Cuando llegamos a la cita, Mamelete ya
nos estaba esperando. Ya no cabía marcha atrás ni excusas que dar. Ni el
sofocante calor que haría, ni la angustiosa sed que nos esperaba, ni
el sudor que nos incomodaría, ni el madrugón que se nos impuso para
iniciar la ascensión con la fresca y así poder volver al baile del Casino por la tarde, después de darnos un baño en la playa y tomar unas
cervezas y un aperitivo de gambas en el Miramar, mientras contábamos la
aventura con las exageraciones de rigor a las niñas de la padilla.
Ninguno de los cuatro habíamos estado anteriormente en la sierra.
Admiramos la majestuosidad de La Concha, el humilde Lastonar y el pico
de Juanar en el que se había levantado años atrás, una cruz de hierro en
cumplimiento de una promesa hecha por pescadores con ocasión de un
naufragio del que salieron con vida. Era una tradición en la ciudad
subir a verla cada primero de mayo. Los que lo hacían hablaban
del maravilloso espectáculo que se dominaba desde lo alto. África y el
peñón de Gibraltar en el horizonte; la linea de la costa desde el faro
de Calaburras hasta la Linea de la Concepción; cerros y montes que se
perdían en la agreste cara norte. Se comentaba que era tanta la devoción
por la cruz que además de encender a su pie una vela y rezar una
oración, se dieron casos de devotos marengos que hacían la ascensión con
los pies descalzos.
El guarda de la sierra había comentado a
Mamelete que la cruz se encontraba caída y que al parecer no contaba
con la ayuda necesaria para volver a levantarla. Sabía de lo complicado
que resultaría hacerlo.
No tardó demasiado en encontrar la
solución. En el Casino se cerró el trato. Acompañaríamos a Manuel Lima
(Mamelete): Rafael Cantalejos, Paco Valderrama, Alfredo Palma y Arturo
Reque. Entre los cinco conseguimos levantar la pesada cruz y calzarla
como buenamente pudimos. Hoy día se encuentra segura y sin peligro de
volver a derrumbarse.
De las muchas veces que he subido a la
sierra por diversas rutas, continúo guardando estas viejas fotografías
como oro en paño en recuerdo de aquella primera ascensión. Mamelete y
Paco nos dejaron; Rafael ingresó en la ordendominica. Alfredo Palma y
yo continuamos en la brecha.
Arturo Reque Cereijo
8 comentarios:
Vaya suegro más cojonudo, enrique sánchez
Historias varias veces escuchadas que se agradece hacer extensivas a los demás. Anécdotas que no se olvidan, amigos de juventud, momentos compartidos sacados del baúl de los recuerdos.
Gracias. ¿Cuál es la próxima?
Arturo
Unos presumen de suegro y otros de padre. Conclusión: orgullo familiar y a mucha honra. Esperamos la siguiente entrega...
Ana P.
Hola. Soy el hijo de Juan Manuel Lima (mamelete). Sólo quería darte las gracias por el recuerdo a mi padre, que nos dejo en el año 1979.
Un saludo, Pedro Pablo Lima
Hola Arturo. Soy Nano del Campo. Me ha encantado tu historia y te doy las gracias por haberla contado. No se si te acuerdas de cuando subimos Mamelete, tú, yo (y creo que alguien más)a La Concha, poco tiempo después.
Un abrazo, Nano
Hola Nano.!Que sorpresa saber que viste mi pequeño reportaje. Recuerdo perfectamente cuando volvimos a subir a la Concha por los sitios mas complcados. Estuvimos a la entrada de unas viejas galerias llenas de murcielagos y acabamos medio muertos el Barranco del lobo. Fue una pequeña aventura que como las cosas de la juventud, no se olvidan nunca. Me enamorè de Marbella y aqui me quede y de aqui saldre para el ultimo viaje cuando llegue. Me alegra haberte vuelto a encontrar epistolarmente.
Un abrazo.
Arturo
abrazo.
Que bonito!
Buenas soy hija de Pepe Valderrama. No Paco!
Bonitas fotografías.❤️
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