Oí decir un día a un profesor de la Universidad que España
es tácitamente un país de envidias o de olvidos. En pocos lugares como el
nuestro, decía, cuesta tanto aceptar y alegrarse de triunfos ajenos, como,
igualmente es tan fácil olvidarlos. Somos plañideras por propia decisión y
nuestro mejor papel lo realizamos cuando debemos sentir y hasta llorar la desgracia
del prójimo.
Acaba de cumplirse el centenario del
fallecimiento de Francisco Giner de los Ríos, el pedagogo y docente al que
Unamuno consideró como “el Sócrates español”, un intelectual que revolucionó la
pedagogía en España entre finales del siglo XIX y comienzos del XX. Considerado
como el personaje clave para entender el tránsito hacia la modernidad de la
sociedad española, su enorme figura no es demasiado conocida en parte por lo
dicho al principio, además de por su
gusto en permanecer en la penumbra.
Quizás las dos cosas hayan contagiado a la mal
llamada élite intelectual del momento para no dar excesivo reconocimiento a la
efeméride que debía trascender hasta alcanzar todo el panorama cultural del
país.
En el momento actual, cuando la educación aparece
más cuestionada que nunca debido a los planes políticos y al afán de cambios a
la ligera, convendría profundizar en las
huellas dejadas por quienes elevaron la educación al podium de excelencias
internacionales que solo la estupidez de los años franquistas anuló, en su afán
de sajar la libertad al modo que fuera.
Nació Giner de los Ríos en Ronda (1839-1915)
y habría de ser el hito esencial en su trayectoria humanística la creación en
1876 de la Institución
Libre de Enseñanza. Ante la decisión del gobierno de Cánovas
de apartarlo a él y varios compañeros de sus cátedras por su defensa del
laicismo en la educación, Giner de los Ríos y Alberto Jiménez Fraud, también
malagueño, junto a Gumersindo Azcárate y Nicolás Salmerón, se lanzaron a la
aventura de reformar desde los cimientos el edificio educativo español.
Su labor consistía en introducir en España el
europeísmo de la filosofía liberal, del laicismo y la pedagogía moderna, a través de la aplicación práctica del pensador
alemán Karl Friedrich Krause, que basaba
la pedagogía en la libertad y la participación del individuo. Giner, como antes
Kraus, defendían que la educación no debía preocuparse por la acumulación de
saberes, sino por la formación integral. Tan importante como el intelecto era
la educación de los sentidos, la ética o la formación moral. Para ellos, la
clase debía ser un taller, no una jaula.
La cantidad de intelectuales y artistas que
participaron en aquellas experiencias docentes forma parte de la historia del
arte, de la ciencia y del pensamiento en los primeros compases del siglo XX en
España. Leopoldo Alas “Clarín”, José Ortega y Gasset, Antonio Machado, Santiago
Ramón y Cajal, Joaquín Sorolla o Severo Ochoa y buena parte de la Generación del 27
participaron directamente del ideario de la Institución.
La
Institución
Libre de
Enseñanza tuvo tan alto eco que entre sus colaboradores estuvieron personajes
como Bertran Russell, Leon Tostoi, el poeta Tagore y Charles Darwin. En 1923
Albert Einstein dio una conferencia en su Aula Magna.
Cesó sus funciones educativa por causa de la Guerra Civil, y los vencedores, además de confiscar sus
bienes obligaron a la mayoría de docentes a partir para el exilio por temor a
una persecución que se llevó a cabo aunque más o menos solapada.
En 1978 se inició el proceso legal de recuperación del legado, que fue
traspasado a partir de entonces a la recién creada Fundación Libre de
Enseñanza.
El rondeño Francisco Giner de los Ríos fue un
adelantado a su tiempo, hombre sin aspiraciones ególatras con espíritu europeo
y universal. Quienes tuvieron la suerte de conocerle a él y a su metodología
afirmaban que su sabiduría fue decisiva para la renovación de la Universidad y la
escuela, cuyo espíritu se alzaba más allá de la pequeñez de su tiempo
intentando comprender culturas, religiones y costumbres diversas en un afán de
huir de fanatismos perniciosos e inútiles.
Nos haría tanta falta hoy un hombre como él,
que al menos tengamos su recuerdo presente. Aquí, donde la educación parece
reducirse únicamente a un problema político.
Historiadora y novelista
3 comentarios:
Gracias Ana María por traernos a la actualidad la figura de este malagueño adelantado a su época y me atrevería a decir que a la nuestra también. Harían falta muchos como él y menos de los que tenemos hoy que no entienden que el saber debe ser integral, incluido las humanidades o la enseñanza musical que en países como Suiza la han incluido en la constitución. Desafortudamente son otros lugares y otras mentalidades.
Curiosamente salía ayer una noticia que decía que los jesuitas de Cataluña van a trabajar por proyectos en los colegios eliminando las asignaturas, exámenes, horarios aumentando la ratio de profesores. Y ya se sabe que si de algo pueden presumir los jesuitas es de ser gente muy bien formada y, por lo que se ve, comparten la sabiduría de Giner de los Ríos, al entender que la educación es el pilar más importante de una comunidad humana.
Javi, me alegra que te interese la figura de Giner de los Ríos, porque la verdad es que es bastante desconocido, por desgracia. Fíjate las cosas que propugnaba a primeros del siglo XX y como estamos ahora de mal en calidad educativa, a pesar de los avances en tecnología.
Gracias por tu comentario. Un abrazo, Ana maria
La mayoria de los males wue asolan edte mundo son problemas de educacion. Sin duda cada vez que alguien trata de poner algo en el buen camino, salen cientos para torcerlo todo. ¡Una pena!
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