Andaba pensando que si Clara Campoamor,
Victoria Kent o alguna de las muchas mujeres que lucharon a brazo partido por la
situación femenina en la sociedad española levantaran la cabeza, sonreirían con
agrado y volverían a su tumba con la satisfacción del deber cumplido. Es más,
desde la obtención del voto a la toma del poder, había una distancia que
posiblemente ninguna de las dos imaginó
que llegaría a ser superada y se transformaría en una realidad bien
cimentada hoy.
Tres damas llevan sobre sus espaldas en el
momento presente el destino de Andalucía. La casualidad de que las tres sean
jóvenes, inteligentes y guapas no es más que un aderezo añadido al hecho en sí,
que es el que nos debe importar.
Empezaré por la que tal vez tiene en sus
manos el conflicto más serio y voceado por los medios de comunicación: el
llamado caso de los ERE. Mercedes Alaya
es la jueza que instruye, con bastante parsimonia, por cierto, uno de los
asuntos más feos en el que la
Junta de Andalucía está involucrada. De los muchos adjetivos que desde el comienzo de la
investigación le han adjudicado, me llama la atención uno con el que no sé si
reírme o llorar. Mujer impenetrable,
demasiado elegante y con “frío rostro de porcelana”. Imagino que ninguno de
ellos le impedirá llegar hasta el fondo de la cuestión con rigurosidad y caiga
quien caiga. Andalucía no está para bromas sobre el vestido o el peinado de la
señora Alaya, más bien deberíamos pedir que su aparente frialdad signifique
rigor y exactitud en su obligación de juzgar. Le ha tocado, como se dice ahora,
un buen marrón, porque una corrupción de ese calibre no puede ni encubrirse con
aforamientos ni quedar como corruptela sin importancia. Le deseo suerte.
La segunda dama, recién llegada al poder y a
los medios, es la nueva presidenta del Gobierno Andaluz, Susana Díaz.
Encumbrada de golpe y porrazo por
algunos líderes de su partido, no sé si bajo su sonrisa amplia y desmesurada
esconde temor o un poco de
desconocimiento de la responsabilidad que le espera.
No es precisamente la tierra andaluza hoy un
camino de rosas o un Jauja de cuento. Son tantos los problemas que le irán
llegando que al primero de ellos ya parece que respondió con una huída más o
menos protocolaria, la audiencia del Rey. Ausente en la toma de posesión de su
antecesor como Senador, no podrá hacer lo mismo en cada uno de los variadísimos y difíciles asuntos que tiene
por delante. Concretamente a Marbella lo que le importa son algunos problemas
ya antiguos, pero en los que debe mostrar su eficacia y su imparcialidad.
Conocerá sin duda el del Hospital Costa del Sol, cuya paralización por parte de
la Junta es una
afrenta que sufrimos todos, votantes de uno u otro partido que deberían saber
–los dos- que el ciudadano no acepta que jueguen con su salud como arma
arrojadiza. Sobre el de la deuda del
municipio, habrá que recordarle que Griñán no aceptó una reducción en el pago
de la misma en idénticas condiciones que la hecha por el gobierno central.
En relación con la Educación, la nueva
presidenta debe saber el largo tiempo de espera que llevamos para conseguir
arreglar el conflicto del Albergue de Africa y el colegio que necesita ampliación
urgente, unido a los vergonzosos barracones que todavía albergan niños en
espera de escuela , por mucho que hayan publicitado el único nuevo colegio
construido, Vargas Llosa, como si con él los “sin techo” se dieran por
solucionados.
Lo cierto es que las relaciones entre
Ayuntamiento de Marbella y Junta de Andalucía no han sido todo lo correctas y
buenas que debían serlo, amparadas las de los presidentes de la Autonomía en los añosos
tiempos del señor Gil, que si para algo sirvió de verdad, fue para que La Junta lo utilizase de
justificante y volviese la espalda a la ciudad –perdonen el chauvinismo- más
importante de su territorio.
La tercera Dama, es como habrán adivinado,
Angeles Muñoz, actual alcaldesa de Marbella. Política nata, a veces da la impresión
de que nació ya con el bastón de mando en sus manos para cualquier estadio que
fuese requerida. No es el lugar ni el momento de opinar personalmente sobre una
mujer que ha conseguido colocar de nuevo la ciudad en los cauces democráticos,
y ya que parece poseer el don de la ubicuidad, esperamos que consiga igualmente
llevar a cabo la mayor parte de sus proyectos. Ojalá que la relación con su
colega Susana Díaz no sea de enfrentamiento sino de eficacia por ambas partes.
Tal vez algún día ( por muy lejano que
hoy parezca) políticos de todos los colores se den verdadera cuenta de que los
votantes no lo hacemos para asistir de continuo a partidas de ping-pon verbales
entre ellos, sino para que vayan resolviendo los problemas acuciantes de
nuestra vida cotidiana. Sean varones, o
como en el artículo de hoy, féminas.
Ana María Mata
Historiadora y novelista
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