Hará ya un par de años, un
compañero de la asociación “Marbella ByCivic Movilidad Sostenible” nos contó en
una reunión de ciclistas su intención de realizar un viaje a Irlanda para
recorrer su costa norte en bicicleta en busca de la historia de un posible
antepasado. La verdad es que el tema nos llamó la atención, pero no lográbamos
entender la participación que este antepasado suyo pudo tener en la historia naval española.
Efectivamente, nuestro amigo Paco
Portero Cuellar, todo un ciclista de primera categoría y policía local de
nuestra ciudad, se embarcó con dos compañeros de aventuras más y sus bicicletas
rumbo a tierras irlandesas para realizar el “Malin to Mizen” en busca de las
andanzas que realizó un antiguo naufrago de la mal llamada “Armada Invencible”,
que tras numerosas aventuras y peripecias, dignas de una película de Hollywood
sobre James Bond, se acabaría convirtiendo en toda una leyenda en tierras
irlandesas, si bien en su España natal, y aún hoy en día, resulta un completo
desconocido. Nos referimos al capitán de la Armada española D. Francisco de
Cuellar.
Francisco de Cuellar era el
comandante del galeón San Pedro, del escuadrón de Levante de la Flota española
que envió el rey Felipe II en 1588 para luchar contra la Inglaterra de Isabel
I. La idea era apoyar la rebelión de los
irlandeses contra los dominadores ingleses y quitar la monarquía protestante de
los Estuardo que tanto daño estaba haciendo, con el mecenazgo a la piratería con
Frances Drake a la cabeza, al comercio atlántico español entre Las Indias y la
metrópolis, así como a las posesiones ultramarinas de la corona de los Austrias
españoles.
Sin embargo la Armada española, tras
el combate de Las Gravelinas, tuvo que correr en la mar un furioso temporal que
diezmó la Flota, al hacerla naufragar en buena parte en las costas de
Irlanda. A partir de este momento
empieza la aventura del Capitán Francisco de Cuellar, que tuvo que luchar por
su supervivencia en un entorno enemigo y hostil, ya que los irlandeses, por
miedo a las represalias de la reina inglesa, mataron a todos los náufragos
españoles que caían en sus manos.
Y es que, en cierto modo, los
españoles en la playa fueron un regalo para los pobres irlandeses, por lo que
antes de darles caza como salvajes para matarlos (no había prisioneros) robaban,
maltrataban, desnudaban y le hacían auténticas perrerías a nuestros
compatriotas (nada que ver con nuestro hospitalario comportamiento con los náufragos
británicos tras la batalla de Trafalgar en 1805).
Con este entorno en mente,
nuestro protagonista se pasó siete meses huyendo de sus captores en Irlanda, escapándose
de la muerte en varias ocasiones mientras encontraba restos de otros españoles
ahorcados y maltratados por los británicos por todas partes, malviviendo como
podía y escondiéndose de sus perseguidores en los bosques y edificios
abandonados de la región. En un momento dado se hizo pasar por brujo druida que
leía el futuro a las gentes de los pueblos de la región a cambio de alimentos o
enseres, lo que supuso una buena dosis de audacia y sangre fría. Cuando se
encuentra en mejor forma encuentra a un noble que se resiste al dominio inglés
y se pone a su servicio defendiendo el castillo de Mac Clancy contra fuerzas
inglesas muy superiores a las que vence, por lo que el noble irlandés le llega
a ofrecer incluso la mano de su propia hija como recompensa, cosa que nuestro
intrépido marino rechaza con amabilidad.
Más tarde tiene la suerte de
ponerse en contacto con el obispo católico de Dearry, que le lleva hasta la
amistosa Escocia, y desde allí consigue, gracias al duque de Parma, embarcar
hasta los territorios españoles en los Paises Bajos, si bien aquí los
holandeses también atacaron su barco para tratar de hundirlo.
Ya a salvo en tierra firme, le
escribe al rey Felipe II una carta relatándole sus aventuras en tierras
irlandesas, lo que le valió el reconocimiento real. Esta carta permaneció luego
olvidada hasta que en 1984 el marino Fernández Duro la recupera del archivo de
la Academia de la Historia y la da a conocer en un texto de tipo científico que
en España no tuvo mucha repercusión. Sin embargo en Irlanda pronto se convirtió
en objeto de interés y actualmente, quizás a modo de desagravio histórico,
están tratando de recuperar el paso del marino Francisco de Cuellar por
Irlanda.
A nuestro protagonista se le
pierde finalmente el rastro en Madrid, cuando en 1606 espera nuevo destino para
volver a servir a España en la mar.
D. Francisco de Cuellar |
Merece la pena destacar que el
aventurero vasco Mikel Silvestre fue también a Irlanda el año pasado para
investigar sobre las peripecias del capitán Francisco de Cuellar tras el
naufragio de su nave, tratando de recuperar su figura para la historia de
nuestro país en un libro dedicado al desastre de la Armada Invencible y la
suerte corrida por sus náufragos en una costa que no debería de haber sido
enemiga y que no hizo honor a la leyenda romántica de los “Black Irish”
descendientes de los náufragos españoles, porque en manos irlandesas
sobrevivieron muy pocos compatriotas, siendo Francisco de Cuellar uno de ellos.
Y nosotros nos preguntamos, ¿Cómo
recibieron a Paco Portero Cuellar los actuales
irlandeses que siglos antes trataron de matar a su intrépido antepasado?
Suponemos que muy mal no lo pasaría cuando está pensando en volver a Irlanda
con su bicicleta para volver a recorrer en bici el mismo suelo que hizo famoso
a su ancestro en 1588.
Juan Cristóbal Ortiz Parra
Miembro del Foro Naval
2 comentarios:
Fenomenal narración. Juan Cristóbal siempre nos sorprende con su particular labor de investigación y toma de datos de personajes poco conocidos pero que forman parte de la historia.
Toda una suerte poder contar con este enamorado de la historia naval de nuestro país.
Gracias.
Buenas!
Lo primero disculparme, no recuerdo haber leído esta entrada del blog. Me ha encantado.
Pues ha Francisco P. Cuéllar, o sea yo, en Irlanda lo recibieron con gran curiosidad. En algunos lugares de sabían que pasaríamos por allí y tenían curiosidad por conocer a ese posible familiar. En uno de los B&B que nos alojamos, muy cerca de la playa de Fco. de Cuéllar, llegaron a quedarse con copia de mi DNI con la intención de colocarla entre los efectos de un pequeño museo.
Ganas de volver, muy recomendable visitar Irlanda en bicicleta.
GRACIAS.
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