Día Internacional de la Mujer. 8 de marzo
Quizás pueda parecer algo raro
que para celebrar el Día Internacional de la
Mujer,
escriba sobre este tema en concreto con tantas profesiones bellísimas,
elegantes y bien vistas que por fortuna hemos ido acaparando en la ya larga
etapa de lucha femenina.
Lo hago precisamente por eso,
por el desconocimiento general que sobre esa etapa tan peculiar se tiene sobre
un trabajo que miles de mujeres ejercieron, sin duda la mayoría obligadas, en
momentos igualmente especiales de la vida española, prolongado después en el
tiempo cuando las necesidades no eran tan elevadas pero todavía necesitadas de
este duro quehacer.
Tomo los detalles esenciales del
excelente trabajo universitario realizado por las profesoras Prieto Borrego y
Barranquero Texeira., publicado bajo el título “Así sobrevivimos al hambre:
Estrategias de supervivencia de las mujeres en la postguerra española”. Ambas
son expertas en investigaciones sobre el trabajo de la mujer.
Cuando el 1 de abril de 1939,
Franco lanzó en Burgos el célebre bando de la
Victoria a bombo y platillo, quiso decir en realidad que la guerra había
terminado más para unos que para otros, puesto que comenzó de manera distinta
para los que fueron llamados “vencidos”, quienes, además de intentar salvar la
vida, tuvieron que vérsela con el fantasma del hambre y la falta de trabajo.
A muchas mujeres la viudedad o
la cárcel del marido las convirtió en cabeza de familia. Las obligó a combinar
sus funciones tradicionales con un recurso último, unos roles en los límites de
la ley, para los que hacían falta determinadas condiciones síquicas y físicas,
que ellas, a priori, no poseían. Acostumbradas a la maternidad, el campo, y las
afortunadas a salones y entretenimientos, se encontraron de golpe con una
desafiante tarea que acabó llamándose “Estraperlo”.
La mayor parte de mujeres que se
dedicaron a él, pertenecían a los sectores populares más afectados por la
guerra, obligadas a asumir en solitario la supervivencia familiar, y en otros,
a compartirla por la precariedad de condiciones de la vida.
El estraperlo llegó a aceptarse
como parte de la cotidianidad, justificado en principio por la necesidad
extrema. En el testimonio de Encarnación Padilla, de Rute (Córdoba) se lee
textualmente: “(…) Mi tía iba al pueblo por sacarina. Las estraperlistas eran
mujeres corrientes que hacían eso como un trabajo. Unas traían cosas del campo,
legumbres, verduras, y llevaban allí lo
que no había. La mayoría venían en tren y antes de llegar a la estación echaban las cosas por las ventanillas y alguien de la familia o conocidos iba a
recogerlas. Un hombre venía con sacos de harina y como fue a echar un saco se
le fue el cuerpo y otro tren que venía lo mató (…)”
El medio rural se convirtió en
abastecedor de las ciudades. Desde los pueblos del Valle del Guadalhorce, los
Montes de Málaga y la zona oriental, las mujeres campesinas llevaban a cabo
largos desplazamientos caminando o en tren. Los de la
Fiscalía llegaban a los apeaderos o las estaciones y le quitaban las cosas,
tocino, manteca, legumbres…
Los huevos eran uno de los
productos más demandados, considerados fuera del campo como artículos de lujo.
Las mujeres que los vendían fueron apodadas “recoveras”, muy conocidas y
solicitadas en el mercado negro
La inexistencia o escasez de
artículos de consumo básicos, entre ellos el azúcar y el café estimuló una
demanda de productos alternativos que como la sacarina y el “pan inglés”
procedían de la colonia británica de Gibraltar. El campo de Gibraltar se
convirtió en el principal suministrador de una serie de artículos, como la
gasolina o más vitales, como la penicilina. Los artículos para la higiene
personal, el jabón la colonia…etc, hicieron que se diversificara la demanda
impulsando entonces a los más audaces, haciendo del estraperlo con Gibraltar
una de las actividades más importantes durante los años cuarenta, si bien, una
vez aprendido el “oficio” esa actividad
perduró en los cincuenta y fue difícil de erradicar en el sur de la península.
El contrabando con productos
como el cemento o gasolina quedó reservado a los hombres, mientras que las
mujeres traficaron con objetos de pequeño volumen, sobre todo tabaco, galletas
o leche en polvo. A lo largo de los cincuenta el jabón perfumado, los tejidos
de tergal o las medias de nylon eran preciados objetos de lujo femenino. Las
mujeres que lo trabajaban lo compraban a los propios trabajadores de Gibraltar,
que eran quienes lo sacaban y lo pasaban a las mujeres en La Línea. A ellas se
las conocía como “matuteras”. El estraperlo tuvo larga vida y ayudó no solo a
sobrevivir sino más tarde a enriquecerse a familias que optaron por él, a pesar
de los riesgos. Acabó con la llegada del turismo masivo en la costa.
Si miramos hacia tras quienes no
somos jóvenes, todos tenemos el recuerdo de cosas como el llamado “fielato”, en
la entrada de los pueblos a lo largo de los años cuarenta, y más tarde, pasada
la primera hambruna, imágenes de mujeres en cuyos domicilios era habitual la
compra de objetos que todavía nuestros débiles comercios no nos ofrecían.
Sirva este artículo como
testimonio de la capacidad de adaptación de la mujer a los más extraños
menesteres si en verdad está necesitada de ello. El etiquetado de “ama de casa”
como único trabajo propio no es más que una forma burda de pretender
arrinconarla.
Por fortuna parece superado, si
excluimos, por supuesto los terribles crímenes de género, a cuyas víctimas de
corazón les dedico estas pequeñas líneas.
Ana María Mata
Historiadora y novelista
2 comentarios:
PABLO CANTÓ 8 MAR 2016 - 11:52 CET
El Día Internacional de la Mujer Trabajadora comenzó celebrándose en 1911 en Austria, Dinamarca, Alemania y Suiza. En 1977, la ONU proclamó que el 8 de marzo fuera considerado el Día Internacional de la Mujer, quitándole lo de trabajadora. Han pasado 105 años desde el primero y 39 años desde el segundo
PABLO CANTÓ 8 MAR 2016 - 11:52 CET
El Día Internacional de la Mujer Trabajadora comenzó celebrándose en 1911 en Austria, Dinamarca, Alemania y Suiza. En 1977, la ONU proclamó que el 8 de marzo fuera considerado el Día Internacional de la Mujer, quitándole lo de trabajadora. Han pasado 105 años desde el primero y 39 años desde el segundo
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