(Artículo publicado en el diario Marbella Express el 3 de diciembre de 2010)
Tenemos la mala costumbre de estar más pendientes de los errores de los demás que de los propios; de lo que dejan de hacer, en vez de tomar la iniciativa. Dejamos pasar las cosas a un mañana que nunca llega y confiamos en que los demás nos sacarán las castañas del fuego. Esto es así, más o menos pronunciado, en cada uno de nosotros. La sociedad, constituida por el conjunto de los ciudadanos, no puede ser menos que fiel reflejo de lo que engloba y, en consecuencia, actúa de la misma manera que sus constituyentes.
Entramos en esa época del año en la que, la mayoría de nosotros, nos sensibilizamos con alguna causa social y realizamos donaciones o participamos en actos benéficos. Cada cual a su manera aporta su granito de ayuda y colaboración que, al menos por unos días, servirá para levantar el ánimo de esas personas tan necesitadas. Pero no es de este tipo de acción solidaria de la que quiero hablar en esta ocasión. En concreto quiero aportar unas reflexiones personales sobre la necesidad de una sociedad emprendedora e innovadora, una sociedad que mantenga viva y moderna la ciudad. ¿Cómo lo ven ustedes? ¿Somos o no activos? ¿Participamos los ciudadanos en el aporte de ideas e iniciativas, o dejamos que los elegidos democráticamente tengan tiempo y ganas de incorporarlo en su planificación?
A excepción de las manifestaciones en masa por los éxitos deportivos de nuestras selecciones, difícilmente nos movilizamos para promover, fomentar o demandar cambios y mejoras en nuestras actividades diarias. Desgraciadamente no nos gusta arriesgar y menos aún tomar la iniciativa. Es más fácil dejar que los dirigentes políticos decidan por nosotros y nuestro futuro, con sus acertadas medidas o terribles equivocaciones. ¿Pero entonces, qué les vamos a reclamar? Las “actuaciones” del político empresario ya las hemos sufrido en nuestras carnes, y la visión del político tradicional es cortoplacista, ya que busca objetivos ejecutables en su cuatrienio. Tienen un recorrido limitado. Por esto, es absolutamente necesario, y tremendamente sano, contar con una sociedad activa que constantemente genere inquietudes y nuevo aporte de ideas. Es importante complementar de esta manera la labor de los dirigentes para hacer que el político se identifique con ellas; pero igualmente, éste debe bajarse del trono y facilitar el acercamiento del ciudadano.
Allí donde se ve un vacío, un estancamiento o una necesidad social cabe, quejarse día tras día, durante el café de la mañana, (bendita labor social realizan las cafeterías), o pasar a la acción. Es aquí donde la iniciativa ciudadana, a través de los colectivos sociales y sus herramientas elementales: entrega, constancia y trabajo en equipo, adquieren todo su sentido. Marbella cuenta con diversas agrupaciones que, cada una en su ámbito, y con su antigüedad, mantienen viva la ilusión de unos ciudadanos encantados de sentirse miembros útiles de la sociedad.
El carácter conservador y conformista por el que nos caracterizamos no puede seguir siéndolo. No se nos puede escapar el carro de la modernidad ni relajarnos tras una fama, hace años adquirida, pero terriblemente manchada en los últimos tiempos. Las nuevas y acertadas propuestas que se lanzan desde las administraciones deben ser apoyadas, pero desde la crítica constructiva y la fiscalización. Así mismo, los ciudadanos tenemos derecho a reclamar que se ejecuten los programas aprobados para evitar que queden en un fondo de saco.
Para finalizar, no quiero pasar por alto a los más jóvenes ya que, poco a poco van configurando la sociedad actual. Las nuevas tecnologías, las redes sociales, e incluso la actual crisis económica traen nuevas generaciones que, de manera innata, se amoldan a estos tiempos; los demás debemos hacer el esfuerzo de escucharles, entenderles y adaptarnos, ya que tal vez sean ellos, y no nosotros, los que se encuentran en su hábitat natural.
Arturo Reque Mata
Arquitecto
1 comentario:
Cuánta razón tienes Arturo!!!
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