Pido perdón a los puristas de la
lengua por el uso de “pueblo” en lugar de “ciudad”. No es más que una metáfora
intimista en la que deduzco que la nostalgia tiene mucho que ver. De vez en
cuando me dan arrebatos recordatorios de un tiempo en el que nos llamábamos
pueblo voluntariamente, a sabiendas de que los reyes muy católicos nos
concedieron, previa cláusula legal, el título de Ciudad.
Marbella anda por estos días muy
ocupada con el problema de sus playas. Los últimos temporales nos han dejado
sin arena, después de haber rellenado todo lo posible para la Semana Santa. Y
si el tiempo se enfada, habrá que repetir operación de nuevo, con el gasto y el
trabajo que ello significa. Pero como de este problema leerán mucho en los
próximos días por fuentes bien informadas, dejo a los profesionales este asunto
y me centraré en otro que rodea mi cabeza cual mosquito tempranero.
Créanme que si entiendo poco y
mal las muchas cosas que dejan de hacerse siendo necesarias, mucho menos llego
a comprender la inactividad y el abandono de las ya hechas y que comienzan un
lento deterioro. Por desgracia no es extraño encontrar edificios cercanos que
duermen el sueño de los justos a la espera de una administración o empresa que
les diga lo de “Lázaro, levántate y anda”. Pero entre ellos hay algunos cuya
paralización es de lesa majestad.
Abandonado, sin explicaciones a
la ciudadanía, solo y triste, sin más compañía que la de los vehículos que
llegan para aparcar frente a él, el complejo deportivo ( si es que lo es
definitivamente) del antiguo Francisco Norte, guarda en la soledad de sus
ventanales, puertas, suelos y edificación en general, el misterio de por qué le
han dado la espalda. Arrojado como un poseso al grupo de los no queridos,
despreciado por Ayuntamiento y quienes estén en el asunto de su no puesta en
servicio, solo él sabe cuales son las verdaderas causas de su inutilización,
estando como está en un lugar céntrico y privilegiado, habiéndose discutido ad nauseam su construcción y las
funciones que debería realizar.
Al ser un lugar muy cercano, he
podido comprobar directamente como el pueblo en general, cada vez que divisa su
figura, y mientras lo contempla con un deje de lástima, pregunta a quien quiera
oírlo, qué narices ocurre con el Francisco Norte y si están esperando que se
deteriore para declararlo “ruina histórica”.
A quienes nos movemos en el área
de la lógica más cartesiana, este asunto incomprensible, absurdo y demás
adjetivos similares, nos parece un descaro por parte de los autores del hecho,
y cualesquiera que sean las razones que den ( no han dado ninguna) para este
bochornoso ejemplo de dejación, una falacia sin paliativos.
Si son intereses privados los
que impiden su puesta en servicio, debían hacer dos cosas con urgencia: la
primera explicarlo en esa transparencia tan cacareada, y la segunda
solucionarlo sin demora. No es de recibo que una ciudad tenga aparcado un centro
deportivo tan necesario y sus regidores vuelvan la cara hacia otro lado,
mientras el tiempo destroza su vacío.
Tal vez el desconocimiento de
cómo debe regirse una ciudad exceda de los cerebros limitados de sus pobres
habitantes, quienes al votar creen que depositan no solo su fe sino sus
posibilidades en los votados. Craso error por lo que vemos y comprobamos.
Y puesto que me queda un pequeño
espacio, permítanme que refleje por enésima vez mi indignación ante la carencia
de una Biblioteca pública, creo que la única ciudad en España que no la posee,
por lo que no sería difícil que nos calificaran de analfabetos y harían muy
bien, quienes nos visitan.
Tendremos la titularidad como
“Ciudad grande y leal”, pero los afamados Isabel y Fernando no sé si sabrán que
lejos de progresar, en ciertos aspectos vamos como cangrejos dando pasos hacia
atrás.
Ana María Mata
(Historiadora y Novelista)
No hay comentarios:
Publicar un comentario