diariosur.es/v/20120618/marbella/farolas-reaparecen-calle-padre-20120618.html
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