6 de marzo de 2015

EL MALAGUEÑO QUE REVOLUCIONÓ LA EDUCACIÓN



Oí decir un día a un profesor de la Universidad que España es tácitamente un país de envidias o de olvidos. En pocos lugares como el nuestro, decía, cuesta tanto aceptar y alegrarse de triunfos ajenos, como, igualmente es tan fácil olvidarlos. Somos plañideras por propia decisión y nuestro mejor papel lo realizamos cuando debemos sentir y hasta llorar la desgracia del prójimo.
Acaba de cumplirse el centenario del fallecimiento de Francisco Giner de los Ríos, el pedagogo y docente al que Unamuno consideró como “el Sócrates español”, un intelectual que revolucionó la pedagogía en España entre finales del siglo XIX y comienzos del XX. Considerado como el personaje clave para entender el tránsito hacia la modernidad de la sociedad española, su enorme figura no es demasiado conocida en parte por lo dicho al principio, además de  por su gusto en permanecer en la penumbra.
Quizás  las dos cosas hayan contagiado a la mal llamada élite intelectual del momento para no dar excesivo reconocimiento a la efeméride que debía trascender hasta alcanzar todo el panorama cultural del país.
En el momento actual, cuando la educación aparece más cuestionada que nunca debido a los planes políticos y al afán de cambios a la ligera, convendría  profundizar en las huellas dejadas por quienes elevaron la educación al podium de excelencias internacionales que solo la estupidez de los años franquistas anuló, en su afán de sajar la libertad al modo que fuera.
Nació Giner de los Ríos en Ronda (1839-1915) y habría de ser el hito esencial en su trayectoria humanística la creación en 1876 de la Institución Libre de Enseñanza. Ante la decisión del gobierno de Cánovas de apartarlo a él y varios compañeros de sus cátedras por su defensa del laicismo en la educación, Giner de los Ríos y Alberto Jiménez Fraud, también malagueño, junto a Gumersindo Azcárate y Nicolás Salmerón, se lanzaron a la aventura de reformar desde los cimientos el edificio educativo español.
Su labor consistía en introducir en España el europeísmo de la filosofía liberal, del laicismo y la pedagogía moderna, a  través de la aplicación práctica del pensador alemán Karl Friedrich Krause,  que basaba la pedagogía en la libertad y la participación del individuo. Giner, como antes Kraus, defendían que la educación no debía preocuparse por la acumulación de saberes, sino por la formación integral. Tan importante como el intelecto era la educación de los sentidos, la ética o la formación moral. Para ellos, la clase debía ser un taller, no una jaula.
La cantidad de intelectuales y artistas que participaron en aquellas experiencias docentes forma parte de la historia del arte, de la ciencia y del pensamiento en los primeros compases del siglo XX en España. Leopoldo Alas “Clarín”, José Ortega y Gasset, Antonio Machado, Santiago Ramón y Cajal, Joaquín Sorolla o Severo Ochoa y buena parte de la Generación del 27 participaron directamente del ideario de la Institución.
La Institución Libre de Enseñanza tuvo tan alto eco que entre sus colaboradores estuvieron personajes como Bertran Russell, Leon Tostoi, el poeta Tagore y Charles Darwin. En 1923 Albert Einstein dio una conferencia en su Aula Magna.
Cesó sus funciones educativa  por causa de la Guerra Civil, y  los vencedores, además de confiscar sus bienes obligaron a la mayoría de docentes a partir para el exilio por temor a una persecución que se llevó a cabo aunque más o menos solapada.
En 1978 se inició el proceso legal  de recuperación del legado, que fue traspasado a partir de entonces a la recién creada Fundación Libre de Enseñanza.
El rondeño Francisco Giner de los Ríos fue un adelantado a su tiempo, hombre sin aspiraciones ególatras con espíritu europeo y universal. Quienes tuvieron la suerte de conocerle a él y a su metodología afirmaban que su sabiduría fue decisiva para la renovación de la Universidad y la escuela, cuyo espíritu se alzaba más allá de la pequeñez de su tiempo intentando comprender culturas, religiones y costumbres diversas en un afán de huir de fanatismos perniciosos e inútiles.
Nos haría tanta falta hoy un hombre como él, que al menos tengamos su recuerdo presente. Aquí, donde la educación parece reducirse únicamente a un problema político.
                                                                      
Ana  María  Mata
Historiadora y novelista 

3 comentarios:

Javier Lima dijo...

Gracias Ana María por traernos a la actualidad la figura de este malagueño adelantado a su época y me atrevería a decir que a la nuestra también. Harían falta muchos como él y menos de los que tenemos hoy que no entienden que el saber debe ser integral, incluido las humanidades o la enseñanza musical que en países como Suiza la han incluido en la constitución. Desafortudamente son otros lugares y otras mentalidades.

Curiosamente salía ayer una noticia que decía que los jesuitas de Cataluña van a trabajar por proyectos en los colegios eliminando las asignaturas, exámenes, horarios aumentando la ratio de profesores. Y ya se sabe que si de algo pueden presumir los jesuitas es de ser gente muy bien formada y, por lo que se ve, comparten la sabiduría de Giner de los Ríos, al entender que la educación es el pilar más importante de una comunidad humana.

Anónimo dijo...

Javi, me alegra que te interese la figura de Giner de los Ríos, porque la verdad es que es bastante desconocido, por desgracia. Fíjate las cosas que propugnaba a primeros del siglo XX y como estamos ahora de mal en calidad educativa, a pesar de los avances en tecnología.
Gracias por tu comentario. Un abrazo, Ana maria

Bicicleta dijo...

La mayoria de los males wue asolan edte mundo son problemas de educacion. Sin duda cada vez que alguien trata de poner algo en el buen camino, salen cientos para torcerlo todo. ¡Una pena!