12 de diciembre de 2015

JOSÉ LÓPEZ DOMÍNGUEZ

                                                    (Historia  de  un  libro)
 Hace unos días se presentó en Marbella la biografía de uno de sus hijos más ilustres: “José López Domínguez. De Marbella a la Presidencia del Gobierno”.  Un libro de gran contenido histórico que analiza y relata no solo la vida de López Domínguez sino a través de ella las vicisitudes y grandes complejidades del siglo XIX, un tiempo enormemente convulso en política para el territorio español.
Nuestro hombre, de arraigada familia marbellera llegó a alcanzar los más altos puestos que desear pudiera un militar como él, unido a un gran protagonismo en la vida política, en la que destacó sobremanera hasta ser nombrado Presidente del Gobierno de la Nación.
Por desgracia, durante mucho tiempo su nombre ha sido únicamente conocido por titular la antiguamente llamada Carretera de Circunvalación, hoy Avenida General López Domínguez. Pocos de los que circulan por ella conocen la identidad del citado General y cuales fueron sus méritos y su historia. Pero dos encomiables historiadores decidieron un día paliar esa ignorancia y dedicaron su tiempo a investigar tozudamente hasta conseguir la obra a la que me refiero y en la que exhaustivamente se explica la relevancia y los hechos de este nativo singular.
Uno de ellos es malagueño aunque con raíces en Marbella, y fue el destinado a presentar el libro: Antonio Romero Domínguez, ingeniero industrial pero historiador por vocación, tiene un amplio elenco de libros en esta línea, entre los que destaco “Los Domínguez en Marbella en el siglo XIX” , “El Cabildo de Marbella en el siglo XVII” y “El Cortijo de Miraflores, los moradores en su historia”.
Creo que fue la ausencia obligada en la presentación del otro historiador lo que me ha llevado a acercarme hoy al ordenador, no para escribir sobre el protagonista arriba mencionado del libro, sino sobre quien debería haber estado allí y no estaba.  Se que algunos imaginan ya que me refiero a Francisco Cantos Moyano, a Paco, el médico, el historiador, el novelista y el amigo.
Lo hago porque esta humilde escritora se honra todavía con una amistad grande, leal y fructífera que solo la muerte arrebató. Y me parece de justicia que desde esta pequeña tribuna se homenajee al hombre que tenía la historia completa de Marbella en su cabeza y su corazón y de haber tenido más suerte y larga vida, nos habría dejado testimonio de ello en muy variadas formas.
También porque en el inicio de su búsqueda investigadora le acompañé como tantas veces en otros trabajos literarios. Y me apetece contar, por debajo del gran trabajo realizado, pequeñas anécdotas humanas que indican su carácter de hombre afable. Contar, por ejemplo, como una rata del tamaño de un conejo se cruzó entre legajos del XIX y objetos en desuso una de las veces que trasteábamos para encontrar documentación. Y la carrera veloz que ambos emprendimos abandonando cartas y papeles mientras el miedo nos tomaba por asalto, para volver después con vergüenza de adultos a intentar recoger lo perdido. La carcajada de Paco. El temblor de nuestros pasos al volver. La lucha entre marcharnos o vencer el canguelo al roedor…Y en idéntica línea, el día en que al tocar el timbre de Carmen Chinchilla (de la que esperábamos documentación sobre dos familiares suyos) una hilera de perros saltó sobre nosotros al mismo tiempo que se abría la puerta de la casa. Pasos hacia atrás de Paco, velozmente. Grito de servidora que molestó a Carmen y nos dejó sin saber que hacer. Acabó felizmente con los perros guardados y un té reconfortante. Risas y comentarios jocosos al salir, entre otros el que afirmaba que estábamos condenados a disputar nuestro empeño biográfico con el reino animal…
Paco Cantos era un escritor innato que amaba las letras como algunos el deporte, en el que tanto él como yo éramos inútiles. Poseía un estilo entre Carpentiano y Valleinclanesco que acabó en un tipo de frases cortas que hoy hacen meritorios a Bolaño y Alice Munro entre otros grandes . Disciplinado y constante, no paró hasta que entre Antonio y él dieron con todas las complejidades que el General marbellero sufrió durante el largo periodo de monarquías, república y vuelta a los reyes. Difícil época histórica en la que el cambio de ministros y parlamentarios era casi constante.
Tenía en mente tantos proyectos sobre personajes ilustres olvidados que de haber vivido más, lo imaginé siempre como Cronista Oficial de Marbella. Lo hubiese ejercido con honor.
Es cierto que nadie se va del todo mientras su recuerdo permanezca en alguien. En este caso, también su obra.   Gracias, Paco.

Ana María Mata   
Historiadora y novelista

1 comentario:

Javier Lima dijo...

Gracias Ana por recordarnos a López Dominguez, un marbellero ilustre y algo olvidado, que gracias a la labor de historiadores como tú, el autor de la obra sobre él o tu estimado Paco, podemos conocer mejor pero nuestra historia sigue siendo poco conocida y me da la impresión que necesita de mucha investigación porque son más las lagunas que lo que conocemos. Ayer tuvimos la suerte de escuchar a Andrés García Baena sobre la Marbella andalusí y se abrió la duda, sobre los hallazgos en Ojén de toda una fortificación, sobre la ubicación real de Turrus Jusayn, en lugar de Cerro Torrón. Me gustaría que hubiera más premios y dinero para investigar toda la rica historia de esta ciudad y no solo lo dejemos a que exista buena voluntad pero aún así muchas gracias por vuestra inestimable y altruista labor.