30 de septiembre de 2013

ENTRE DAMAS ANDA EL JUEGO

(Artículo publicado en el periódico Tribuna Express el 26 de septiembre de 2013)

Andaba pensando que si Clara Campoamor, Victoria Kent o alguna de las muchas mujeres que lucharon a brazo partido por la situación femenina en la sociedad española levantaran la cabeza, sonreirían con agrado y volverían a su tumba con la satisfacción del deber cumplido. Es más, desde la obtención del voto a la toma del poder, había una distancia que posiblemente ninguna de las dos imaginó  que llegaría a ser superada y se transformaría en una realidad bien cimentada hoy.
Tres damas llevan sobre sus espaldas en el momento presente el destino de Andalucía. La casualidad de que las tres sean jóvenes, inteligentes y guapas no es más que un aderezo añadido al hecho en sí, que es el que nos debe importar.
Empezaré por la que tal vez tiene en sus manos el conflicto más serio y voceado por los medios de comunicación: el llamado caso de los ERE.  Mercedes Alaya es la jueza que instruye, con bastante parsimonia, por cierto, uno de los asuntos más feos en el que la Junta de Andalucía está involucrada. De los  muchos adjetivos que desde el comienzo de la investigación le han adjudicado, me llama la atención uno con el que no sé si reírme o llorar. Mujer  impenetrable, demasiado elegante y con “frío rostro de porcelana”. Imagino que ninguno de ellos le impedirá llegar hasta el fondo de la cuestión con rigurosidad y caiga quien caiga. Andalucía no está para bromas sobre el vestido o el peinado de la señora Alaya, más bien deberíamos pedir que su aparente frialdad signifique rigor y exactitud en su obligación de juzgar. Le ha tocado, como se dice ahora, un buen marrón, porque una corrupción de ese calibre no puede ni encubrirse con aforamientos ni quedar como corruptela sin importancia. Le deseo suerte.
La segunda dama, recién llegada al poder y a los medios, es la nueva presidenta del Gobierno Andaluz, Susana Díaz. Encumbrada  de golpe y porrazo por algunos líderes de su partido, no sé si bajo su sonrisa amplia y desmesurada esconde  temor o un poco de desconocimiento de la responsabilidad que le espera.
No es precisamente la tierra andaluza hoy un camino de rosas o un Jauja de cuento. Son tantos los problemas que le irán llegando que al primero de ellos ya parece que respondió con una huída más o menos protocolaria, la audiencia del Rey. Ausente en la toma de posesión de su antecesor como Senador, no podrá hacer lo mismo en cada uno de  los variadísimos y difíciles asuntos que tiene por delante. Concretamente a Marbella lo que le importa son algunos problemas ya antiguos, pero en los que debe mostrar su eficacia y su imparcialidad. Conocerá sin duda el del Hospital Costa del Sol, cuya paralización por parte de la Junta es una afrenta que sufrimos todos, votantes de uno u otro partido que deberían saber –los dos- que el ciudadano no acepta que jueguen con su salud como arma arrojadiza.  Sobre el de la deuda del municipio, habrá que recordarle que Griñán no aceptó una reducción en el pago de la misma en idénticas condiciones que la hecha por el gobierno central.
En relación con la Educación, la nueva presidenta debe saber el largo tiempo de espera que llevamos para conseguir arreglar el conflicto del Albergue de Africa y el colegio que necesita ampliación urgente, unido a los vergonzosos barracones que todavía albergan niños en espera de escuela , por mucho que hayan publicitado el único nuevo colegio construido, Vargas Llosa, como si con él los “sin techo” se dieran por solucionados.
Lo cierto es que las relaciones entre Ayuntamiento de Marbella y Junta de Andalucía no han sido todo lo correctas y buenas que debían serlo, amparadas las de los presidentes de la Autonomía en los añosos tiempos del señor Gil, que si para algo sirvió de verdad, fue para que La Junta lo utilizase de justificante y volviese la espalda a la ciudad –perdonen el chauvinismo- más importante de su territorio.
La tercera Dama, es como habrán adivinado, Angeles Muñoz, actual alcaldesa de Marbella. Política nata, a veces da la impresión de que nació ya con el bastón de mando en sus manos para cualquier estadio que fuese requerida. No es el lugar ni el momento de opinar personalmente sobre una mujer que ha conseguido colocar de nuevo la ciudad en los cauces democráticos, y ya que parece poseer el don de la ubicuidad, esperamos que consiga igualmente llevar a cabo la mayor parte de sus proyectos. Ojalá que la relación con su colega Susana Díaz no sea de enfrentamiento sino de eficacia por ambas partes. Tal vez  algún día ( por muy lejano que hoy parezca) políticos de todos los colores se den verdadera cuenta de que los votantes no lo hacemos para asistir de continuo a partidas de ping-pon verbales entre ellos, sino para que vayan resolviendo los problemas acuciantes de nuestra vida cotidiana.  Sean varones, o como en el artículo de hoy, féminas.
Ana  María  Mata
Historiadora y novelista

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