29 de febrero de 2016

LA BIBLIOTECA INTERNACIONAL


Gran noticia, sí señor. Lanzada con énfasis por la Delegación de Cultura de nuestro municipio, se produjo hace una semana y como comprenderán, quien escribe no pudo menos que sentir efluvios de contento y alboroto de placer: ¡Una biblioteca! Anuncian una biblioteca, y además “internacional”, como para ponerse a llorar de la emoción e incluso echar las campanas al vuelo…Por fin la esperada biblioteca. No debí ser mal pensada creyendo que el Ayuntamiento tenía encajonada la cultura. Al fin llegó.
Sebastián Irrazábal. Arquitecto
Lástima de los “pero”. Lástima que en casi todo lo agradable haya un “pero” detrás o posterior. Lástima que no sepamos hacer las cosas bien y completas. Lástima que una buena noticia acabe por producirme −perdón por la expresión− un fuerte atisbo de mala leche.
Sucede que en Marbella ciudad no tenemos biblioteca digna de este nombre. La que crearon, después de tiempo y trabajo, se instaló en los bajos del Mercado Municipal, y las lluvias acabaron con los libros escondidos huyendo de los gruesos goterones que caían sobre cubos instalados en el recinto. Buena instalación, para empezar, en los bajos de un mercado cuyo techo coincidía con el suelo de los puestos de pescado. Debieron pensar que al fin y al cabo, la lectura es “hambre de conocimiento”, y dónde mejor subsanarla que junto a salmonetes, chuletones y plátanos de Canarias…democratización cultural. Todo entra en el mismo saco.
Se cerró, claro. Y de nuevo sin biblioteca. Sin lugar de consultas y de estudio. Sin libros. Otra vez a esperar que unos céntimos del presupuesto sobraran para que el intelecto de nuestra gente los agarrase al vuelo. Total, como tampoco tenemos ya UNED, ¿para qué hay que estudiar tanto?, dirán…y el tiempo, como es su costumbre, corriendo.
En esas estábamos cuando surge la noticia que encabeza este pequeño artículo. Ya les he contado lo del gozo y el regocijo. Ahora toca lo demás. La biblioteca no es para la ciudad en sí, sino para uno de sus distritos más lejanos: Las Chapas. Y como allí la mayoría de residentes son extranjeros, pues una internacional, no sea que los “guiris” se molesten por no acordarse de ellos, y se marchen. Hay que cuidarlos.
Maravillosa iniciativa si no fuera porque, generalmente, las casas no suelen empezarse por el tejado. Porque antes de “epatar” con lo de internacional, habría que buscar urgentemente un recinto idóneo para una, aunque sea en español, urbana y céntrica con el fin de que el pueblo pueda disfrutarla y los estudiantes acudir a ella. Es tan ilógico que se haga primero la de las Chapas como que Marbella en toda su historia no contase con un buen lugar para libros. Dice poco de nosotros y de las respectivas corporaciones. Dice mucho de lo alejados que están los mandatarios de niños, jóvenes, y asuntos culturales.
No pretendemos, ni antes ni ahora, una biblioteca como me cuentan que es la de Vancouver, que contiene 2.000.000 de libros y se asemeja en forma al Coliseo. Ni la de Alejandría, mítica en nuestra mente. Nos conformamos con un local amplio y decente, donde puedan entrar los libros necesarios para bachilleres y algunos aficionados que amen el placer sosegado de la lectura de un libro que quizás no posean.
En esa deseada pero inexistente biblioteca deberían estar, obligatoriamente, cualquier libro que trate de algún aspecto de la Historia de Marbella, desde los primeros de Fernando Alcalá, en los que de manera sencilla se divulgaba lo esencial para un visitante, hasta los actuales de sesudos investigadores que se hayan dedicado a su estudio.   Decía el citado Alcalá, que Marbella, cuando él empezó a dedicarse a ella, era la gran desconocida de su propia gente, y que “no se puede amar lo que no se conoce”. Más razón que un santo. Por ello, quiero agradecer a la Asociación Marbella Activa el esfuerzo que están haciendo por llevar a las escuelas la Historia de Marbella en un precioso libro con ilustraciones (felicidades, porque he visto las imágenes) que darán a los escolares las bases de conocimiento que nosotros, por desgracia, no tuvimos.
La lectura no es solo un placer (otro día hablaré de ella) sino también un medio de conocer todo aquello que no podemos verificar en directo la mayoría de veces.
Mientras sigue la espera, no queda otro remedio que felicitar a los que viven en Las Chapas. Envidia sana. Cabe la posibilidad de cambiar de distrito.

Ana  María  Mata
Historiadora y novelista

3 comentarios:

Bicicleta dijo...

Es una pena,un triunfo para los políticos que gustan de buscar votos en los rebaños cada vez menos informados y mostremos.

Bicicleta dijo...

Es una pena,un triunfo para los políticos que gustan de buscar votos en los rebaños cada vez menos informados y mostremos.

Agapito dijo...

Que razón tiene el artículo, buenísima crítica y reflexión